El Mundo - 14.10.2019

(Grace) #1

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Vamos a ver hasta dónde llegan las sen-
tadas, caminatas y manifestaciones del
llamado «tsunami democrático» después
del juicio en las Salesas. En los 500 folios
del sumario está escrita la búsqueda de
la utopía insoportable y latosa de los na-
cionalistas, y su fracaso, en este siglo y
en otros, con desenlaces parecidos. Hubo muchas procla-
maciones y muchos ridículos. El poeta Josep Carner, expa-
triado de todos los exilios –el que dijo: «La palabra es la pa-
tria, y su dignidad es la de la nación»– participó en la pro-
clamación de la República Catalana en Olot (1926) con los
escamotes, los nacionalistas vascos y los anarquistas. Inva-
dieron Cataluña en «una aventura gloriosa», según Macià;
en realidad hicieron el lirio. En el juicio dijeron que querían
la república independiente «para liberar nuestra patria de
la dominación española que pesa sobre ella desde 1714».
Fueron juzgados en París y condenados a pagar 100 o 50
francos, según la graduación, y un mes de prisión. Josep


Carner, según Pla, el mejor poeta, habló: «La vida es un
tranvía lleno de gente que se aleja hacia un lugar admirable
y al que no hemos podido subir o colgarnos».
Ahora la sentencia no será tan clemente como la de París
ni tan rigurosa como la del golpe de Companys en 1934. La
República, declaró el estado de guerra, suspendió la activi-
dad del Parlament, las tropas sitiaron el palacio de la Gene-
ralitat y Companys y su Gobierno fueron trasladados a dos
barcos como prisioneros. Esta vez la gotera ha llegado lejos
y ha vuelto a fracasar. Mis fuentes en Cataluña me informan
que el procés se ha estrellado y lo saben los independentis-
tas aunque no piensan reconocerlo. La gente se siente heri-

da, triste, pero tampoco reconoce el fra-
caso; está decepcionada del comporta-
miento de sus dirigentes y han empezado
a desmovilizarse. «Pero que nadie espere
verlos de rodillas. Las heridas seguirán
sangrando hasta que se empiece a coser-
las. El Estado no queda debilitado, pero
no puede funcionar bien mientras exista media Cataluña y
media España con odio recíproco. El juicio ha sido constitu-
cionalmente impecable». El fallo tiene un mensaje didáctico:
con el Estado no se juega. El Estado puede ser derribado, pe-
ro no se mata a un león con un mal palo. Un jurista me ex-
plica que el juicio se ha desarrollado con todas las garantías:
oralidad, publicidad, inmediación, contradicción y concen-
tración en el sumario. Lo ha podido presenciar el mundo en-
tero. Han aplicado los códigos a los que se alzaron pública y
tumultuariamente para impedir por la fuerza la aplicación
de las leyes. Ahora es importante que un Gobierno constitui-
do empiece a pensar cómo superar el trastorno.

Pregunta.– Explíqueme en un tuit de 280
caracteres quién era Unamuno.
Respuesta.– Era un hombre paradójico. Apo-
yó el alzamiento, pero cuando vio que no iba
a recomponer la República, sino que no era
algo muy distinto a la Alemania con Hitler, se
dio cuenta de que se había equivocado.
P.– ¿Por qué respaldó el levantamiento?
R.– Millán Astray era un héroe de toda Espa-
ña. En la guerra contra Marruecos había da-
do su vida. Era el Cristiano Ronaldo de los
militares. Hay muchas cosas en la película y
entiendes que Unamuno no fue un veleta.
P.– Pero, en este país, al que cambia de opi-
nión se le considera un vendido.
R.– No podemos no dejarnos convencer. Ne-
cesitaríamos muchos Jorges Verstrynges en
la política española. Verstrynge fue secreta-
rio del PP y, a día de hoy, no sé si está en Po-
demos. Esos bandazos, hacia la izquierda o
hacia la derecha, no me parecen malos.


P.– Curiosamente, las mismas palabras de
Unamuno han sido usadas por Gabriel Rufián
y Santiago Abascal para decir lo contrario.
R.– Vivimos un momento de suplantación de
lemas. Habrá un día una manifestación de
capitalistas diciendo: «El pueblo unido, ja-
más será vencido». «Venceréis, pero no con-
venceréis» dicho por Abascal suena rarísimo.
P.– ¿Qué lecciones de la película podemos
sacar para el presente?
R.– A mi abuelo lo fusilaron los nacionales
cuando yo tenía nueve años y mi madre tenía
que cantar el Cara al Sol. Luego, se casó con
un nacionalista católico de un pueblo de Gui-
púzcoa. ¿Por qué no intentamos convivir y
contaminarnos un poco del otro? En Inglate-
rra, los Sex Pistols no se avergüenzan para
nada de su bandera y la llevan con orgullo.
P.– Sin embargo, aquí poner la bandera es-
pañola se considera de derechas.
R.– Esa es la pena y te diré por qué. En Es-
paña, un 50% piensa que su bandera no es
esa, que se la impuso Franco y no empatiza
con ella. Y los que sí empatizan la tienen
que llevar en una chapita o en el reloj.
P.– ¿Debemos estar orgullosos de ella?
R.– Tenemos que estar orgullosos de la ban-
dera que nos una a todos y crear un país en
el que la gente sepa negociar. Que entiendan
que nosotros no nos equivocamos cuando
votamos. No se puede decir: «¡Oye, tíos, vo-
tad otra vez que os habéis equivocado!».
P.– Amenábar no le veía para el papel.

R.– Le contesté: «Mírate, la Madre muerta».
Me suelen pedir personajes en las antípodas
de mi manera de ser y que son poliédricos.
Nadie es maltratador ni asesino todo el día.
P.– ¿Alguna anécdota durante el rodaje?
R.– Yo necesitaba cuatro horas y media de
maquillaje. Cuando Alejandro llegaba a las
8.00, yo ya estaba de Unamuno. A la semana
y media de rodaje, me dijo: «¡Coño, Karra,
cuánto tiempo sin verte!». Y le contesté: «¡Pe-
ro, si nos vemos cada día!». Y, entonces, re-
plicó: «No, yo cada día veo a Unamuno».
P.– Al escritor le gustaba tocar las narices,
¿a usted también?
R.– Después de Ocho apellidos vascos me da
vergüenza. Yo antes cuando iba con otro ami-
go por la calle, si había unas chicas detrás, de
12 o de 42, me giraba y les decía: «Oye, no

nos sigáis». Y me contestaban: «¡Creído! ¿qué
te crees que te seguimos a ti?».
P.– ¿Acabó harto de Koldo?
R.– Me afectó negativamente porque ya no
me sentía libre. Una vez en las fiestas de mi
pueblo, me rodeó una cuadrilla y me dio un
yuyu. En muchas cosas, no te mejora la vida.

LA ENTREVISTA FINAL


KARRA ELEJALDE. Vitoria, 1960. Después de su entrañable Koldo, de ‘Ocho
apellidos vascos’, se mete en la piel de Unamuno en ‘Mientras dure la guerra’. La pelícu-
la de Amenábar pone el dedo en la llaga e invita a reflexionar sobre la situación actual.

Fracasaron:


hicieron el lirio


EL RUIDO DE LA CALLE


RAÚL DEL POZO


«Necesitaríamos


muchos Jorges


Verstrynges en


la política»


SERGIO GONZÁLEZ VALERO

¿POR QUÉ LOS PARTIDOS DE


IZQUIERDAS NO SE


ENTIENDEN? Me duele


mogollón. Yo ahora me


pregunto si voy a ir a votar o no. Mis amigas


me dicen: “Karra, hay que ir, que la derecha


vota en bloque”. Lo mismo salen resultados


similares y nos vuelven a dar el espectáculo


vergonzoso. Para mí ha sido patético.


LA ÚLTIMA


PREGUNTA


ANA DEL BARRIO


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