El Mundo - 12.09.2019

(Marcin) #1

EL MUNDO. JUEVES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019 HOJA Nº 25


P A P E L


Justo sobre ese vacío que
queda cuando se apagan los
focos y se esfuman los
titulares gira la próxima
novela de Miguel Pardeza,
integrante de la mítica
Quinta del Buitre del Real
Madrid pero también
Licenciado en Filología
Hispánica. Hoy es escritor.
«La retirada es el momento
más duro para cualquier
deportista profesional,
sobre todo porque te
atormenta e intimida la
falta de expectativas de
futuro», admite el ex
futbolista. «A veces se nos
olvida que es posible que un
deportista profesional haya
nacido para hacer sólo una
cosa en su vida y tener que
enfrentarte a la vida real
cuando ya has perdido tu
lugar en el mundo no es
fácil. Se abre un abismo
entre algo con lo que te has
identificado plenamente y
un vacío en el que ya no
tienes referencias. Y eso
provoca un trauma que
normalmente se termina
superando pero que a veces
te pasa una factura gorda.
Muchos se quedan en el
camino».
–¿Qué es lo más duro de
ese proceso?
–Se habla mucho de la
soledad, del mito del ídolo
caído, roto, pero lo que
presenta el mayor escollo
es la imposibilidad para
encontrar tu nuevo lugar en
el mundo. Uno pierde el
sentido de identidad y es
entonces cuando aparecen
todos los fantasmas.
–¿Pasa más de lo que
creemos?
–Suele pasar... El
deportista de élite a veces
no entiende que esa vida se
termina muy pronto, pierde
el sentido del tiempo y cree
que el final nunca va a
llegar, pero el final termina
apareciendo. Y si no has
sido capaz de verlo y
vislumbrar el futuro, los
días pasan muy lento.
–¿Cuánto hay de
sentimiento de
incomprensión en ese
momento?
–Yo sé que la tentación es
culpar a la sociedad, pero la
sociedad no tiene culpa.
Uno tiene que tener muy
claro que el éxito es algo
que la sociedad te presta
durante un tiempo pero
nadie te lo garantiza para
toda la vida. El deporte

Baloncestistas
Profesionales (ABP). «La
vida del deportista es muy
bonita pero todo es un
espejismo, es muy
engañosa. Yo siempre le
digo a los jugadores que
hay que prepararse para el
día después desde el mismo
momento en que uno
empieza a dedicarse a esto
de forma profesional
porque luego apareces en el
mercado laboral con 35
años sin haber hecho otra
cosa en tu vida y te
encuentras el abismo».
Un estudio elaborado por
la fundación inglesa XPro,
que se dedica a ayudar a ex
futbolistas con problemas
económicos, reveló en 2013
que tres de cada cinco
futbolistas de la Premier se
arruinan en los primeros
cinco años después de su
retirada y que uno de cada
tres rompe su matrimonio
antes del primer año
jubilado. Alrededor de 150
ex jugadores de la Liga
inglesa han pasado por
prisión. Las cifras son
similares en el deporte
americano. Según la revista
estadounidense Sports
Illustrated, al menos el 60%
de los jugadores de la NBA
se declara en bancarrota
antes de que pasen cinco
años sin jugar. El porcentaje
se eleva hasta el 79% en el
caso de la NFL.
«Cuando un deportista
deja la alta competición le
queda mucho tiempo por
delante, mucho que
aportar, y hay que ver qué
se puede hacer con ellos
para que se puedan insertar
en la sociedad con plenas
garantías», apunta David
Llopis, psicólogo deportivo.
«Ante cualquier jubilación
flaquea el sentimiento de
utilidad que tenemos todos.
Si esa jubilación llega con
35 años, el problema puede
ser mucho mayor. La vida
de un deportista gira en
torno a una actividad que
de repente desaparece y
entonces se cuestiona el
sentido de su vida y se
refuerza el sentimiento de
que ya no tiene nada que
aportar a la sociedad. Más
allá del tema económico, es
muy importante encontrar
tu nuevo rol en la sociedad,
tu nuevo sitio cuando
pierdes la etiqueta de
deportista y pasas a ser
sólo un ex».


profesional tiene fecha de
caducidad y uno tiene que
salir adelante por sí mismo.
–¿Por qué nos cuesta
tanto entender que una
estrella del deporte tenga
debilidades?
–Hay mucha ignorancia
sobre el mundo del deporte
profesional y tenemos la
tentación de idealizar al
deportista como si fuera un
superhéroe inmune a los
problemas comunes.
Ian Thorpe, superhéroe
de la natación, relataba así
su fragilidad en 2012:
«Cuando dejé la competi-
ción, cuando perdí la rutina
de los entrenamientos
cotidianos, había mañanas
en las que no tenía fuerzas
ni para levantarme de la
cama. Sólo tenía miedo de
enfrentarme al mundo, a
las tareas más banales». El
nadador australiano, cinco
veces medalla de oro en los
Juegos Olímpicos y 11
veces campeón del mundo,
convivió durante toda su
carrera con la ansiedad y la
depresión, confesó en su
biografía que abusaba del
alcohol mientras se
preparaba para competir y
contaba incluso que llegó a
planear su suicidio al
detalle. Ocultó sus
problemas psicológicos
durante casi toda su
carrera deportiva.
También el portero de
fútbol Robert Enke, ex
jugador del Barcelona,
escondió su depresión antes
de lanzarse a las vías del
tren en 2009. O la judoka
rusa Elena Ivashchenko,
que se arrojó desde un
decimoquinto piso cuando
sólo tenía 28 años.
«Estamos acostumbrados
a pensar que los deportistas
son unos privilegiados, que
lo tienen todo y no es así»,
asegura Alfonso Reyes. «La
sociedad no está preparada
para los juguetes rotos. No
nos gusta que los ídolos
flaqueen, que tengan pies de
barro, que no mantengan
siempre el mismo estatus y
eso traslada una presión
enorme al deportista. El
deporte de élite es muy
duro, muy muy muy duro,
mucho más que estar ocho
horas en una oficina de
lunes a viernes».
Iván Campo lo sufrió
durante su etapa en el Real
Madrid que ganó la
Champions en 2000.

Campo llegó al Bernabéu
en el 98, pero su estilo
tosco, su poco glamour en
aquella etapa de galácticos
y purpurina y hasta su
aspecto físico fueron objeto
de mofa en la prensa y en
las gradas. Un día los
servicios médicos del club
anunciaron que el jugador
no estaba en condiciones
de competir. «Tenía un
miedo terrible, pensaba que
me iba a morir», confesaba
años después el jugador.
Hoy Iván Campo,
retirado desde 2010, es
embajador de la Liga. Ni
rastro de aquellos episodios
de ansiedad y depresión
que algunos llamaron gripe
sin más. «Yo sólo dije que
no estaba preparado para
jugar. Hay gente que no lo
entendió, que dijo ‘a este
que le pasa si es un
privilegiado de la vida’, que
no comprendió que
también somos personas y
que el deporte profesional
es muy exigente».
–¿Cómo recuerda el
momento de la retirada?
–Yo dejé el fútbol porque
me hice mayor, habría
jugado muchísimo más
pero mi cuerpo ya no daba.
Es duro porque de la noche
a la mañana dejas de jugar
al fútbol, de estar en la
élite, y tienes que buscar
cosas nuevas. Pasas a ser
un tío normal y corriente
que ya no está ahí
corriendo por la hierba. Ya
no hay pretemporada, ni
vestuario, ni compañeros,
ni viajes... Y si esperas a
que te lo den todo hecho, se
te hace más duro seguro.
El abismo...
En aquella entrevista del
89 Mercedes Milá también
le preguntó a Urtain si había
hecho con su vida lo que él
quería o lo que los demás
habían querido. «Cuando
estaba en el pueblo, en el
caserío, hacía más o menos
lo que me apetecía. Cuando
dejé aquello y empecé con
el boxeo hacía lo que los
demás querían que hiciera»,
contestó el ex boxeador.
«Ahora he vuelto a hacer
más o menos lo que quiero».
Cuando lo que quiso
hacer fue suicidarse, su
amigo Manu Leguineche
escribió: «Urtain sobrevivió
al boxeo, pero se adaptó
mal, como tantos otros
deportistas, a la vida
cotidiana».

E N P O R T A D A

LUIS
OCAÑA
El español
de Mont-de-
Marsan.
Campeón del
Tour de
Francia de
1973 y gran
rival de Eddie
Merckx. Una
depresión
agravada por
una
enfermedad y
sus problemas
económicos le
llevó a acabar
con su vida el
19 de mayo
de 1994.

JESÚS
ROLLÁN
Portero de
oro. Sus
problemas de
depresión y
de consumo
de drogas
desemboca-
ron en su
suicidio
cuando
intentaba
rehabilitarse
en una
clínica. Su
muerte fue un
‘shock’ para
el deporte
español.

YAGO
LAMELA
El asturiano
volador.
En 1999 fue
subcampeón
del mundo en
pista cubierta
y al aire libre
en salto de
longitud. El
atleta fue
hallado
muerto en su
domicilio de
Avilés, cinco
años después
de su
retirada.
Tenía 36
años. MARCA
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