El Mundo - 21.10.2019

(Steven Felgate) #1
EL MUNDO.

HOJA Nº (^30) P A P E L LUNES 21 DE OCTUBRE DE 2019
A R T E
En el diván de la vergüenza
histórica, ése que ha
olvidado sistemáticamente
a las mujeres y que hoy en
día sólo podemos entender
como un doloroso agravio
comparativo, hay un
importante hueco para
Johanna van Gogh-Bonger
(Ámsterdam, 1862).
Relegada tradicionalmente
al papel secundario de
«cuñada de» o «esposa de»,
la figura de Jo es quizás la
más importante para
entender la resonancia del
apellido Van Gogh en la
Historia universal del arte.
Así al menos lo entiende
Hans Luijten, comisario
permanente del Museo Van
Gogh de la capital
holandesa y autor de Todo
para Vincent, una extensa
biografía fruto de cinco años
de investigación sobre la
mujer que puso en el
mercado al autor de
Calavera con un cigarrillo.
«Trabajó estratégicamente
para poder colocar los
cuadros de Van Gogh,
buscando a los mejores
intermediarios por todos los
Países Bajos y parte de
Francia. De la misma
manera, se puso en contacto
con todos los escritores y
críticos de arte con
influencia para que se
hablara de Vincent en los
periódicos y revistas de la
época», explica este
profesor de literatura
renacentista que lleva un
cuarto de siglo investigando
sobre el gran misterio del
pintor brabante. Su trabajo,
que se basa en el análisis
pormenorizado de tres
décadas de diarios de la
esposa de Theo van Gogh y
que ya ha visto la luz en
holandés, será traducido al
inglés antes de fin de año.
Según Luijten, la
importancia de Jo con el
legado Van Gogh se explica
a través de dos grandes
hitos. En primer lugar, la
exposición que organizó
junto al Museo Stedelijk de
Ámsterdam en 1905, 15
años después de la muerte
de Vincent y 14 de la muerte
de su marido. En ella,
además de exponer el
trabajo más vivo del pintor
de los meses de Arlés, se
encargó de establecer
contacto con los más
acaudalados e importantes
marchantes de arte de la
época. Este paso, clave para
que los cuadros se hicieran
célebres por todo el Viejo
Continente, quizá sea más
importante pero menos
conocido que su gran
contribución a la mística
torturada de Van Gogh: la
publicación, en 1914, del
primer tomo de la
correspondencia que el
artista mantenía con su
hermano.
A través de más de 800
misivas, Johanna
acondicionó, tradujo al
inglés e hizo públicas las
conversaciones fraternas en
un período de tiempo que
abarca desde agosto de 1872
hasta julio de 1890, unos
meses antes de la muerte del
pintor. La importancia de los
documentos, que Theo legó
a su mujer, no sólo ayuda a
entender el complicado
proceso creativo de Vincent,
sino que también se
convirtió de inmediato en la
principal guía de estudio y
bitácora de los estudiosos
del creador de La noche
estrellada.
Si bien en los albores de
la I Guerra Mundial el arte
de Van Gogh ya era algo en
boga, «las cartas hicieron el
resto, porque el escritor y el
pintor van de la mano»,
afirma Luijten, que descarta
el móvil monetario en las
motivaciones de Johanna.
«Es habitual asociar su
situación de viudedad con la
desesperación económica,
pero la determinación de Jo
por dar a conocer el arte de
Vincent van Gogh tiene más
que ver con las ideas de
modernidad y trascendencia
que le transmitía su
marido», afirma el experto,
mientras recuerda las
infames críticas que
recibieron sus primeras
LA
SALVA
DORA
DE VAN
GOGH
POR MATÍAS
G. REBOLLEDO MADRID
VENDIÓ
HASTA 192
CUADROS
La mujer que redimió al
genio. Hans Luijten,
comisario del museo Van
Gogh de Ámsterdam,
publica una extensa
biografía fruto de su
investigación sobre Jo
Van Gogh-Bonger, cuñada
del artista y viuda de su
hermano Theo

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