El Mundo - 08.11.2019

(vip2019) #1

EL MUNDO. VIERNES 8 DE NOVIEMBRE DE 2019
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E S P A Ñ A
i

CAMINO AL 10-N UN TERRITORIO CLAVE


RAFA LATORRE
Hay un documento del que nadie ha
hablado esta campaña, ni siquiera
cuando los candidatos especularon
acerca de los acuerdos postelectora-
les que conducirían a la investidura
de un presidente. Lleva estampada la
firma de Pablo Casado, Albert Rive-
ra y Javier Esparza y en su penúlti-
mo párrafo dice: «Por ello, los firman-
tes nos comprometemos a no alcan-
zar en el futuro ningún tipo de acuer-
do con una formación política que es
capaz de pactar y negociar el Gobier-
no navarro con nacionalistas y proe-
tarras». En realidad son dos docu-
mentos con un mismo texto, y por
tanto idéntico compromiso, que sólo
el empeño de Ciudadanos por arre-
batarle al PP la hegemonía del cen-
troderecha obligó a desdoblar.
Se refieren, claro, al PSOE. Nava-
rra es el lugar donde los hechos im-
pugnan con más contundencia el ar-
gumentario de firmeza constitucio-
nalista que el candidato socialista,
Pedro Sánchez, ha exhibido durante
esta campaña. El ganador de las au-
tonómicas del 26 de mayo, Javier Es-
parza, presidente de Unión del Pue-
blo Navarro, viga maestra de Nava-
rra Suma (NA+), ni siquiera pudo
exponerle tras los comicios a la so-
cialista María Chivite su oferta para
una coalición constitucionalista con
una fuerza extraordinaria de 31 es-
caños (20 de NA+ y 11 del PSN). La
socialista no se reunió con él. Sin
que la cortesía la distrajera un minu-
to de su tarea, Chivite prefirió armar
la perfecta coalición de perdedores,
que unió a todos los demás partidos
con representación en una alianza
estrafalaria con el fin de arrebatarle
la Presidencia a Navarra Suma.
Esparza le recuerda a los líderes

de PP y Ciudadanos su compromiso,
el de no investir a Sánchez, si cabe
ahora con más firmeza que tras el
28-A, pues a su juicio el tiempo ha
demostrado que la abstención de
Bildu, imprescindible para que fue-
ra investida la socialista Chivite, te-
nía un precio. Que una abstención
decisiva siempre supone algún tipo

de transacción política es algo que el
PSOE tiene muy claro en cualquier
municipio donde el apoyo pasivo de
Vox ha llevado al poder a una coali-
ción de PP y Ciudadanos. Sin em-
bargo, se obstina en justificar la abs-
tención de Bildu en Navarra como
una mezcla de altruismo y responsa-
bilidad de los abertzales.
La evidencia más tem-
prana de que lo de Bildu no
era caridad llegó durante la
composición de la Mesa del
Parlamento de Navarra. El
PSN cedió a las pretensio-
nes de sus aliados y facilitó
mediante una maniobra
apenas disimulada –votó
por su propio candidato,
propiciando así la suma de
nacionalistas– una de las
secretarías del órgano rec-
tor. Si el PSN hubiera he-
cho la misma maniobra,
votar a su propio candida-
to, para la Presidencia de la
Mancomunidad de Pam-
plona, esta habría termina-
do en manos de Navarra
Suma. Pero esta vez los so-
cialistas de Chivite decidie-
ron retirar a su candidato
para apoyar con sus votos a
un independiente propues-
to por Bildu, el alcalde de
Valle de Ollo, David Cam-
pión. Una entidad que ges-
tiona 120 millones, la terce-
ra en importancia tras el
Gobierno autonómico y la
Alcaldía de Pamplona, se
repartía –al PSN le corres-
pondió la vicepresidencia–
con la retirada de ambos
candidatos y el nombra-
miento de un tercero del
gusto de los abertzales.
El método con el que el
PSN entregó a Bildu la Al-
caldía del Ayuntamiento de
Huarte es parecida. María
Chivite nombró directora
general de Interior a la con-
cejal que había resultado
elegida alcaldesa. El si-
guiente en la lista era un
socialista pero renunció a
su acta. El PSN no le reem-
plazó porque «eran fechas
complicadas» y un concejal
de Bildu se alzó con el bas-
tón de mando. El secretario
de organización del PSN,
Ramón Alzórriz, negó el
apaño y se excusó así: «Hay mucha
gente de vacaciones. Además, el con-
flicto que se ha creado ha provocado
que la gente se echara atrás porque
no quieren entrar dentro de un con-
flicto permanente».
Javier Esparza teme que tras las
elecciones del 10-N se produzca una
desinhibición del PSN, que desarro-

llará, ya sin el pudor que imponen
los intereses electorales de Pedro
Sánchez, el programa de gobierno
que ha pactado con los nacionalistas
vascos. Esta es todavía una presun-
ción, pero asentada sobre una base
sólida. El PSN no podría traicionar al
constitucionalismo sin traicionar an-

tes su propio programa y sobre esa
traición ya hay algunas certezas.
El Gobierno de Chivite se ha
opuesto a dos propuestas legales de
Navarra Suma que el PSN había de-
fendido en la oposición hace muy
poco tiempo. Se trata de una nueva
Ley de Símbolos y de la derogación
de la reforma del mapa local que la

legislatura anterior aprobó el cuatri-
partito nacionalista. La primera re-
gularía los símbolos oficiales de la
Comunidad Foral para evitar una
euskaldunización de las institucio-
nes. Uxue Barkos trató durante su
mandato de posibilitar que la ikurri-
ña pudiera ondear en los ayunta-

mientos que así lo desearan y para
ello derogó la Ley Foral de Símbolos.
Fue en vano porque los tribunales
frustraron la operación. El PSN, que
participó en su día en una masiva
manifestación en Pamplona contra
la derogación, considera ahora que
la simbología propia de Navarra es-
tá suficientemente protegida.

Lo que Navarra enseña es que, allí
donde el PSOE ha podido elegir, por
pulsión de poder, por reforzar su
alianza nacional con el PNV o por
mera aversión al centroderecha na-
cional, antes que unirse al constitu-
cionalismo ha preferido darle vida a
un monstruo de Frankenstein con ji-
rones nacionalistas y populistas. De
ahí que nadie imagine a un barón so-
cialista haciendo lo que el popular
Antonio Basagoiti hizo en la sesión
de investidura del 5 mayo de 2009 en
el Parlamento vasco: darle su apoyo
a su adversario político, Patxi López,
sin otra satisfacción que desalojar a
los nacionalistas del poder.
El caso de Navarra tiene dos
agravantes: que el monstruo reque-
ría del chispazo de Bildu
para cobrar vida y que la
anexión de Navarra es
una reivindicación troncal
del nacionalismo vasco.
De la gravedad de lo pri-
mero bastará con decir
que es un hito histórico.
Bildu hasta ahora era una
fuerza tóxica, pero en Na-
varra se ha convertido en
actor de la gobernabili-
dad. Cualquier crítica so-
cialista a los pactos de lo
que llaman trifachito en
lugares como Madrid o
Andalucía se estrellará
contra este precedente.
Los abertzales no son mi-
sericordes con los socia-
listas y siguen organizan-
do vergonzantes homena-
jes proetarras cuando un
terrorista vuelve a casa
tras cumplir condena,
siempre y cuando –esta es
una condición imprescin-
dible para la bienvenida–
no hayan mostrado su
arrepentimiento por los
crímenes cometidos.
Respecto a lo segundo,
la influencia concedida a
Geroa Bai se traducirá en
una política cultural per-
meada de nacionalismo
vasco, en un momento
crucial en el que el lehen-
dakari Iñigo Urkullu se ha
embarcado en la espinosa
tarea de reformar el Esta-
tuto de Guernica.
En un giro drástico para
evitar las elecciones –o pa-
ra dotarse de argumentos
para la campaña–, Albert
Rivera le planteó a Pedro
Sánchez una serie de con-
diciones para la investidu-
ra. La primera remitía a
Navarra. Es probable que
el día después del 10-N, en
caso de que exista alguna
posibilidad de que Sán-
chez sea investido con los
votos o la abstención de
los constitucionalistas, Navarra vuel-
va a ser el centro de España. Al me-
nos eso pretende el vértice de Nava-
rra Suma, Javier Esparza: que ni PP
ni Ciudadanos se olviden del com-
promiso que rubricaron hace tan só-
lo unos meses, en el verano en el que
la política española caminaba hacia
un nuevo bloqueo.

Navarra, el feudo socialista


donde crece la semilla de Bildu


El pacto del PSOE con los nacionalistas contradice el nuevo perfil centrista de Sánchez


Los socialistas ni
siquiera escucharon
la propuesta de pacto
de Navarra Suma

Tras el 10-N se verá
si Chivite aplica el
programa que pactó
con los nacionalistas
María Chivite saluda a la portavoz de Bildu, Bakartxo Ruiz, ayer en el Parlamento navarro. EFE
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