El Mundo - 21.10.2019

(Steven Felgate) #1
EL MUNDO. LUNES 21 DE OCTUBRE DE 2019 HOJA Nº 31
P A P E L

exposiciones: «Le
achacaban que le asignara a
Vincent la condición de Dios
del arte».
Más allá de los números,
que hablan de una mujer
capaz de vender 192
cuadros y algunos, como
Los girasoles, por 15.000
florines holandeses de la
época (unos seis millones de
euros ajustados a inflación),
la biografía de Luijten
descubre a una Jo
inconformista para la que
no era suficiente el papel de
viuda sufrida y que, ni
siquiera durante sus años de
casada, dejó de implicarse
socialmente. Ello se explica,
en gran medida, por su
temprana formación
musical al nacer en el seno
de una familia dedicada al
piano y también a su

extraordinaria habilidad
para los idiomas, que la
llevó a vivir en Londres
durante su juventud.
En la capital del Imperio
Británico tuvo su primer
contacto con el arte, ya que
visitó en numerosas
ocasiones la National
Gallery y el British Museum,
donde trabajó varios meses
como traductora puntual del
alemán, el francés y el
holandés. Allí conoció a
muchos de los galeristas
que luego la ayudarían a
levantar el legado de
Vincent, pero también a un
grupo de mujeres de su
edad que la involucraron en
los incipientes movimientos
sufragistas de la época.
Por obvio contagio, la
joven Jo que había cruzado
el Canal de la Mancha hizo
suyos los preceptos de la
izquierda internacionalista y
los importó a su propio país.
Además de reivindicar a pie
de calle el derecho al voto de
las mujeres, que pudo ver
materializado en los Países
Bajos tan pronto como

acabó la Gran Guerra, la
viuda de Theo se afilió al
entonces recién nacido
Partido Socialdemócrata de
los Trabajadores (germen
del actual Laborista) y luchó
por un brazo político
moderado del movimiento
obrero. De hecho, y según
cuenta su biógrafo, Jo llegó
a acudir a un encuentro con
León Trotski y ofrecía
seminarios en su propia
casa «sobre los derechos de
la mujeres y cómo aspirar a
una vida mejor», con el
rango de fundadora de la
sección femenina de
propaganda.
Sobre su estancia en
Londres, Luijten añade que
«fue clave en el desarrollo
de su conciencia social»,
porque su mayor empeño,
como dejó escrito, siempre
fue «conseguir
vivir de manera
noble». En
Inglaterra, Jo
también entró en
contacto con las
artes escénicas y
la poesía, e indagó
así en la figura del
poeta Percy
Bysshe Shelley,
sobre el que
escribió una
disertación
analizando su
famoso
Ozymandias.
Después de volver a
Ámsterdam, casarse con
Theo y enviudar, la vida no
se detuvo para Jo. En 1901,
diez años después de
enterrar al mayor de los
hermanos Van Gogh, se
casó con el también artista
Johan Cohen Gosschalk.
Por desgracia, éste falleció
unos años más tarde y,
después de trasladar la
tumba de Theo desde
Utrecht a Auvers-sur-Oise
para que reposara junto a
Vincent, se marchó a
Nueva York.
En 1925, a la edad de 62
años, rodeada por su hijo y
sus cuatro nietos, Johanna
van Gogh-Bonger fallecía
con la gran meta de su vida
cumplida, la de ver
reconocido en todo el
mundo el trabajo de Vincent
van Gogh y sin
desprenderse del cuadro
que consideraba más
valioso: Almendro en flor, el
óleo sobre lienzo que el
artista pintó para celebrar el
nacimiento de su sobrino.

A R Q U E O L O G Í A

Johanna
van Gogh-
Bonger
posa con su
hijo en una
imagen de
archivo.
EL MUNDO

Reunían en un mismo
cuerpo la fuerza de un
toro, la libertad de un
águila y la inteligencia de
un ser humano. Los
Lamassu, las colosales
estatuas de toros alados,
fueron iconos de la
civilización asiria y
durante siglos escoltaron
los accesos a sus palacios
reales. La destrucción que
hace un lustro desataron
las huestes del califato
despojó a Irak de sus
últimos ejemplares. Un
proyecto urdido y
modelado en Madrid
presume ahora de
combatir la desmemoria.
El milagro de resucitar a
una pareja de Lamassu se
ha obrado en los talleres de
Factum Arte, la compañía
que firmó hace siete años la
réplica de la tumba de
Tutankamón abierta al
público en la carretera que
conduce al enterramiento
original en el Valle de los
Reyes, en la ciudad egipcia
de Luxor. «El proyecto
nació en 2004 cuando
digitalizamos sendas
estatuas expuestas en el
Museo Británico», relata a
EL MUNDO Nicolas
Beliard, una de las almas
de un proyecto que acaba
de aterrizar en tierra
mesopotámica.
Las reproducciones,
creadas y ensambladas en
la Meseta que debían haber
sido exhibidas en Irak en
2005, han enfilado ahora la
ruta hacia su patria.
Despiezados, los Lamassu
han viajado desde la base
de Torrejón de Ardoz hasta
el aeropuerto militar del
Bagdad. «Llegaron en dos
aviones del ejército del aire.
Se encuentran en un
hangar del aeropuerto
militar de Bagdad, a la
espera de ser trasladados a
Mosul a través de Erbil»,
detalla a este diario Juan
José Escobar, embajador
español en Irak.
Un acto previsto para
finales de este mes servirá
para su presentación en
sociedad en la que fuera
capital del califato, que
trata desde hace dos años
de curarse las heridas que
los extremistas propinaron
a su callejero. Las figuras
de cinco piernas
flanquearán a partir de
entonces los accesos a un
edificio estudiantil de la

Universidad de Mosul, en
plena campaña de
restauración de su
castigado campus.
Las esculturas
adornaban la sala del trono
del palacio del monarca
asirio Asurnasirpal II (883-
859 a.C.) en Nimrud,
durante 150 años capital de
un imperio asirio que se
extendía desde el Bajo
Egipto hasta Irán. El
yacimiento arqueológico,
ubicado a orillas del Tigris,
fue sometido en 2015 a una
concienzuda campaña de

destrucción a manos de la
organización yihadista. Un
vídeo mostró a sus
militantes asaltando con
martillos los colosos. Los
barbudos también se
cebaron con la puerta de
Nergal donde residía otra
pareja de Lamassu.
Una década antes de que
sus últimos vestigios
sucumbieran a la barbarie,
Factum Arte tuvo acceso a
los Lamassu incluidos en la
colección del Museo
Británico, enviados a
Londres entre 1848 y 1849
por el arqueólogo Austin
Henry Layard tras
permanecer dos milenios
bajo tierra. Un equipo de
escáneres de luz blanca de
alta resolución,
manufacturado en

Barcelona, auscultó y
registró la piel de las
figuras. «Entre la
digitalización que se hizo
en 2004 y la que podría
realizarse ahora, el avance
resulta mínimo», subraya
Beliard.
«El facsímil es idéntico
al original tanto en la
superficie como en el
color. Se hicieron pruebas
de color a partir de
pigmentos y se empleó un
molde de mármol de
estuco para llegar a la
precisión que tenemos»,

detalla el experto. Años
después, la información
reunida sirvió para forjar
las copias, realizadas en
estuco y recubiertas de
cera. Fueron alumbradas
en las instalaciones de
Factum Arte.
Su imponente resultado
fue desvelado por primera
vez en 2016 en el marco de
la exposición Nínive en el
Museo Nacional de
Antigüedades de Leiden
(Holanda). El Británico
aceptó con la única
condición de que,
concluida la exhibición, las
piezas fueran destinadas a
Mosul, recuperada en 2017
por las fuerzas de
seguridad tras nueve meses
de encarnizada batalla.
Durante el último año, el
taller fundado por el inglés
Adam Lowe ha batallado
para lograr el reto de legar
los clones de los Lamassu
de Nimrud a la ciudad de
Mosul en una suerte de
reparación histórica.
«DAESH [Estado Islámico,
por sus siglas en árabe]
destruyó dos iconos
fundamentales de la
cultura asiria como eran la
Biblioteca de Asurbanipal
en la Universidad de Mosul
y el yacimiento
arqueológico de Nimrud.
Nuestra iniciativa es una
reacción a ese ataque y una
señal de apoyo a Mosul»,
desliza Escobar.
Los toros alados
reconstruidos por la
gracia de las nuevas
tecnologías estarán
emplazados no muy lejos
del edificio que alberga el
proyecto de la Biblioteca
de Asurbanipal, en el
campus universitario de
la segunda urbe de Irak.
La iniciativa busca
recuperar el legado de la
mayor biblioteca real viva
del planeta, en la que
arqueólogos británicos
hallaron más de 30.000
tablillas cuneiformes. Un
fascinante compendio de
textos legales,
administrativos, médicos,
literarios o mágicos.
«DAESH lo quemó y se
llevó buena parte de las
tablillas. El retorno de los
Lamassu también marca
el inicio del proceso de
reconstrucción del museo
a través de medios
digitales», apunta el
embajador.

Destruidas por el
terrorismo. Dos
réplicas de ‘Lamassu’,
creadas en un taller
madrileño, aterrizan
en Irak. Su destino, la
universidad de Mosul

RESURREC-


CIÓN DE


DOS TOROS


ASIRIOS


‘MADE IN


SPAIN’


POR FRANCISCO
CARRIÓN EL CAIRO

Las réplicas exactas de ‘Lamassu’ en Madrid. FACTUM ARTE


‘Almendro en flor’ (1890), de Van Gogh. EL MUNDO

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