El Mundo - 12.09.2019

(Marcin) #1

P A P E L


EL MUNDO. JUEVES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019 HOJA Nº 29


Un último y rápido
recorrido gastronomádico
del verano nos ha llevado
hasta el Loira, el río más
romántico de Francia,
para conocer sus
legendarios châteaux
renacentistas y para
disfrutar de sus
originalísimos vinos, que
siguen sin ser muy
conocidos internacional-
mente, y que sin duda
resultan más interesantes
que la cocina de sus
restaurantes, agradable
pero no grandiosa.
La Touraine tuvo su
hora de gloria culinaria
después de la II Guerra
Mundial, cuando el joven
Charles Barrier abrió su
restaurante de Tours, que
se ganaría las tres estrellas
Michelin con platos como
su terrina de tres
pescados. Pero Barrier,
que murió hace un
decenio a los 93 años, ha
sido el único chef de esta
zona en alcanzar la
máxima nota de la guía
roja, y hoy nadie se
acerca. La gran cocina
francesa sigue centrada en
París, Lyon, la Costa Azul
y el Suroeste.
Entre esa realidad y la
reciente y bastante


extraordinaria,
desde el pichón de
sangre hasta el
rodaballo salvaje entero,
al horno, para dos
personas (eso sí: a 85
euros, qué menos).
Primera parada y noche
en Francia justo saltando la
frontera en Les Jardins de
Bakéa (1134 rue Herri
Alde, Biriatou, Pyrénées-
Atlantiques, tel. +33 05 59
20 02 01), famoso hace 50
años cuando la nouvelle
cuisine reinaba en el
Suroeste. Hoy, bastante
olvidado, sigue dando bien
de comer frente al Bidasoa:

encantadora Amboise, y
hay apenas tiempo para
un bocata en la autopista
(pero, eso sí, en las áreas
de servicio galas se
encuentra hasta alguna
gloria nacional como la
andouillette, punzante
embutido de intestino y
estómago de ternera, en su
versión avalada por la
Asociación de la Auténtica
Andouillette, la genuina
Triple A francesa).
Ya en el Loira,

descubrimos el
restaurante clandestino
ideal: se llama L’Épicerie,
el colmado, (46 place
Michel Debré, Amboise,
Indre-et-Loire, tel. +33
247 57 08 94), está en una
preciosa casa del siglo XIV
con vigas vistas, y no sale
en ninguna guía... pero
siempre está lleno. Su
sartén de zamburiñas con
chalotas y nata y su ciervo
bourguignon (estofado con
vino tinto) lo justifican.
Ah: y sus precios, menos
salvajes de lo habitual en
el país vecino.
Algo menos clandestina,
pero escondida en una
minúscula aldea al norte
del río, es la Auberge de la
Brenne (19 rue de la
République, Neuillé-le-
Lierre, Indre-et-Loire, tel.
+33 247 52 95 05).
Encantador comedor
rústico, camareras que
entienden de vinos y se
alegran cuando pedimos
un blanco seco de la
minúscula (72 hectáreas)
denominación Jasnières,

Domaine de la Raderie


  1. Buena cocina sin
    pretensiones: queso fresco
    de cabra con berenjena
    confitada y gambas en
    tempura, bacalao fresco
    con arroz negro y un
    vacherin glacé, ese
    exquisito postre
    tradicional de helado de
    vainilla con caramelo y
    merengue.
    También entra en la
    categoría, si no de
    clandestino, sí al menos
    de inesperado,
    un buen
    restaurante
    dentro de uno
    de los más
    bellos châteaux
    (bueno, de su
    parque), el de
    Chenonceau.
    Se llama
    L’Orangerie
    (Chenonceaux,
    Indre-et-Loire, tel. +33
    247 23 91 97). No nos
    pregunten por qué el
    nombre del pueblo, y no el
    del château, termina en
    x... Pero lo importante es
    que su sopa de cebolla
    gratinada es canónica y
    platos como la pechuga de
    pollo al curry de Madras,
    arroz con lemongrass y
    cardamomo se comen con
    placer.
    Algún día nos
    extenderemos sobre los
    vinos del Loira, que van
    variando de este a oeste a
    lo largo de este larguísimo
    río que parte Francia en
    dos: se empieza con
    sauvignon blanc, como en
    Burdeos, para pasar a las
    grandes uvas del Loira en
    su parte central (la blanca
    chenin, las tintas cabernet
    franc y côt), y acabar en el
    Atlántico con el ligero
    muscadet, hecho con la
    uva melon de Bourgogne.
    Nosotros, con los
    clandestinos y frescos
    vinos de Jasnières y de
    Touraine-Amboise, felices.


satisfactoria experiencia
con los segundones de
Denia que aquí hemos
contado, además de la
lectura de las páginas
económicas de
EL MUNDO, que hablan
de recesión y nos hacen
tentarnos el bolsillo,
llegamos a la idea de un
recorrido clandestino:
comer bien en lugares en
los que nadie piensa.
Naturalmente, una
primera etapa atravesando
el País Vasco hace difícil
esa discreción. Pues entre
un Landa insospechado y
un sótano en San
Sebastián lo hicimos.
Hace pocos años el
Landa obvio e inevitable
era el castellano
(Carretera Madrid-Irún,
km. 235, Burgos, tel. 947
25 77 77) con su torreón
medieval, y el
insospechado su
homónimo vasco
(Garagartza Kalea, 32,
Mendaro, Guipúzcoa, tel.
943 75 60 28),
modestísima casa de
comidas en la planta baja
de un edificio de pisos en
uno de esos pueblos
industriales tristones.
Pero hoy los
inmensos y
exquisitos
lenguados

EN LAS ÁREAS DE SERVICIO


GALAS SE ENCUENTRA HASTA


ALGUNA GLORIA NACIONAL


COMO LA ‘ANDOUILLETTE’,


CON SU SELLO DE CALIDAD


Más que vino. Recorrido por la región del


río más romántico de Francia con paradas


entre imponentes ‘chateaux’ y cepas


aún por descubrir internacionalmente.


La premisa: comer bien en restaurantes


donde nadie creería que puede hacerlo


MANZANARES-


LOIRA, EN PLAN


CLANDESTINO


(con uno de kilo y medio
comimos una vez tres
periodistas) de los
hermanos Landa son
famosos, tiene un sol en la
guía Repsol y siempre está
lleno. Y el Landa en el que
nadie piensa para comer
es... el bar del Landa
burgalés, etapa obligada
para un desayuno o un
rápido pincho de morcilla.
Para comer, siempre fue
un muy buen restaurante
formal. Pero resulta que
con los años la carta del
bar ha crecido mucho y es
posible un festín a módico
precio: consomé de buey y
ave, croquetas de jamón
ibérico, hamburguesa de
bacalao, pincho de riñones
de corderito, huevos con
morcilla de Burgos, torta
del Casar...
El sótano de San
Sebastián es el de un
celebérrimo y atestado bar
de pinchos, Ganbara (San
Jerónimo, 19, San
Sebastián, tel. 943 42 25
75), la mayoría de cuyos
clientes ignoran que abajo
hay un pequeño comedor
con una carta

E L G A S T R O N Ó M A D A


POR VÍCTOR
DE LA SERNA

BURGOS


Landa


MENÚ: Consomé de
buey y ave, pincho de
riñones, hamburgue-
sa de bacalao y
huevos con morcilla


SAN SEBASTIÁN
Ganbara
MENÚ: Pichón de
sangre y rodaballo
salvaje entero al
horno. En la planta
de arriba, pinchos

AMBOISE
L’Épicerie
MENÚ: Sartén de
zamburiñas con
chalotas y nata y
ciervo estofado
con vino tinto

NEUILLÉ-LE-LIERRE
Auberge de la Brenne
MENÚ: Queso de cabra con be-
renjena confitada, bacalao con
arroz negro y ‘vacherin glacé’

BIRIATOU
Les Jardins
de Bakéa
MENÚ: Risotto de
espárragos y atún
braseado al tomate
con mantequilla a las
finas hierbas

risotto de espárragos
verdes, atún braseado al
tomate con mantequilla a
las finas hierbas derretida.
Son 600 kilómetros de
allí al centro del Loira, a la

CHENONCEAUX
L’Orangerie
MENÚ: Sopa de
cebolla gratinada y
pechuga de pollo
con curry y arroz con
‘lemongrass’
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