El Mundo - 12.09.2019

(Marcin) #1

EL MUNDO. JUEVES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019
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i DEPORTES


INMA LIDÓN VALENCIA^
Nadie lo sabía, pero Marcelino Gar-
cía Toral estaba sentenciado desde
hace días. Albert Celades ya había
viajado a Singapur para recibir de
manos del dueño del Valencia las
riendas de un equipo campeón de la
Copa del Rey, a punto de volver a la
Champions por segundo año conse-
cutivo y, en cambio, iba a sufrir una
conmoción. Peter Lim lo tenía todo
planeado. Entre el propietario y su
entrenador se había abierto un abis-
mo insalvable que ayer se concretó
en un despido fulminante. Lim se co-
bró la cabeza de un rebelde.
Es el final, abrupto, de una historia
con muchas aristas. Marcelino llegó
al Valencia junto al director general,
Mateu Alemany, cuando Meriton, la
empresa de Lim propietaria del club,
lo tenía todo perdido (2017). Ambos
impusieron cordura en el área de-
portiva, rentabilizaron la plantilla
–consiguieron la mejor versión de
Parejo y de Rodrigo, entre otros– y
devolvieron el club a la Liga de Cam-
peones convenciendo a jugadores
para que se enrolaran en el Valencia.
El empresario cumplió también
con su parte y les dejó reorganizar
toda la parcela técnica, de la que
quedó fuera su socio y amigo Jorge
Mendes. Pablo Longoria (hombre
cercano al entrenador) llegó desde la
Juventus para ser el secretario técni-
co y el propio Marcelino amplió su
cuerpo técnico hasta los 25 ayudan-
tes, incluidos su hijo y el de su se-
gundo. Como guinda, lejos de ven-
der a jugadores importantes, Guedes
llegó al Valencia comprado por el
propio Peter Lim.
Ni siquiera el mal inicio de la pa-
sada temporada les restó crédito,
porque el empresario tuvo con el
proyecto de Marcelino la paciencia
que Alemany le exigía. Y el tándem
salió victorioso. Tanto que empezó a
ser peligroso y estar estrechamente
vigilado por la propiedad. La Copa
del Rey, que el propietario ni siquie-
ra celebró con sus jugadores en Se-
villa, y la cuarta plaza le hicieron
sentir a Marcelino como un manager
a la inglesa, con capacidad de deci-


sión casi absoluta. La plantilla esta-
ba con él, la grada le idolatraba, con
el director general había una sinto-
nía extraordinaria y el dueño parecía
satisfecho, porque el objetivo se ha-
bía logrado. Pero esa fuerza era ficti-
cia y apenas le duró un mes.
Con la planificación de la tempo-
rada comenzaron los nubarrones.

Ya se veían con recelo las contrata-
ciones de Sobrino en diciembre o ju-
gadores como Jason, Jorge Sanz o
Manu Vallejo, lejos del nivel de la
plantilla del Valencia y por debajo de
canteranos como Kangin Lee o Fe-
rran Torres, cuyas salidas fueron fre-
nadas por la propiedad en contra del
criterio del banquillo.
Pero el primer gran revés, a prin-
cipios de este mismo verano, fue la
negativa a fichar a Rafinha ante la
desconfianza del propio Lim por su
historial de lesiones, algo que dejaba
al técnico sin el «jugador ofensivo
polivalente» que quería y que abrió
una crisis que acabó cerrada en fal-
so con un cambio de modelo: el pro-

pietario se iba a involucrar en la con-
fección de la plantilla.
Apenas una semana después esta-
lló el desafío que Lim no ha olvidado.
El acuerdo con el Atlético para la
venta de Rodrigo por 60 millones
provocó duras palabras de Marceli-
no que la propiedad fue apuntando.
«Somos un equipo con Rodrigo y
otro sin Rodrigo. Para cumplir con la
obligación de jugar la Champions,
hay que potenciar al equipo. Si se de-
bilita, la Champions no puede ser
una obligación. La forma de actuar si
se va nos dirá hacia dónde vamos»,
dijo Marcelino. «No me consta que
estemos completamente preparados
para la marcha de Rodrigo», añadió

días después, para acabar lanzando
un directo a Singapur: «Sólo los can-
grejos corren hacia atrás». Estos
mensajes han sido interpretados co-
mo el intento por torpedear una ope-
ración que reportaba 60 millones y
una suculenta comisión a Mendes.
Si la destitución no se produjo en-
tonces fue porque, con el mercado
abierto, el jarro de agua fría que su-
ponía el despido de Marcelino podría
haber provocado también la salida
de algunos jugadores. Porque del
proyecto de hace dos temporada só-
lo queda un debilitado Mateu Alema-
ny, a quien una cláusula le impide
presentar su dimisión sin verse obli-
gado a indemnizar.

El presidente del Valencia, Anil Murthy, y el nuevo entrenador, Albert Celades, posan ayer durante la presentación de este último. MIGUEL ÁNGEL POLO / EFE


La fría venganza de Lim



FÚTBOL. El propietario del Valencia despide a Marcelino y contrata a Celades, con el que se vio estos días en Singapur / La


(no) venta de Rodrigo dinamitó un poder, el del ya ex técnico, que parecía infinito y que le permitía tener 25 ayudantes


La estabilidad es un
mal negocio para
quienes quieren enri-
quecerse rápido. Por
ello los sátrapas de-
sean la guerra. El Va-
lencia enfrentado y
arruinado del pasado
era una plataforma
idónea para que Peter
Lim diseñara un equi-
po-nodriza en el que
revalorizar a futbolistas cuya compra no im-
plicaba un alto riesgo porque entonces esta-
ban financiados por fondos de inversión. El


Valencia cohesionado
en lo deportivo y los
social, más allá de las
discrepancias y las
vanidades, y dirigido
por el criterio futbo-
lístico no servía ya a
sus fines, como eran
ingresar por la mar-
cha de Rodrigo o re-
valorizar con minutos
al coreano Lee.
La tentación de buscar momentos, palabras
o gestos concretos entre los protagonistas que
hayan provocado el estallido es alejarse de la

razón fundamental, y es la disparidad en la
forma de entender un club que es también
una sociedad mercantil, cuyo dueño no se so-
mete a plebiscito alguno de sus socios. Gana,
pues, el dinero y pierde el fútbol.
Mateu Alemany puede ser diplomático
hasta el exceso, pero es un gestor solvente.
Marcelino puede ser frontal hasta la insolen-
cia, pero es un entrenador acreditado. Con
sus decisiones y su trabajo consiguieron de-
volver al Valencia a su segmento, como es el
de jugar la Champions, alcanzar una semifi-
nal de la Europa League y ganar una Copa.
El salto siguiente, el dado por el Atlético, ne-
cesita una maduración mayor, además de

una inversión colosal. Ese trabajo había sido
reconocido por Javier Tebas y hasta el con-
sejero de cámara de Lim, Jorge Mendes,
previno al propietario en su primer intento
de echar a Alemany, que continúa por una
cuestión económica: la indemnización. La
comunicación con el dueño, sin embargo, era
un drama, únicamente a través del whatsapp
de su presidente títere, Anil Murthy.
Marcelino cae, pero lo hace con el apoyo
de la plantilla, al contrario de lo que ocurrió,
por otras razones, en Villarreal. Después de
sentirse traicionado por el no fichaje de Ra-
finha, escogió el único lado que puede esco-
ger un entrenador, aunque sea para perder.

LIBRE DIRECTO


ORFEO SUÁREZ


Traición


al fútbol


Sólo una cláusula por
la que debe indemnizar
al club impide la
dimisión de Alemany
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