El Mundo - 12.09.2019

(Marcin) #1

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19:30


Antes los progres eran cinéfilos y llama-
ban capitalismo a lo que ahora los seriéfi-
los llaman neoliberalismo; queda más fi-
no, menos arcaico. Describen el neolibe-
ralismo como un sistema que deja que los
ladrones se vigilen e impidan la vuelta del
keynesianismo. Figuras del neoliberalis-
mo fueron la Thatcher y Reagan; contrafigura fue Fidel que
dijo en un largo discurso que el neoliberalismo era la fórmu-
la para saquear a los pueblos. Juan Carlos Monedero ha di-
cho en una entrevista en Cuarto Poder que la socialdemocra-
cia fue en Europa la gran articuladora de los procesos neoli-
berales y que la traición de la socialdemocracia ha
conseguido que la UE sea la caricatura en la que se ha con-
vertido y el gran contenedor del fascismo. «El PSOE –ha aña-
dido– está más cerca de la derecha que del pueblo y hace lo
posible porque Podemos desaparezca». El que fue uno de los
fundadores de Podemos no descarta un nuevo 15-M.
En la letanía diaria, las izquierdas culpan a los neolibera-


les de los recortes del estado de bienestar y hasta de la desin-
tegración de los casquetes polares. Contra el neoliberalismo
estalló aquel populismo antieuropeo con el grito de Beppe
Grillo: «Non si può mentire per sempre al popolo senza subi-
re conseguenze». Según el relato de la extrema izquierda, una
banda de ladrones ha tomado el poder en la globalización y
viajan en limusina Rolls-Royce, mientras un inmenso ejérci-
to de pobres no tiene dinero para cambiarse los piños. Cul-
pan a la UE neoliberal del efecto llamada, apoya la libre cir-
culación de capitales y no la de emigrantes desesperados.
Monedero dice en esa misma entrevista que España ha pues-
to concertinas que son casi campos de concentración.

Para Podemos los emigrantes son los
nuevos esclavos, aunque según Marx,
sin la esclavitud no habría algodón y sin
algodón no habría industria. Sea culpa
del neoliberalismo, o que la historia recu-
la, lo cierto es que cada jornada nos tro-
pezamos con un ríder, un esclavo en bi-
cicleta, español o emigrante, con una caja a la espalda en la
que lleva comida caliente. Trabaja 12 horas al día jugándo-
se la vida y se paga el teléfono, la bici y hasta la caja. Miles
de mujeres de Perú, Colombia, Honduras y República Do-
minicana llegan sin papeles, con el viaje pagado por las ma-
fias y viven cuatro o cinco en la misma cama hasta que con-
siguen ser internas en alguna casa para poder mandar, de
lo poco que ganan, más de la mitad a sus hijos que han que-
dado en sus países. Es la nueva esclavitud: pisos pateras,
emigrantes ilegales, contratos basura, parados intermiten-
tes, trabajos precarios, esclavos posmodernos, nueva trata,
y el PSOE cada vez más neoliberal.

Pregunta.– De hombre del tiempo a jefe de
guión de la serie española más exitosa, pasan-
do por presentador de prime time, columnis-
ta y novelista. ¿Cuántas vidas ha vivido ya?
Respuesta.– He tenido tres vidas. Primero,
hasta la adolescencia; luego, cuando me con-
vierto en periodista y vivo de ello, y esta terce-
ra que tiene algo increíble: empezar con una
cosa totalmente nueva a los treintaytantos es
la leche y que te vaya bien, ya es la releche.
P.– ¿Fue una reinvención muy planificada?
R.– Me iba muy bien. Estaba en la tele, en la
radio y en la prensa. Y de repente lo dejé todo
porque tenía la sensación de que había que
liarla a nivel internacional. Se lo dije a Álex Pi-
na (creador de la serie), me respondió que lo
haríamos, nos dimos la mano y aquí estamos.
P.– Pero con retardo, porque el estreno de la
serie en Antena 3 no fue un éxito...
R.– Al contrario. La vida de La casa de papel
es la historia de un fracaso. Antena 3 recortó


el número de capítulos y la sensación no era
nada halagüeña. Yo ya estaba en otros pro-
yectos, aunque tenía la idea de que esta pobre
serie merecía algo más... y entonces sucedió.
P.– ¿Cómo?
R.– Sin promoción ni nada. Netflix la metió
en ese montón de series que tiene, que es co-
mo el cajón de los calcetines que nunca miras
de donde sólo te puede rescatar el algoritmo,
y en un alarde de inteligencia no le dimos nin-
guna importancia. Pero, de repente, un día
aparece un tifo de la serie en un estadio de
fútbol de Arabia Saudí. Luego, en Brasil era el
disfraz más vendido en el Carnaval. Y desde
ahí ya no hay orden ni control.
P.– ¿Qué pensó cuando aquello empezó?
R.– Que un chino había visto antes que noso-
tros el potencial de vender máscaras de Dalí.
P.– ¿A qué achaca que tanta gente en tantos
países se enganchase a una serie española sin
promoción ni estrellas?
R.– Tiene que ver con la mirada periférica,
porque hemos penetrado muy bien en todos
los países no anglosajones. Audiovisualmen-
te, el siglo XX es el cine y el cine han sido
EEUU y un poco Inglaterra lanzando mensa-
jes a todo el mundo. Nosotros somos periféri-
cos y entre los periféricos nos reconocemos
en el lenguaje de los costados del mundo.
P.– En La casa de papel, los ladrones son los
héroes para la gente. ¿Qué mensaje hay ahí?
R.– Que no hay mejor villano que un banco.
P.– ¿Echa de menos el periodismo?

R.– Algunas cosas. El periodismo tiene una
cosa fantástica: estás en contacto con los me-
jores seres humanos de tu tiempo o con seres
humanos normales en la circunstancia más
extraordinaria de su vida, de manera que es-
tás viendo fenómenos todo el tiempo.
P.– ¿Qué importancia tuvieron las redes socia-
les en el boom de La casa de papel?
R.– Bastante, ha sido una locura. Pero tengo
muchas dudas con nuestra huella digital co-
mo sociedad, porque se está jugando una ba-
talla muy importante con nuestros datos.
¿Cuánto va a tardar en tener mi seguro médi-
co los datos físicos que me toman el móvil o el
reloj? Llevamos un aparato político en el bol-
sillo y no nos damos cuenta. Todo es política.
P.– Hablando de política, han convertido un
himno antifascista como Bella ciao en un hit.

R.– Sí, y ahora hay gente que dice que no se
politice Bella ciao. Eso es un ultraje. Es una
canción que siempre ha estado en los mismos
lugares de reivindicación y lucha, en el lado
adecuado del mundo. Y no usas una canción
así en una serie sin saber su historia y lo que
representa, que son valores muy positivos.

LA ENTREVISTA FINAL


JAVIER GÓMEZ SANTANDER Peñacastillo, 1983. Asentado como presenta-
dor (‘La sexta columna’) y columnista, lo dejó para escribir una serie y ver qué pasaba.
Lo que pasó fue que ‘La casa de papel’ es un fenómeno mundial y él su jefe de guión.

Esclavos en


bicicleta


EL RUIDO DE LA CALLE


RAÚL DEL POZO


OLMO CALVO

¿CUÁNTO PUEDE ALARGARSE
UNA SERIE SOBRE UN GRUPO
DE LADRONES QUE YA NO
NECESITAN ROBAR? Ni me lo
planteo. Vamos partido a partido, como Simeone.
Capítulo a capítulo, secuencia a secuencia. Si no,
te abruma. Planeas líneas generales y arrancas.
Si se te ocurre pensar en la serie en su conjunto,
se te cae encima un edificio de 20 plantas.

LA ÚLTIMA


PREGUNTA


«La vida de ‘La


casa de papel’


es la historia


de un fracaso»


IÑAKO DÍAZ-GUERRA


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