El Mundo - 08.11.2019

(vip2019) #1

EL MUNDO. VIERNES 8 DE NOVIEMBRE DE 2019
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OTRAS VOCES


LOS REPRESENTANTES de la Nación, reunidos en
Versalles como Asamblea Nacional Constituyente, apro-
baron el 26 de agosto de 1789 la Declaración de los De-
rechos del Hombre y del Ciudadano. El artículo 16 pro-
clamaba: «Una sociedad en la que la garantía de los
derechos no está asegurada, ni la separación de pode-
res determinada, no tiene Constitución».
230 años después tenemos que recordar lo que sig-
nifica. La Constitución marca la frontera entre la civi-
lización y la barbarie. Es la norma con la que la nación
asegura la garantía de los derechos de los ciudadanos.
Y la principal garantía es la división de poderes. Quien
mejor lo expresó fue, sin duda, Locke. Víctima de la
intolerancia, Locke consideró que sólo se podía renun-
ciar a las «libertades naturales» en favor de un Estado
en el que los poderes estuvieran divididos porque só-
lo así, a diferencia de la monarquía absoluta, habrá
juez y recurso de apelación a alguna persona que «jus-
ta e imparcialmente y con autoridad pueda decidir, y
de cuya decisión pueda esperarse consuelo y compen-
sación por algún daño o inconveniencia sufridos por
causa del príncipe o por lo que él ordene».
La separación de poderes no es una mera disposición
organizativa del poder. Es una solución ingeniosa de
protección de las libertades. No es dividir por dividir; es
dividir para que el poder no sea tan absoluto que sacri-
fique los derechos de los ciudadanos. Nuestra Consti-
tución participa de estas ideas; establece mecanismos
para frenar la tentación de los gobernantes de sacrifi-
car la división de poderes y, en consecuencia, amena-
zar la libertad. La eterna tentación del poder de ser más
poder. La arrogancia de los gobernantes de no admitir
límites. El poder siempre quiere ser más poderoso. Si
no hay controles efectivos, la arrogancia se convierte en
atropello, en sacrificio de los derechos. Es inevitable. La
inevitabilidad de la naturaleza humana. Fukuyama ex-
plica la «propensión natural humana» que nos hace ser
solidarios sólo con aquellos con los que compartimos
parentesco. Es la solidaridad estrecha de la que también
nos alertaba Nussbaum.
La consecuencia es la ti-
ranía respecto de los que
no forman parte del nú-
cleo de la solidaridad. El
patrimonialismo del que
nos habla Fukuyama sólo
puede ser corregido me-
diante las instituciones,
como el principio de legalidad, y la educación, para trans-
mitir una cultura de tolerancia, respeto y libertad.
Lo que más me alarma de las declaraciones del pre-
sidente del Gobierno en funciones sobre la Fiscalía no
es lo dicho, con ser grave, muy grave, cuanto el cómo lo
ha dicho. Las circunstancias, el agotamiento, el estrés
permitieron que saliese el «yo profundo» del candidato
Sánchez. Lo cree y firmemente, que la Fiscalía obede-
ce, sigue sus órdenes. El desarrollo de la entrevista, la
secuencia de pregunta y respuesta arroja, con notable

claridad, qué es lo que piensa. Este periódico lo recogía
fielmente. Podemos leer: «‘¿Es que la Fiscalía de quién
depende?’», ha preguntado Sánchez al entrevistador
tras recordar la iniciativa del Ministerio Público para re-
clamar de nuevo la entrega de los huidos por medio de
euroórdenes. ‘¿De quién depende?’, ha insistido. Des-
pués de que el entrevistador respondiera que ‘del Go-
bierno’ –que es quien elige al Fiscal General–, el presi-
dente ha soltado un ‘pues ya está’».
La Fiscalía depende del Gobierno, esto es lo que opi-
na el candidato. Y lo afirma con convicción. La expre-
sión de su rostro es «el espejo del alma». Un primer pla-
no que muestra una sonrisa sardónica, suficiente, arro-
gante dirigida a su entrevistador; dirigida a todos. «Pues
lo estamos haciendo» y «ya está». Ese «ya está» pasará
a la historia negra de nuestra democracia. El poder mues-
tra su «yo profundo». Lo estamos haciendo y ya está. Se
hace porque ordeno y mando. Y ya está.
Los fiscales han reaccionado con premura y elocuen-
cia. Han recordado el abc de su estatuto jurídico y cons-
titucional. Por un lado, «la Fiscalía es independiente y
solo depende de la legalidad» y, por otro, que «no cum-
ple órdenes del Gobierno». Hay una confusión notable
entre el nombramiento del Fiscal General del Estado y
el funcionamiento de la Fiscalía. Que aquél sea nombra-
do por el Gobierno, no lo convierte, o no debería con-
vertirlo, en un instrumento bajo las órdenes del Gobier-
no. Aún menos, por su intermediación, que se incum-
pla lo que dispone el ar-
tículo 124 de la Consti-
tución: «el Ministerio
Fiscal ejerce sus funcio-
nes por medio de órga-
nos propios conforme
a los principios de uni-
dad de actuación y de-
pendencia jerárquica y
con sujeción, en todo
caso, a los de legalidad
e imparcialidad».
El esquema mental y
político del candidato
es claro: si yo te nom-
bro, tú me obedeces y si
tú me obedeces, todos
los demás que a ti te
obedecen, igualmente
me obedecen. ¿En qué
queda lo que dispone la
Constitución? ¿La suje-
ción a la legalidad y a la
imparcialidad? En na-
da. Porque es la obe-
diencia personal la que
da sentido a todo lo de-
más. Es otro ejemplo
más de la patrimoniali-
zación de las institucio-
nes públicas al servicio
de los partidos. Y el cau-
ce es el nombramiento.
Es el esquema que ve-
mos repetido en otras
instituciones. El nom-
bramiento (político) es
el primer eslabón de una
cadena de confianza que
transmite los deseos del
líder-partido político hasta el último eslabón para su eje-
cución porque se viven como órdenes a cumplir con fi-
delidad y premura. Y volvemos al comienzo, se recons-
truye la unidad del poder; se rehace aquello que los pri-
meros liberales querían evitar: el Estado absoluto. ¿De
qué garantías disfrutan nuestras libertades?
Los más felices con estas estrafalarias palabras han
sido los secesionistas. Bien que lo han celebrado. La
demostración de que España no es una democracia.
Hasta su mismo presidente lo ha dicho. Ha afirmado
que la Fiscalía, el brazo ejecutor de la persecución pe-
nal ante los Tribunales, obedece a sus designios. Los
golpistas han recibido el mejor regalo en el peor mo-
mento: cuando se inicia la ejecución en Europa de las
órdenes de extradición. Se ufanan felices ante los nue-
vos argumentos que les auguran éxito de sus reivin-

dicaciones ante los tribunales europeos. Una nueva
vía de indultos, la extraordinaria de la imposibilidad
de la persecución fuera de nuestras fronteras. Water-
loo, donde reside el prófugo Puigdemont, se puede
convertir en el faro que recuerda, ante Europa, la hu-
millación de nuestra democracia.

Y TODO ESTO coincide, oh casualidad, cuando el Tri-
bunal de Justicia de la Unión Europea ha vuelto a rei-
vindicar la independencia judicial como elemento esen-
cial de la cláusula de Estado de Derecho del artículo 2
del Tratado de la Unión Europea. Así lo ha hecho cuan-
do ha condenado a Polonia por su reforma del Poder
Judicial. En la Sentencia Comisión/Polonia (C-192/18),
dictada el 5 de noviembre de 2019, el Tribunal ha re-
cordado que «la necesidad de independencia de los tri-
bunales, inherente a la función jurisdiccional, está in-
tegrada en el contenido esencial del derecho a la tute-
la judicial efectiva y del derecho a un proceso equita-
tivo, que reviste una importancia capital como garan-
te de la protección del conjunto de los derechos que el
Derecho de la Unión confiere a los justiciables y de la
salvaguarda de los valores comunes de los Estados
miembros proclamados en el artículo 2 TUE, en parti-
cular el valor del Estado de Derecho [sentencias de 25
de julio de 2018, Minister for Justice and Equality (De-
ficiencias del sistema judicial), C-216/18 PPU,
EU:C:2018:586, apartados 48 y 63, y de 24 de junio de

2019, Comisión/Polonia (Independencia del Tribunal
Supremo), C-619/18, EU:C:2019:531, apartado 58]».
Y mientras tanto, el presidente-candidato Sánchez
presume del «ya está»; el nombramiento de la Fiscal
General del Estado crea una cadena de ordeno y man-
do que sujeta a sus deseos la Fiscalía. Así sucede con
las demás instituciones en las que el nombramiento
político sientas las bases de la sumisión. La eterna lu-
cha del Estado democrático de Derecho: la pulsión pa-
trimonializadora frente a la fortaleza de las institucio-
nes; la pulsión tiránica y esclavizadora que sigue sin
ser sometida. Peligro, mucho peligro. El absolutismo
no ha desaparecido, sigue muy vivo.

Andrés Betancor es catedrático de Derecho Administra-
tivo de la Universidad Pompeu Fabra.

Waterloo se puede convertir
en el faro que recuerda, ante
Europa, la humillación de
nuestra democracia

AJUBEL

Las declaraciones


de Pedro Sánchez, en las que afirmaba


que la Fiscalía depende directamente


del Gobierno, ponen de manifiesto el


desprecio del presidente por los valores


históricos del Estado de Derecho.


TRIBUNA iDERECHO


Cadena


de mando


ANDRÉS BETANCOR

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