El Mundo - 05.11.2019

(WallPaper) #1

EL MUNDO. MARTES 5 DE NOVIEMBRE DE 2019
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MUNDO
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La aventura californiana de Manola
Pérez está llegando a su fin. Tras 18
años, esta profesora de colegio está
decidida a cambiar Los Ángeles por
Madrid. Muchos son los motivos, di-
ce, pero principalmente porque vi-
vir en la principal urbe del Estado
Dorado ya no es tan fácil ni llevade-
ro como solía ser. «Todo se ha pues-
to carísimo, desde comprar en el su-
permercado hasta la vivienda. Espe-
cialmente eso. Si hoy tuviera que
comprar la casa en la que vivo, sen-
cillamente no podría. Tendría que
ganar el doble».
Pérez, que emigró de Ciudad de
México con destino a Nueva York y
que ahora vive en Santa Mónica con
su marido y sus dos hijos, es el fiel
reflejo del deseo de éxodo de más
de la mitad de encuestados por la
Universidad de California en Berke-
ley. De acuerdo al estudio, un 52%
ha considerado mudarse a un lugar
más barato por los elevados precios
de la vivienda (en un 71% de los ca-
sos), para esquivar la fuerte carga
fiscal (58%), o por las políticas libe-
rales que imperan en Sacramento,
capital del estado.
La última es una cuestión que es-
tá afectando en especial a la mino-
ría republicana que reside en Cali-
fornia. La encuesta refleja que el 71%
de los conservadores ha estudiado
la posibilidad de trasladarse a otra
parte del país, empujados en parte
por un ambiente político que consi-
deran inadecuado para sus aspira-
ciones y estilo de vida.
En lo que ambas facciones políti-
cas coinciden es en el problema del
mercado inmobiliario. En tan sólo sie-
te años, el precio promedio de una
casa en California ha pasado de los
300.000 dólares (unos 272.000 euros)
a los 548.000 dólares (497.000 euros)
que cuestan ahora, de acuerdo a da-
tos del portal Zillow. Alquilar vivien-
da en Los Ángeles supone un desem-
bolso en torno a los 3.000 dólares al
mes de media y comprarse una casa
en San Francisco, una inversión de
1,3 millones de dólares.
Por eso, y por buscar una educa-
ción y un estilo de vida mejores, la
familia de Manola Pérez hará las ma-
letas en breve. Les salen los cálcu-
los. «Si vendo mi casa de Los Ánge-
les, más algunas inversiones que te-
nemos en California, podemos com-
prarnos una casa en Madrid al con-
tado y destinar el dinero a educación
y a vivir mejor».
Para los que optan por quedarse
en Estados Unidos, estados como Te-
xas, Arizona, Nevada, Colorado u Ore-
gón se han convertido en las alterna-
tivas más recurrentes. Fernando Fi-
gueroa, un inmigrante guatemalteco
de 65 años, hizo las maletas hace unas
semanas con destino a San Antonio.
«Allí puedo comprarme una casa por
poco más de 100.000 dólares», decía
con una amplia sonrisa antes de su
mudanza. Es cierto. El precio prome-
dio en esa ciudad texana es de 178.000
dólares por vivienda.
Mark DiCamillo, director de la en-
cuesta de la Universidad de Berkeley,
asegura en una entrevista telefónica
con EL MUNDO que el anhelo de
cambiar de aires de muchos califor-
nianos «es un problema que no se va

resolver de la noche a la mañana, es-
pecialmente por el asunto de la vi-
vienda». Eso pese a la promesa del
gobernador de California, el demó-
crata Gavin Newsom, de construir 3,5
millones de nuevas unidades antes
de 2025 para paliar la crisis inmobi-
liaria. De momento, el retraso es con-
siderable con respecto a lo previsto.
El mismo Newsom reconoció en
un escrito que existe «una crisis de
vivienda asequible, impulsada por
un simple argumento económico.
California está produciendo muchos
más empleos que hogares. Propor-
cionar una vivienda adecuada es fun-
damental para el crecimiento de la
economía del estado».
Aún así, todavía hay muchos que
perciben California como la tierra de
las oportunidades. Depende, claro
está, del prisma político por el que se
inclinen. Un 82% de demócratas cree
que se puede triunfar y vivir bien en
el estado más poblado del país fren-
te a un 44% de republicanos. Éstos
entienden que el exceso de regula-
ciones y trabas burocrá-
ticas hace muy difícil la
vida al empresario y al
emprendedor.
Espoleada por esos
vientos liberales, Cali-
fornia se ha converti-
do en la quinta econo-
mía del mundo, atrave-
sando, sin duda, el me-
jor momento de su his-
toria, aunque se esté
cobrando unas cuan-
tas víctimas colaterales. No todo el
mundo puede ni está dispuesto a
aguantar el ritmo.
DiCamillo cree que es interesante
que, pese a todos los factores en con-
tra, se mantenga la percepción en la
encuesta de que California sigue sien-
do un lugar idílico en muchos aspec-
tos. El clima cálido, sus famosas pla-
yas, las enormes oportunidades labo-
rales o las múltiples opciones de en-
tretenimiento son algunos de los fac-
tores más citados a la hora de decan-
tarse por esta parte del mundo.
«El 50% lo describe como uno de
los mejores lugares para vivir», co-
rrobora DeCamillo. «Es una pregun-
ta recurrente que hemos hecho a lo
largo de los años y el dato es supe-
rior al de décadas anteriores. El bri-
llo de este estado se mantiene, pero
hay mucha presión sobre esa misma
gente que, muy a su pesar, está pen-
sando en mudarse».
Este experto está convencido de
que un porcentaje importante de los
conservadores cumplirán su prome-
sa y «se acabarán marchando, lo que
convertiría el estado en más azul to-
davía». Es decir, demócrata, un terri-
torio que en las últimas elecciones ge-
nerales, la candidata de ese partido,
Hillary Clinton, ganó por más de cua-
tro millones de votos.
El problema para ese sueño liberal
es que el estado podría empezar a per-
der población. De acuerdo a datos del
fisco estadounidense, casi cinco mi-
llones de personas salieron de Cali-
fornia frente a los 3,9 millones que
llegaron. Eso sí, los 480.000 nacimien-
tos de 2018 han ayudado a mantener
la curva ascendente. Llegan en un
momento clave para su tierra.

El silencioso


éxodo del


‘Estado Dorado’


California sufre una fuerte emigración por


el elevado precio de la vivienda y la carga


fiscal, así como por los excesos regulatorios


que desagradan a los votantes republicanos


POR PABLO SCARPELLINI


LA MIRADA DEL
CORRESPONSAL

EEUU
LosÁngeles

UNA OLA
PARA RICOS.
A muchos
californianos
no les salen las
cuentas y tienen
que hacer las
maletas. REUTERS
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