El Mundo - 30.10.2019

(Sean Pound) #1

EL MUNDO. MIÉRCOLES 30 DE OCTUBRE DE 2019 HOJA Nº 25
P A P E L


C A M P U S

La generación más
preparada de la historia
tiene su correspondencia
en datos y en hechos. Y no
es un tópico. Según la
última Encuesta de
Población Activa (EPA),
un 33,2% de la población
entre 25 y 34 años tiene
educación superior, frente
a los ocho de cada diez
mayores de 35 años sin
estudios, cuantificados a
principios de los 90. Y esos
jóvenes, además,
proyectan ideas de
negocio innovadoras
como un exoesqueleto
biónico que permite volver

Emprendedores.
Jóvenes talentos
presentarán sus
‘startups’
tecnológicas en la
cuna de la innovación
mundial, gracias al
programa ‘Explorer’
del Banco Santander

BUSCADO-


RES DE


ORO EN


SILICON


VALLEY


POR RUTH DÍAZ
MADRID

a usar las manos con
movilidad reducida; una
herramienta de
comunicación a tiempo
real entre personas sordas
y no sordas; una
productora de biotintas
para impresión 3D o,
incluso, un localizador de
abejas reinas para los
apicultores.
Son algunos de los
proyectos de los
emprendedores
seleccionados en la novena
edición del programa
Explorer del Banco
Santander, que viajarán a
Silicon Valley con la
intención de buscar socios
internacionales y la
financiación necesaria para
poner en pie sus propias
startups. Allí, visitarán
empresas como Facebook,
Apple, Google o Airbnb,
asistirán a masterclasses
en la universidad de
Stanford o en el centro
académico Singularity y
ampliarán su red de
contactos profesionales y
de inversores. La
experiencia aporta las
bases fundamentales para
todo emprendedor, pues es
«un buen empuje para
hacer crecer el proyecto»,
recuerda Ainhoa Cid, CEO
de la startup Karten Space,
que terminó ganadora en
2015 entre los jóvenes
seleccionados del
programa Explorer (antes
conocido como YUZZ).

«Tuve la sensación de que
las empresas fomentaban
que los trabajadores
tuviesen iniciativas propias,
que éstos no dudaban en
lanzar ideas fuera del
ámbito marcado y que se
apostaba por el crecimiento
personal y profesional de
cada uno. Es un modelo
bonito», prosigue Cid. Su
negocio desarrolla y pone
en órbita nanosatélites que
recogen imágenes de la
tierra y que, a través de
teledetección, deep
learning e inteligencia
artificial, permite a sus
clientes (empresas
energéticas, de la
construcción y de
infraestructuras) conocer
qué sucede en cualquier
localización del planeta.
Reconoce Cid que los
comienzos fueron
espinosos, pues en España
«no es fácil sacar adelante
casi ningún proyecto. El
movimiento inversor no se
asemeja al de los países
más punteros». Demanda a
los organismos públicos un
mayor fomento de «líneas
que permitan a las
pequeñas empresas dar
servicio a nuestras
instituciones». Una
reclamación nada trivial:
España es, junto a Italia, el
país europeo que más
adolece de fuga de
cerebros, según un informe
sobre la movilidad del
empleo en la zona euro,
realizado por el think tank
Bruselas CEPS. Entre 2007
y 2017, España perdió
cerca de 87.000
trabajadores con título
universitario o grado
superior. Entre los motivos,
sobresalen las diferencias
salariales y de desempleo y
la satisfacción vital. Y las
pérdidas no son sólo
cuantitativas. A falta de

respaldo económico, la
investigación en terapias de
cáncer ideada por
Nanocore Biotech,
ganadora de la edición
Explorer de 2016, no pudo
continuar, a pesar de que
sus nanopartículas
conseguían atacar
directamente a las células
tumorales y evitar así los
efectos secundarios de la
quimioterapia. Sus
creadoras, Yolanda
González y Edurne
Imbuluzqueta, ahora
trabajan para otras
empresas, mientras su
valioso hallazgo aguarda
en el cajón.
Mejor suerte ha corrido
la ganadora del pasado
año, Rated Power, que ya
puede presumir de nómina
de clientes, con Iberdrola o
Acciona, entre otros. Sus
tres fundadores crearon un
software para reducir a
unos minutos el tiempo y el
coste del diseño de plantas
solares fotovoltaicas a gran
escala. Su CEO, Andrea
Barber, califica el programa
Explorer de «excepcional»,
pues les preparó en
finanzas, marketing e
innovación, además de
dotarles de una inyección
económica. Su negocio se
propulsó como un cohete.
«Hacemos lo que nos
apasiona y contribuimos
con nuestro granito de
arena a reducir la huella de
carbono», resume.

Jóvenes del programa ‘Explorer’ sobre el puente ‘Golden Gate’ de San Francisco. ALBERTO DI LOLLI


alumnos tienen que hacer
más trabajos y prácticas, y
tú los corriges. Cada vez te
piden más funciones, pero
quieren que las hagas en tu
tiempo libre. Me supone
mucho tiempo y no me
lleva a ningún lado».
«Algunos alumnos
conocen la situación y
alucinan», completa otra
tutora en Madrid, que pide
no se cite su nombre. Tiene
la titulación de doctora y
más de una década de
experiencia en la UNED
que no le ha servido en su
desarrollo profesional. «No
puedo aparecer en un
equipo de investigación,
aparezco en una
subcategoría», asegura.
Tampoco ha visto
reconocidos por otras
universidades sus años de
docencia.
Esta profesora ilustra
cómo «la precariedad» le
pasa factura. «No puedes
vivir de esto, tienes que
coger todo lo que ofrecen y
estás haciendo siempre mil
cosas sin seguridad en
ninguna», detalla, antes de
agregar que en los últimos
tres años no ha tenido
tiempo para escribir ni un
artículo de investigación.
Su vida personal se
resiente.
«En una guardería
pública no puedes
acreditar que tienes un
trabajo, el médico no puede
darte de baja porque no
estás dada de alta, y todo
por unos 6.000 euros por
seis asignaturas al año...
Y si me echan, como no
tengo ningún derecho
laboral, ¿quién me
defiende?».
En las últimas elecciones
a rector de la UNED,
celebradas en 2018, los tres
candidatos prometieron
actualizar el régimen
jurídico de los tutores.
«Tenemos que ver cómo
afecta al colectivo global,
porque a gran parte les
podría dejar fuera», señala
el vicerrector Miguens.
Razona que la creación del
vínculo laboral podría
derivar en la
incompatibilidad de
funcionarios que dan
tutorías como
complemento a su trabajo.
«Una parte está a favor
de que se reconozca y otra
no quiere saber nada»,
continúa. Preguntado por


la sostenibilidad, en
términos de imagen, de
mantener a 6.004
profesores sin contrato,
contesta defendiendo la
sostenibilidad financiera:
«Tendríamos que ir a una
universidad más online y
sin tanta presencia de
tutores, lo que no es de
nuestro interés».
Para el secretario
general de Universidades
tampoco tiene sentido el
régimen jurídico actual.
«Es un problema muy
complejo, pero hay que
hacerle frente», afirma
José Manuel Pingarrón.
Describe a los tutores
como «un colectivo con
una casuística muy
amplia» y remarca la
dificultad de construir
«una figura legal que
abarque a todos». Cita las
consecuencias
presupuestarias que
supondría crear una
relación laboral y la
necesidad de «estudiar
hasta qué punto significa
un compromiso económico
que la UNED quizá no
pueda permitirse». Aun
así, prefiere no cerrar
ninguna puerta: «Si se
están conculcando
derechos, habrá que
ponerse manos a la obra
para que no sea así».

UN ‘MINIJOB’
Menos problemas
presenta la mejora en el
reconocimiento de los
méritos académicos.
El vicerrector Miguens
adelanta que estudian
crear «una figura propia
de la UNED, que tenga el
reconocimiento que se
merece por las agencias
de acreditación». «Nuestro
temor es que sea un
minijob, que impongan
desde arriba una figura de
mínimos sin consultar con
los de abajo», replica
Jaime de la Calle.
Todos se marcan como
prioridad mantener un
nivel que hasta hoy
satisface a los
matriculados. «Nuestro
estudiante es muy
agradecido, muy maduro»,
destaca el vicerrector. Los
testimonios de los tutores
aluden tanto a la
desmotivación como a la
vocación. Ante un café,
concluye Elisabeth: «Lo
mejor son los alumnos».
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