El Mundo - 24.10.2019

(Marcin) #1

P A P E L


EL MUNDO. JUEVES 24 DE OCTUBRE DE 2019 HOJA Nº 31


C O M U N I C A C I Ó N

SI ALGO DESLUM-
BRA E IRRITA a la vez
del Watchmen ideado por
Damon Lindelof es su
clarividencia, su facilidad
para mutarse en metáfora, en pasadizo secreto
desde el que acceder al otro lado. La serie recién
inaugurada por HBO localiza su presente de
manera tan enigmática como deslumbrante
décadas después del final de la novela gráfica
de marras, la de Dave Gibbons y Alan Moore.
Es decir, después de que el mundo hijo de la
Guerra Fría viviera su particular Apocalipsis
redentor. No es adaptación, tampoco continua-
ción. Es simplemente otra cosa, idéntica al
original y completamente diferente a la vez.
Estamos en 2019 y pese a que los vigilantes
enmascarados siguen perseguidos por ley, su
ideario, por así decirlo, lo ha impregnado todo.
La policía se ve obligada a cubrirse el rostro
para no ser aniquilada y los villanos han
adoptado el credo y el rostro del colérico y muy
reaccionario Rorschach para alimentar su
desconfianza conspiranoica contra el poder de
lo políticamente correcto. De fondo, el conflicto
racial como perfecta imagen de una sociedad
que ha sustituido el miedo nuclear por el terror
de no saber quién es ni qué fue lo que la
mantiene traumatizada. No es tanto un conflicto
identitario, que también, como la certeza de la
disolución de la idea de comunidad: no hay
sociedad posible donde uno de los modelos en
disputa pasa por la aniquilación del otro.
Pero lo interesante, más allá de la malsana y
repetitiva obsesión de los Estados Unidos
consigo mismo, es el modelo que propone la
serie. A un lado la brillantez con la que Lindelof
replica el esquema autorreferencial de Moore-
Gibbons; sin detenerse en el alambicado y
preciosista juego de tiempos entrelazados
(atentos al sexto capítulo), y más allá de la
ausencia de prejuicios (aquí, el amor
homosexual entre enmascarados), lo relevante
es la confusión y el estado absoluto y general de
fracaso. Y en este punto cabemos todos. La
excusa ideada por la serie es el racismo como
perversión extrema de un mal mayor que bien
podría llamarse quiebra del principio ilustrado

de ciudadanía. Los pobladores del universo
ideado por Lindelof son incapaces de distinguir
la justicia de la venganza, el imperio de la ley de
los principios de la democracia y la identidad de
la defensa de los privilegios heredados.
Lo que acaba por aparecer es el retrato en
llamas de una sociedad donde la policía es
víctima de la intransigencia de los que se
prometen a sí mismos un paraíso libre de
enemigos y estos últimos son a su vez los
damnificados de un sistema alérgico a las
minorías e incapaz de proponer un modelo de
convivencia no excluyente. Que el telón de
fondo sea el del narcisismo machirulo y
estomagante de los superhéroes en una
sociedad de egos en red no hace más que añadir
realismo al cuadro. Todo se parece demasiado:
la América de Trump y la España del procés.

LOREM IPSUM


‘WATCHMEN’,


EL SUPERHÉROE


COMO


ENFERMEDAD


LO RELEVANTE ES LA CONFUSIÓN
Y EL ESTADO ABSOLUTO Y
GENERAL DE FRACASO. Y EN ESTE
PUNTO CABE LA AMÉRICA DE
TRUMP Y LA ESPAÑA DEL ‘PROCÉS’

POR LUIS
MARTÍNEZ

Siendo la definición de la
identidad una cuestión
central en la adolescencia,
la franquicia de Los
descendientes es todo un
acierto de Disney. Primero,
porque reutiliza su
propiedad intelectual
dándole un nuevo
significado: los
protagonistas de estas
películas –una trilogía
musical ambientada en un
instituto al estilo de High
School Musical– son los
hijos de los villanos de sus
cuentos clásicos. Segundo,
porque, como no podía ser
de otro modo, estos
jóvenes lucharán contra el
estigma de su malvado
origen para decidir cuál es
su lugar en el mundo.
Resumiendo, la acción se
sitúa 20 años después de la
boda entre Bella y Bestia,
quienes convertidos en rey
y reina de los Estados
Unidos de Auradon
desterraron a sus enemigos
a la Isla de los Perdidos.
Pero su hijo Ben decide dar
la oportunidad de vivir con
ellos a cuatro niños: Carlos,
hijo de Cruella de Vil; Jay,
hijo de Jafar; Evie, la hija
de la Malvada Bruja de
Blancanieves y Mal,
lideresa del grupo como la
hija de Maléfica.
«Creo que los jóvenes
conectan con Los
descendientes por muchos
motivos», cuenta a
EL MUNDO Dove
Cameron, actriz y cantante
de 23 años criada bajo el


Entrevista exclusiva.


“La ansiedad es algo


que estoy aprendiendo


a resolver”, reconoce


la protagonista de


‘Los descendientes’,


actriz, cantante e


‘influencer’ de moda


DOVE


CAMERON,


EL NUEVO


FENÓMENO


JUVENIL


DE DISNEY


POR FÁTIMA
ELIDRISSI MADRID


foco de Disney como Mal.
«Obviamente nuestro
principal tema es que no
importa quién seas o de
dónde vengas, sino quién
eres en tu interior. Pero
también que todos somos
mejores juntos, que no
puedes juzgar a alguien por
las apariencias, que quién
eres depende de ti y no de
tus padres, tu entorno o
cualquier otra cosa por la
que puedas ser juzgado»,
explica.
La primera película de
Los descendientes,
estrenada en 2015, fue vista
por más de 12 millones de
personas en EEUU,
contabilizados los
visionados en diferido. La
segunda, emitida en 2017,

superó los 21 millones. Pero
es que los vídeos musicales
suman más de 2.500
millones de reproducciones
en DisneyMusicVEVO y
ambas bandas sonoras
lideraron las listas de
iTunes y Billboard.
Disney Channel estrena
en España el tercer filme
este sábado a las 21.15
horas después de llegar a
unos 10 millones de
espectadores en EEUU. Y
cierra la saga tras el
repentino fallecimiento de
uno de sus protagonistas, el
intérprete de 20 años
Cameron Boyce, quien
sufrió una muerte súbita e
inesperada en la epilepsia
(SUDEP). «No creo que
fuera posible hacer una

película sin él», reconoce su
compañera.
Aunque Dove Cameron
asegura que la compañía
del ratón la cuidó durante
toda su infancia –antes de
consagrarse con Los
descendientes, en 2012
protagonizó la serie Liv y
Maddie como dos gemelas
de personalidades
opuestas–, la actriz ha
hablado abiertamente de
las dificultades de crecer
frente a las cámaras. «Fue
complicado para mí. Creo
que es fácil cosificar a las
personas cuando no las
conoces y entonces es muy
fácil ser malinterpretado.
Esto puede generar mucha
ansiedad», admite.
Con cerca de 32 millones
de seguidores en Instagram
y 1,7 millones en Twitter,
esta estrella infantil y
juvenil también es una
comprometida influencer:
feminista declarada,
defensora del planeta y a
favor de un control más
restrictivo del uso de
armas, ha compartido que
siendo niña sufrió bullying,
las secuelas emocionales
que le dejó el suicidio de su
padre, o su noviazgo con
Thomas Doherty, actor de
24 años que encarna a
Harry, el hijo del Capitán
Garfio, en Los
descendientes.
«Cada uno lidia con la
ansiedad, la depresión y la
salud mental de una forma.
Yo hablo mucho con mis
fans sobre ello y es algo
que todavía estoy
aprendiendo a resolver
porque son cuestiones que
evolucionan contigo. Yo
intento pasar mucho
tiempo sola porque a veces
me siento abrumada por la
gente. Cuando recibo
muchos estímulos, tengo
que alejarme, estar a
oscuras. Y no tomo
medicación. Pero eso es lo
que me funciona a mí»,
explica la actriz. «Creo que
cualquiera con una
plataforma, especialmente
si cuentas con la atención
de los jóvenes, tiene la
responsabilidad de
defender un cambio
positivo dependiendo de lo
que creas. Pero hay cosas
que no pueden discutirse
como la crueldad animal, la
emergencia climática o los
tiroteos en las escuelas»,
concluye Cameron.

Dove Cameron es Mal en ‘Los descendientes’. DISNEY CHANNEL

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