El Mundo - 12.09.2019

(Marcin) #1
EL MUNDO.

HOJA Nº (^26) P A P E L JUEVES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019
A R T E
SE VA EL
‘BOTTICELLI’.
¿REGRESARÁ
A ESPAÑA?
POR DARÍO
PRIETO MADRID
P&R
exportable, se puede
conceder «un permiso de
cinco años, prorrogable».
En ese plazo, «la obra
debe volver a España o
bien renovarse su
permiso». Es decir, que
podría permanecer años
fuera de nuestro país a
base de prórrogas. El
órgano consultivo
encargado de renovar o
denegar dicho permiso es
la Junta de calificación
existente dentro del
Ministerio y que reporta
al director general de
Bellas Artes. «El Estado
mantiene así cierto
control sobre las piezas»,
apuntan desde Cultura.
P.¿Cómo actúa la Junta de
calificación de los BIC?
R. Es la Junta la que
dictamina si, por ejemplo,
una obra puede viajar o
no para una cesión
temporal (por ejemplo, a
un museo con motivo de
una exposición) y las
condiciones de retorno:
«Si no se cumplen esas
condiciones, puede
La noticia de que el
cuadro de Sandro
Botticelli Retrato de
Michele Marullo
Tarcaniota saldrá de
España para ser vendido
en Londres, a pesar de
estar protegido como
Bien de interés cultural
(BIC), ha abierto un
debate sobre el alcance
de este tipo de
salvaguardas. El cuadro,
que fue adquirido por el
político catalanista (y,
posteriormente,
franquista) Francisco
Cambó (1876-1947) en
1929, ocupará el stand de
la galería Trinity Fine Art
en la feria Frieze
Masters, que se celebra
del 3 al 6 de octubre en
Londres.
P. El Gobierno dice que el
cuadro «no va a poder
desvincularse de España
nunca». ¿Qué significa?
R. Fuentes expertas en
Patrimonio Histórico del
Ministerio de Cultura y
Deporte explican que, si
bien la obra no es
considerarse tráfico
ilícito, según el real
decreto 111/1986, y
pasaría a titularidad del
Estado». En cualquier
caso, el nuevo propietario
«debe informar» de la
situación de la pieza en
todo momento.
P. ¿Existe algún precedente?
R. Un caso que da pistas
sobre lo que podría
ocurrir es lo sucedido con
el banquero Jaime Botín,
hermano de Emilio Botín,
quien en 2015 pretendió
sacar de España, a través
de un velero de lujo, un
cuadro de su propiedad
(Cabeza de mujer joven,
de Picasso), también
protegido. La Fiscalía
solicitó cuatro años de
cárcel y 100 millones de
euros tras acusarle de un
delito de contrabando y el
cuadro fue depositado en
el Museo Reina Sofía. «Es
mi cuadro. No es
Patrimonio Nacional y
puedo hacer lo que quiera
con él», dijo en su
momento Botín al New
York Times.
P. ¿Estudia el Gobierno de
España comprar el cuadro?
R. Fuentes oficiales de
Cultura descartan que el
Estado pretenda adquirir
la pieza, ya que, «por el
momento, no hay oferta
ninguna» por parte de los
herederos de Cambó,
entre los que se
encuentra el ex político
(Convergència i Unió) y
ex director general del
Instituto de la
Cinematografía y de las
Artes Audiovisuales
(ICAA), Ignasi Guardans.
P. ¿Quiénes son los
vendedores?
R. Cambó sólo tuvo una
hija, Helena, nacida en
Zúrich en 1929. En 1951 se
casó con el abogado y
político monárquico
Ramón Guardans, que fue
secretario del consejo
privado de Don Juan de
Borbón, conde de
Barcelona y abuelo de
Felipe VI. Tras la muerte
del fundador de la Lliga,
Helena comenzó diversas
actividades de mecenazgo,
entre las que destaca la
gestión de la colección
pictórica de su padre y las
cesiones o préstamos
realizados al
Ayuntamiento de
Barcelona y al Museo del
Prado. Por este motivo,
ocupa un puesto en el
patronato de honor de éste
último y en el del Museo
Nacional de Arte de
Cataluña (MNAC), que
custodia parte de este
legado. Toda esta labor se
culminó en 1999 con la
constitución de la
Fundación Institut Cambó,
que aglutinaba las diversas
actividades llevadas a cabo
por la familia, como la
Fundació Bernat Metge
para la traducción al
catalán de obras clásicas,
la Fundación Bíblica
Catalana o los benefactores
de las obras de ampliación
de la Sagrada Familia de
Barcelona. En 1996
ingresó en la Real
Academia Catalana de
Bellas Artes de San Jorge,
precisamente con un
discurso sobre el retrato de
Marullo, que en tanta
estima tuvo su padre
durante el final de su vida.
El lienzo de Botticelli en el Museo del Prado en 2004, cuando comenzó su cesión a la pinacoteca que terminaría 12 años después. EFE
«Ahora mismo, todos los
grupos entrenados para
el odio disfrutan de su
momento de gloria.
Vivimos, de hecho, un
tiempo similar al que
sufrió Europa en los
años 30». El
entrecomillado es de un
polinesio nacido en
Wellington (Nueva
Zelanda) y con
ascendencia judía. Su
nombre es Taika Waititi
y desde hace unos días
es la persona más citada
en el Festival de cine de
Toronto. Antes del
domingo por la noche,
pasaba por ser el
director más irreverente
y provocador del
panorama
cinematográfico. Y todo
ello por la posibilidad de
una película, Jojo Rabbit,
que se anunciaba como
una «comedia nazi» en la
que el propio director
encarna a Hitler.
Después, y con la cinta
ya estrenada, no hay
forma de ponerse de
acuerdo. Los hay que le
tachan de bluff que no
pasa de ser un producto
condescendiente
diseñado para los Oscar
y para que el público
más o menos moderno
se sienta bien. Otros le
recuerdan que con según
qué cosas no se bromea.
Y los últimos... un poco
de calma por favor: sólo
Festival de Toronto.
Taika Waititi aspira
a los Oscar con la
“comedia nazi” ‘Jojo
Rabbit’, en la que
un niño alemán tiene
al Fürher como
amigo imaginario
DISNEY
CONVIERTE
A HITLER
EN EL
AMIGO DE
LOS NIÑOS
es ficción y es potestad
de la ficción forzar a ver
las cosas de nuevo y de
otro modo. Y aquí, la
película cumple y, por
momentos, desarma.
La cinta se limita a
describir, en un tono entre
naíf y sólo deslumbrado, la
entrada en la edad adulta
de un crío. Lo peculiar y
fuente tanto de la
polémica como de los
muchos nervios es el
ambiente. Estamos en la
Alemania nazi, el chaval
pertenece a las juventudes
hitlerianas como antes que
él lo hicieron el filósofo
Jürgen Habermas o el
Nobel Günter Grass y,
ante la ausencia del padre,
recurre a la figura del
Führer como su amigo
imaginario.
El joven atiende al
nombre de Jojo Betzler y
está interpretado con una
certeza cerca del asombro
por el chaplinesco actor
infantil Roman Griffin
Davis. El mote y nombre
de la película le cae
encima cuando se niega a
cumplir con el ritual ario
de degollar a un conejo.
Más adelante, todo su
mundo de color pardo se
vendrá abajo cuando
descubra que su liberal y
encantadora madre
interpretada por Scarlett
Johansson oculta en casa
a una niña judía tapiada
como si de la misma Ana
Frank se tratara.
Pero para entender el
ruido de la polémica tan
importante es el asunto
como, de forma más
general, el ambiente. La
productora es Fox y Fox
desde hace meses es
Disney. Apenas
anunciada la fusión,
Variety publicó que
varios directivos de la
casa del ratón no estaban
cómodos con la idea. La
noticia corrió a ser
desmentida por el propio
Waititi. No en balde, el
director de comedias
descacharrantemente
ácidas como Lo que
hacemos en las sombras,
lo es de igual modo de la
superheroica Thor:
Ragnarok y por ello
también responsable de
los 850 millones de
recaudación mundial. Es
decir, Disney le debe
mucho.
POR LUIS
MARTÍNEZ TORONTO

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