Yoga Journal Spain N.96 — Julio-Agosto 2017

(Greg DeLong) #1

80


MAYTE CRIADO


Opinión


julio-agosto 2017

revistayogajournal.net

Especializada en la formación de profesores de Yoga desde una visión integradora y evolucio-
nista, Mayte Criado comparte con Yoga Journal una magistral clase sobre cómo encontrar la
propia voz a la hora de enseñar y cuáles son las herramientas para lograrlo.

CUANDO UN/A PROFESOR/A DE YOGA comienza a impartir sus
clases, una de sus primeras inquietudes deriva del hecho de poder
encontrar la voz ideal para ofrecer instrucciones y, sobre todo,
para transmitir la imagen que se han forjado de sí mismos en
relación al modelo de profesor/a que albergan en su mente o que
imaginan que los alumnos pueden desear. Es muy común a todos
esta preocupación por dar “la talla” para parecer un buen guía o
un buen maestro, en especial por sonar suficientemente yógui-
cos. Tanto es así, que muchas veces nos olvidamos de nosotros
mismos, y en vez de buscar la voz de nuestra propia autenticidad,
perseguimos parecer lo que no somos o imitar a aquellos a los
que admiramos o simplemente nos sonaron alguna vez adecuados
para impartir una clase de Yoga.

Ser un buen profesor de Yoga tiene mucho que ver con trans-
mitir. Pero ¿qué es en realidad aquello que nuestra voz transmite
y que se ofrece junto a las indicaciones, las sugerencias o las ins-
trucciones que damos en cada clase? ¿Cómo debo sonar? ¿Cuál
es el tono de esta fase o de esa otra, cual es el volumen perfecto,
cuánto énfasis debo poner? ¿Cómo puedo saber si me oyen los
alumnos que se sitúan más atrás?

A veces, este tipo de cuestiones parecen ser resueltas con el
uso de palabras más o menos poéticas, más o menos floridas, más
o menos escuchadas una y otra vez en las salas de Yoga y en los
ambientes ad hoc: “sentir la conexión con la tierra” “notar la luz
del corazón” “abrirse a la vida” “proyectarse hacia el cielo”. Son
muchos los profesores principiantes que además las envuelven

Por Mayte Criado.
Directora y fundadora
de la Escuela Internacional
de Yoga.

con una voz muy bajita, susurrante, lenta y etérea, más para
esconderse detrás que para mostrar algo de sí mismos.

En estos ya 20 años de experiencia formando instructores/
profesores de Yoga, he podido constatar el agotamiento que
supone ese recorrido inicial hasta encontrar la propia voz y
poder ofrecerla tal cual es, en una sesión de Yoga y ante los oídos
de los alumnos. También en mi propia vivencia, cuando comencé
a impartir mis primeras clases, me sentí más que limitada y
cansada por tener que imitar, perseguir una imagen concreta a
través del sonido de mi voz y, en definitiva, parecer lo que no soy.

En la formación de un buen profesor de Yoga, que alcanza
su esplendor con la experiencia real, hay un momento en el que
se dimite de tamaña tropelía. Querer ser lo que uno no es o lo
que le queda lejos, supone un desgaste que tarde o temprano
se abandona. Es ahí, en medio de la realidad del profesor, que
con su título debajo del brazo y ya impartiendo sus clases, este
proceso alcanza su cima para una de dos: o comprender que no
se ha elegido la tarea ideal, o bien dar un salto crucial hacia uno
mismo y dejarse perder en los abismos de la verdad que uno
es. Ser uno mismo abre la puerta de la autenticidad. Atrave-
sarla significa encontrar la propia voz, transmitir con el propio
sonido, encontrar las palabras, el tono, el brillo, el énfasis o la
cadencia adecuados a cada momento de la sesión.

A partir de esa profunda reconexión, las técnicas para impos-
tar la voz son herramientas que solo pueden iluminar lo que ya

La voz


del profesor


de yoga:


la puerta de


la autenticidad

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