Cine Premiere N.274 – Julio 2017

(Kiana) #1

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HANS ZIMMER
MÚSICA PARA EL RESCATE
LA CONSUMACIÓN DE
propiciándose un nivel de confianza pocas veces visto
en el olimpo cinematográfico. La inclusión del órgano
de iglesia en el tema principal –y en toda la banda sono-
ra– no fue idea de Zimmer, sino una sugerencia del di-
rector inglés, convencido de que no había mejor forma
de viajar al futuro que a través del pasado.
Uno de forma narrativa y otro con un manojo de
partituras, ambos hombres han conseguido con su
simbiosis tocar el alma del espectador. Ambiciosos y
honestos, nos han mostrado mundos llenos de claros-
curos, donde de un momento a otro lo ra-
cional se torna en emoción y el miedo en
regocijo: así, tal y como sucede en las gue-
rras y en los enamoramientos, en las luchas
de poder y en las historias familiares. Así, tal
y como ocurre en esa suma de tiempo que
llamamos vida. –CARLOS JESÚS GONZÁLEZ
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y escucha una
lista con los
mejores temas
de Hans Zimmer
en el cine de
Christopher
Nolan.
os trailers de Dunkerque han bastado para revelarnos lo
más importante. Y cuando decimos “lo más importante”,
no hablamos de las escenas que nos anuncian una cinta bé-
lico-histórica de proporciones apoteósicas, sino del esperado
regreso de la dupla Nolan-Zimmer, que, desde hace mucho
tiempo, ha cautivado al cinéfilo melómano o a quien conside-
ra al cine una manifestación artística sin parangón.
Su alianza la representa ahora el sonido de un reloj que se
repite de manera obsesiva: Tic, tac; tic, tac. Se escucha, mien-
tras observamos a soldados que se repliegan en la arena. Tic,
tac; jóvenes, quizás algunos menores de 20 años, se tapan los
oídos para protegerse del estertor de los bombardeos. El re-
loj funge como recordatorio de la crueldad del tiempo, de su
implacabilidad a la hora de decidir el destino de los hombres.
Tic, tac. El sonido se hace más fuerte y, de manera gradual,
también la nota repetitiva que lo acompañaba desde el princi-
pio y que casi termina por rebasarlo en volumen. No deja de ser
curioso que en el segundo trailer, el sonido del reloj haya sido
suplido por el latido de un corazón. Aunque también es lógico:
éste no es más que un reloj de carne con fecha de caducidad.
Obsesiones compartidas
El tiempo ha sido obsesión temática tanto para Christopher
Nolan como para Hans Zimmer. También ha sido el elemen-
to encargado de conjuntar sus talentos. No hace demasiadas
décadas, Zimmer era un alemán nerd de los sintetizadores a
quien el destino colocó en el primer videoclip transmitido por
MTV: “Video Killed the Radio Star”, de The Buggles. Allí se
lo ve hacia el final de la canción, vestido de negro y con cara
de “no sé qué hago aquí”. Nolan es casi 15 años menor que él,
así que para 1981 –que es cuando se transmitió el video–, pro-
bablemente estaría mirando una y otra vez La guerra de las
galaxias y fantaseando con el momento en el que sus padres
finalmente le dejarían ver 2001: Odisea del espacio.
Hoy, tras esa brutal colisión creativa que tuvo lugar en
Batman inicia, la mancuerna Nolan-Zimmer es tan potente
como la Spielberg-Williams o la Hitchcock-Herrmann. De la
misma manera en la que uno no puede ver una bañera de mo-
tel sin pensar en los siniestros “güiii-güiii” de cuerdas estriden-
tes de Psicosis, es imposible evocar algún sueño o tropezarse
con un trompo y no recordar el piano melancólico y minima-
lista que ornamenta El origen y que lleva el título de “Time”.
Es imposible negar el virtuoso resultado que esta colabo-
ración plasmó en la trilogía de Batman, en la que violines y
trombones ascienden en violento crescendo –como si los di-
rigiera un Herbert von Karajan en anfetaminas–; o en el score
de Interestelar, filme al que ambos llegaron en su mejor forma,
L
FOTO: NEWSCOM

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