El Mundo - 05.11.2019

(WallPaper) #1

EL MUNDO. MARTES 5 DE NOVIEMBRE DE 2019
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E S P A Ñ A


RECHAZO A UN ACTO DE VOX
La Junta de PP y Cs, asociaciones vecinales,
la izquierda... Todos desmintieron a Vox, que
en un acto en Sevilla, junto a un centro de
menores inmigrantes y con Rocío Monasterio
al frente, denunció las «manadas» de menas
(inmigrantes) y «el acoso a chicas» del barrio.

LOS ACTOS DE HOY


SÁNCHEZ. Valladolid (13.00),


Badajoz (17.00) y Gijón (20.00).


CASADO. Santander (13); Oviedo (18.30).


RIVERA. Valencia (19.00).


IRENE MONTERO. Pamplona (11.45).


ABASCAL. Dos Hermanas, Sevilla (20.00).


Dice el CIS que un 1,6% de los españoles ve la
situación política buena/muy buena. El 42,1%,
muy mala; el 36,8%, mala y el 17,9%, regular.

42,1 %

Estaba cantado que este único debate a cinco de unas
elecciones tristes iba a ser igual de triste y lastimoso.
Un compendio de tertulia televisiva, mitin para conven-
cidos, exhibición de demagogia a raudales, datos ine-
xactos –por ser suaves–, argumentarios de adoquín,
desconocimiento oceánico de la legalidad constitucio-
nal en materia de Estado autonómico, preguntas que
no conducían a ningún sitio y respues-
tas que tampoco. Los cinco líderes po-
líticos españoles se hablan poco –por
eso no hay Gobierno y se celebran tan-
tas elecciones–, y tampoco se escu-
chan demasiado. Ante la atenta mira-
da de los moderadores, Ana Blanco y
Vicente Vallés –que sí preguntaron
bastante–, los ciudadanos que votarán
el domingo pudieron ver a cada uno
de los candidatos en su salsa propia. Cuando la origi-
nal realización de la Academia se lo permitió, claro.
Ellos decidieron presentarse así. Pablo Casado en-
fadado y subiéndose por encima del atril cuando inter-
pelaba a Sánchez para salir del debate convertido en
alternativa de Gobierno. Tal vez sus asesores le reco-
mendaron que endureciera el tono e interpelara al can-
didato socialista al modo de los tertulianos más ague-

rridos para que no se le vayan más votos a Vox. Para-
dójicamente –o no– Santiago Abascal estuvo de lo más
educado y cortés. Ni pizca de tensión mandibular ni
muscular. Sumamente sereno y natural, incluso cuan-
do desgranaba datos falsos o proponía cargarse de un
plumazo la legalidad constitucional y el Estado auto-
nómico. Albert Rivera sacó su lado meritorio –sin re-
nunciar a sus muestrarios– para que los votantes de
Ciudadanos perdonen sus errores y vuelvan a casa. Pe-
dro Sánchez mostró su perfil presidencial, nombran-
do ministros y proponiendo reformas, mientras los as-
pirantes del bloque de centroderecha se despellejaban
briosamente a dúo o a trío. Pablo Iglesias moderado,
hablando bajito y eficaz en sus objetivos, pero algo des-
dibujado ante la excitación de sus colegas de atril.
La previsión de cuatro contra uno –Sánchez– no se
cumplió de forma exacta. Rivera, Casado y Abascal se
zurraron de lo lindo. Las controver-
sias de Sánchez e Iglesias –que las
hubo– resultaron afectuosas en com-
paración con el combate PP-Cs-Vox.
El debate a cinco deja en el aire
una preocupación muy de fondo so-
bre la crisis de Estado provocada
por el incendio catalán. Habrá mu-
chos españoles que puedan abrazar
el discurso de Abascal, que propone
acabar con las autonomías, recuperar las competen-
cias para el Gobierno central y, en definitiva, borrar
de un plumazo los últimos 40 años de la democracia
española, que son los que han desarrollado el Esta-
do autonómico. Una creación del PSOE y el PP, de la
que hoy parece que la nueva dirección del PP se
arrepiente. Cuando Rivera llama «cesiones» a las
«transferencias» también está dándole votos a Vox.

Disputa en el


centroderecha


LUCÍA
MÉNDEZ

Rivera, Casado
y Abascal
se despellejaron
a dúo y a trío

facilitar la actividad de autónomos
y emprendedores y Casado en su
propuesta de «revolución fiscal».
Iglesias apostó por elevar el sala-
rio mínimo interprofesional y las
pensiones; suprimir la reforma del
artículo 135 de la Constitución; ele-
var impuestos a los ricos, a la ban-
ca y a las grandes empresas; crear
una banca pública, y limitar el pre-
cio de los alquileres y de la energía.
Sánchez, a quien se le recordó ha-
ber votado a favor del gran recorte
que se llevó a cabo con el Gobierno
de Zapatero, prefirió prometer la
creación de una vicepresidencia eco-
nómica que ocuparía Nadia Calviño
y un ingreso mínimo vital. El candi-
dato del PSOE acusó a Cs y PP de
ser una «derecha cobarde» ante una
«derecha agresiva» como es Vox. Y
con este reproche consiguió que Ri-
vera y Casado se aunaran contra él.
Abascal aprovechó para incluir
en el debate los problemas de se-
guridad y la inmigración ilegal co-
mo parte de la política social y
Sánchez prefirió apostar por las
políticas de vivienda, asegurar que
pondrá fin a la ley mordaza y pro-
meter una ley de eutanasia. Rivera
jugó sus cartas contra la corrup-
ción, Casado las de fomento de la
natalidad e Iglesias las suyas con-
tra las puertas giratorias.


Ayer, la Familia Real no pudo pasearse con tranqui-
lidad por Barcelona. El Palacio de Congresos de Ca-
taluña, en la Avenida Diagonal, se convirtió en un
búnker durante la entrega de los galardones de la
Fundación Princesa de Girona. Es verdad. Lo remar-
có en el debate Pablo Casado. En Barcelona, en el
último mes también han volado baldosas en enfren-
tamientos entre bandas callejeras
proindependentistas alentadas por
el presidente de la Generalitat, Quim
Torra, y la Policía. Albert Rivera mos-
tró una de ellas. En Cataluña, desde
hace ya unos cuantos años, existe
una crisis de convivencia con la que
intentamos lidiar como podemos. In-
cidió en ello Pedro Sánchez. Tiene
razón. En Cataluña, señaló Santia-
go Abascal, se vive en un golpe de Estado perma-
nente. Cierto. Quien gobierna Cataluña sigue ame-
nazando con seguir rompiendo la legalidad, amena-
zando con volver a repetir los acontecimientos de
septiembre y octubre de 2017. Su próximo reto: de-
sestabilizar el periodo de reflexión del 9 de noviem-
bre y las elecciones del día 10. Ayer, Pablo Iglesias
citó al primer presidente de la Generalitat reinstau-

rada, Josep Tarradellas, como ejemplo a seguir. Des-
graciadamente, en la política catalana actual no exis-
te nadie que le llegue a los talones al ex president.
¿Soluciones? En trazos gruesos, el líder de Unidas
Podemos pidió diálogo con los separatistas sin líneas
rojas, como si no hubiera pasado nada. El presiden-
te en funciones exige diálogo dentro de la legalidad
sin caer en las provocaciones independentistas, aun-
que esto le haya obligado a pactar a través del PSC
con ERC y/o JxCat en municipios catalanes y la di-
putación de Barcelona. El líder del PP dejó caer la
opción de aplicar la ley de Seguridad Nacional si es
presidente del Gobierno. El candidato de Ciudada-
nos se posicionó a favor de aplicar el artículo 155
«de verdad» y el cabeza de lista de Vox por Madrid
pidió la suspensión directa de la autonomía catala-
na, la ilegalización de los partidos independentistas
y la detención inmediata de Quim
Torra. Precisamente, lo que el vali-
do de Carles Puigdemont y sus se-
guidores desearían para convertir-
se en nuevos mártires del sistema.
Son cinco visiones para solucio-
nar la mayor crisis política que vive
España y que no se resolverá de hoy
para mañana. Cuanto peor, mejor,
desea el separatismo. Cuanta mayor
división en el constitucionalismo español, más fácil
para que ellos sigan haciendo ruido y hundiendo Ca-
taluña en su abismo. Tendrán más razones para ir
retroalimentando su victimismo. No existen fórmu-
las mágicas para convencer a una porción de los dos
millones de independentistas que dejen de serlo. Se
requerirá paciencia, mucha inteligencia y sobre to-
do, se necesita una España fuerte y gobernable.

Cataluña,


en la diana


MARTÍ
SABALLS

Hay cinco visiones
para solucionar
la mayor crisis
política española

PABLO CASADO


«¿Va a pactar
con Junqueras y
Torra, sí o no?»

PEDRO SÁNCHEZ


«Dejen gobernar
al más votado
tras el 10-N»

SANTIAGO ABASCAL


«O el despilfarro
autonómico o
las pensiones»

PABLO IGLESIAS


«Cataluña será la
excusa para un
pacto PSOE-PP»

ALBERT RIVERA


«Pondré a este
país en marcha
en un mes»
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