El Mundo - 12.09.2019

(Marcin) #1

EL MUNDO. JUEVES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019
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MMADRID


Hasta no hace tanto, paseaba casi cada día
por cualquiera de las orillas del Manzana-
res. Caminaba sin prisa, sin meta, sin ho-
ra, y algunos de esos ratos sin destino de-
jaban en forma de emoción un fruto her-
moso. La alegría de andar carga a veces la
imaginación de electricidad. En esas rutas
siempre aparecía, a un lado, el estadio Vi-
cente Calderón. Nunca fui al fútbol (mis
vicios son otros), pero sí escuché (dentro y
fuera) tantos conciertos, con la convicción
de que los acontecimientos más efímeros
tienen algo de históricos. Comprendí la
otra tarde, sin embargo, que aquella edad
ya fue devorada.
Bajé el martes hasta el borde de ese
mismo río sin vanidad, casi sin agua. Hice la
misma ruta de siempre, pero el paisaje no
era igual. El Calderón va menguando y ya
muestra levemente el esqueleto. El lugar
donde un día escuché la guitarra de Mark
Knopfler. La cansada osadía de los Stones.
A Springsteen. A Muse. A los Pink Floyd. A
McCartney, incluso. Y las cosas de Angus
Young. Contemplar cómo las máquinas
desmontan el estadio es ver en precipicio un
tramo de la propia vida. Todo aquello que
algunos días convertía Madrid en el paraíso
no está más que en los recuerdos. Mi
memoria de entonces sólo encuentra
testigos en la memoria de los otros.
Madrid, como cualquier ciudad sincera,
se levanta sobre aquello mismo que un
día fue arrasado. El Calderón reúne en el
escombro miles de entusiasmos,
intemperies, derrotas, desencantos. No
sólo de fútbol. Aquello fue un lugar de
liturgias fuertes que está siendo fundido
palmo a palmo. La vida, tal cual. En ese
gesto cabe una nostalgia irremediable, y
se aloja una promesa de futuro en forma
de piso piloto, y también el fin de una
manera de ser Madrid en un barrio que
fue por muchos años casi otras afueras
agolpadas.
Las ciudades evolucionan y se degradan
como cualquier organismo. Envejecen y se
regeneran. Mudan la piel. El Calderón,
además de una oleada de ruina, acumula
en su agonía un rastro de existencias
levemente arrancadas de cuajo. Al tirarlo
abajo nos han hecho un poco viejos de
repente. La memoria acampará donde no

existe ya nada. Pues un hombre, una
mujer, también es aquello que se va
borrando de ellos. La lenta extinción de
lo que algún día fue un cobijo contra tanta
inmundicia municipal. Cuando en el
estadio sonaba música (dentro y fuera),
la gente se apiñaba porque ahí sucedían
cosas y muchos coincidíamos (a la misma
hora) en estar vivos. Vivos como lo estaba
Madrid. Y bastaba con eso.

El estadio


El Calderón reúne en
el escombro miles de
entusiasmos, intemperies,
derrotas, desencantos.
No sólo de fútbol

EL ROMPEOLAS


ANTONIO
LUCAS

ANA DEL BARRIO MADRID
Acorralados. Así viven los ve-
cinos del estadio Vicente Cal-
derón rodeados de grúas, tala-
dradoras, atascos y un trajín
continuo de camiones.
Las obras de derrumbe del
estadio se han convertido en
una pesadilla, especialmente
ahora, que ha comenzado el
curso escolar. A las 9.00 de la
mañana, el ruido es ensordece-
dor. Cinco excavadoras traba-
jan a destajo en la demolición
del estadio, donde ya sólo que-
da levantada la tribuna que es-
tá situada encima de la M-30.
Pero no se trata sólo del de-
rribo del campo del Atlético de
Madrid, sino que hay calles le-
vantadas para introducir el sa-
neamiento de las 1.300 vivien-
das que se van a contruir. A to-
do ello hay que sumar los
trabajos del enorme solar de la
Mahou, donde se van agolpan-
do las montañas de arena.
Las taladradoras operan a
escasos metros de los tres cen-
tros escolares ubicados en la
zona: el instituto Gran Capitán
y los colegios Joaquín Costa y
Tomás Bretón. Éste último se
encuentra rodeado de vallas y
apenas se puede aparcar para
dejar a los alumnos, en pleno
atasco para acceder a la M-30.
El alcalde de la ciudad, José
Luis Martínez-Almeida, anun-
ció que las molestias de las
obras se van a «minimizar lo
máximo posible» y mostró su
comprensión hacia los vecinos
por las «incomodidades» que
se puedan ocasionar.
Sin embargo, para los resi-
dentes no se trata sólo de «mo-
lestias», sino de la salud de los
3.000 escolares del barrio.
«Cualquier obra conlleva unas
incomodidades. Pero los niños
están muy expuestos. Pasan
bastante tiempo en el patio y
están pegados a las montañas
de arena», se queja Luis Bene-
dicto, que lleva a sus hijos al
colegio Tomás Bretón.
Las asociaciones vecinales y
las de padres arrancaron el
compromiso del Ayuntamien-
to de Manuela Carmena de
que se iban a instalar medido-
res de partículas del aire y so-
nómetros para evaluar el soni-
do. Sin embargo, ahora no hay
ni rastro de ellos.
El portavoz del PSOE en el
Ayuntamiento de Madrid, Pepu
Hernández, ha denunciado que
se están incumpliendo los pla-
zos de las obras y criticó que el


Gobierno local no esté contro-
lando de manera rigurosa «la
contaminación acústica y am-
biental con los problemas del
polvo en suspensión».
Los vecinos critican que se
haya derribado la fachada del
estadio, que se iba a mantener
hasta el final para que hiciese
de pantalla acústica. Desde el

Ayuntamiento afirman que con
los restos de la demolición se
elevarán montículos, que cum-
plirán esa función.
«No son obras que duren
unos meses, sino que van para
largo. Los niños estudiarán así
tres cursos y no está garantiza-
da la seguridad ni la salud de
los escolares», critica Susana
de la Higuera, portavoz de las
asociaciones de padres de la
zona, que hoy se reunirán con
la Junta de distrito.
Otra de las preocupaciones-
de los residentes es el anuncio
de Almeida de que se está estu-
diando el soterramiento de la
M-30. El plan firmado por Car-

mena sólo incluía el cubrimien-
to, por lo que el soterramiento
al ser más complejo, supondría
que las obras se prolongarían
más allá de junio de 2022.
«Necesitamos un cronogra-
ma actualizado de las obras y
un plan de movilidad. Está en
juego la salud de los niños y del
barrio», reclama Maite Gómez,
presidenta de la asociación de
vecinos Pasillo Verde Imperial.
Las obras del desvío de la
M-30 ya han comenzado y aca-
barán a mediados de octubre.
Después, se derribará la grada
que queda. Según el Consisto-
rio, los trabajos de demolición
terminarán en el mes de marzo.

« L O S N I Ñ O S E S T Á N M U Y E X P U E S T O S » , S E L A M E N T A N


Las obras del Calderón rebelan a


los vecinos por el ruido y el polvo


3.000 alumnos del barrio acuden a las aulas rodeados de vallas y excavadoras


U R B A N I S M O


Los alumnos del colegio Tomás Bretón acuden a las aulas entre vallas y taladradoras. J. BARBANCHO


Grúas trabajando ayer en la demolición del estadio Vicente Calderón. JAVIER BARBANCHO


«Las obras van a
durar años. Está
en juego la salud
de los niños»
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