Yoga Journal Spain N.96 — Julio-Agosto 2017

(Greg DeLong) #1
julio-agosto 2017

revistayogajournal.net

Más impresionante que las cifras, es la
capacidad del Camino de Santiago para
convertirse en un crisol en el que cual-
quier búsqueda, espiritual o no, encuentra
el espacio para avanzar. Este invierno
comencé a caminar el Camino Francés
por un proyecto profesional, buscando el
Yoga que se podía encontrar durante la
ruta. El resultado desbordó cualquier
expectativa y el plan inicial de caminar
durante un mes, acabó siendo un pere-
grinaje de tres meses. En este tiempo he
compartido el camino con practicantes y
profesores de Yoga de varios países de
Europa, Asia y América; chamanes de
Estados Unidos, que han caminado hasta
Santiago varias veces; mujeres musulma-
nas que realizaban el Camino por su
empoderamiento; Hinduistas venidos a
encontrar silencio...¡desde la India!;
sacerdotes católicos con los que he com-
partido ideas sobre los chackras; gente
que ha renunciado voluntariamente a su
dinero y lleva años caminando, budistas,
músicos de bowls tibetanos, judíos, sufis-
tas, estudiantes de la Cabala, rastafaris
.... ¡Todo tipo de buscadores encuentran
aquí un espacio que les permite respe-
tuosamente “Ser”! ¡Igual que en el Yoga!


De la union de caminos
nace la magia
Es difícil poner en palabras como estos
meses caminando y compartiendo
momentos con los peregrinos y la gente
de los pueblos de España expandieron mi
mente y mi Yoga. A nivel físico, caminar
unas seis horas de media al día evidente-
mente fortalece el cuerpo y eso se refleja
en la esterilla. La respiración también se
expande. Pero lo que más me sorprendió
es descubrir que mi cuerpo también iba
ganando flexibilidad. Mientras caminaba,
mi autopráctica de asanas era sobre todo
para estirar, relajar y darle un poco de
cariño a los músculos que se quejaban. No
buscaba más de mis sesiones entre las
camas del albergue, o en escondites que
encontraba por el camino o en los pue-
blos. Y sin embargo, no había visto antes
mi práctica avanzar a nivel de flexibili-
dad de esa manera; ni en épocas de for-
mación en las que practicaba unas ocho
horas al día. Para mí esa fue una de las
primeras señales de que lo que estaba
ganando en el Camino es flexibilidad en la
mente. Tal y como nos explica el principio
de unión cuerpo-mente del Yoga, un
cuerpo flexible es una mente flexible...y

viceversa. Y es a nivel de la mente donde
el Camino hace la gran transformación.

El Yoga nos ayuda a comprender cómo
el Camino crea nuevos espacios en nues-
tra mente. Para empezar, el Camino nos
permite explorar nuestros límites y acep-
tarlos con humildad cuando son reales.
El Camino nos para cuando nos tiene que
parar, y para muchos, este es el gran
aprendizaje de la práctica; aprender a
aceptar que no siempre vamos a conseguir
lo que pensábamos (¡y que no pasa nada!)
El peregrinaje es una actividad tan intensa
físicamente que si mentalmente no estás
preparado para aceptar tus limites y
entender que no hay nada que conseguir
en el Camino, aparte de caminar, suele
ser la primera lección que nos enseña.
Otra de las enseñanzas del Yoga que se
práctica a diario en el Camino, es a no
apegarnos a nuestros pensamientos, emo-
ciones o sensaciones. La mente es muy
persistente cuando quiere que nos crea-
mos que algo es realmente “muy impor-
tante”, “necesario”, “bueno” o “malo”
para nosotros. El Yoga y otras prácticas
nos enseñan a empezar a tomar estos
mensajes de mente menos en serio. El

Vengas de donde vengas, seas de donde seas... caminar hacia Santiago es una oportunidad única para observar, y para aprender.

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