El Mundo - 24.10.2019

(Marcin) #1

EL MUNDO. JUEVES 24 DE OCTUBRE DE 2019
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MUNDO


Los restos de un dictador son mu-
cho más que un estorbo para un
país democrático. No puedes ha-
cerlos desaparecer sin más ni me-
terlos en un sótano como un mue-
ble viejo sin insultar la memoria de
sus víctimas. Si su tumba atrae a
nostálgicos, los conviertes en un
polo de radicalismo. Si congrega a
turistas, los frivolizas. Hay muchas
maneras de gestionar el cuerpo sin
vida de un sátrapa, pero todas ellas
generan polémica, a no ser que ese
país siga siendo una dictadura y
entonces, más que esconderlo, lo
glorifiquen embalsamado. Éstas
son algunas de las últimas mora-
das más significativas para los dic-
tadores más nefastos del siglo XX.


eMUSSOLINI EN EL PANTEÓN. El Du-
ce, uno de los creadores del fascis-
mo como movimiento político au-
toritario (la palabra fascismo viene
de fascio, que significa «liga»), go-
bernó Italia con puño de hierro y
saludo romano hasta que unos par-
tisanos lo fusilaron junto a su aman-
te cuando trataba de huir a Suiza.
Sus cuerpos fueron mutilados y ve-
jados por la turba mientras colga-
ban del techo en una gasolinera de
Milán. Fue enterrado en una tumba
sin nombre hasta que su cuerpo fue
profanado por simpatizantes del fas-
cismo, que lo entregaron al conven-
to Cerro Maggiore al no saber qué
hacer con él. En 1957 sus restos fue-
ron entregados a sus seres queri-
dos, que le dieron sepultura defini-
tiva en una capilla familiar en el ce-
menterio de Predappio, donde pe-
regrinan miles de neofascistas ves-
tidos con sus camisas negras. Es el
mismo caso que el del dictador fas-
cista griego Ioannis Metaxas, falle-
cido en 1941 y enterrado en el ce-
menterio público de Atenas.


eCEAUCESCU, DE TUMBA EN TUMBA.
El dictador que dirigió los destinos
de Rumanía y su mujer, Elena, son
una auténtica atracción turística, a
pesar de que la tumba no es gran


cosa. Tras un juicio rápido de me-
nos de dos horas fueron condena-
dos a muerte, un pelotón los fusiló
mientras él cantaba La internacio-
nal, los militares se ensañaron con
sus cuerpos y después fueron ente-
rrados separados y sin gloria en el
cementerio de Bucarest. Años des-
pués, ante la sospecha de que sus
tumbas estaban vacías, un equipo
de científicos tomó muestras de sus
cuerpos y probaron sus identida-
des. Entonces los cambiaron de si-
tio y los sepultaron juntos.

eMOMIAS COMUNISTAS. Los países
de tradición comunista tienen mu-
chos menos reparos que las demo-
cracias occidentales a la hora de
mostrarse orgullosos de sus dic-
tadores muertos. La momia de Vla-
dimir Ilich Lenin está expuesta al
público en un mausoleo situado
en la Plaza Roja desde su muerte
en 1924. El profesor Alekséi Abri-
kósov, un reconocido patólogo y
anatomista ruso, embalsamó su
cuerpo para mantenerlo intacto
hasta el momento de su entierro.

El embalsamado fue tan profesio-
nal que se determinó que no sería
enterrado, sino que su cuerpo se
expondría tal cual. Josef Stalin si-
guió el mismo camino y su cadá-
ver fue momificado y expuesto jun-
to al de Lenin hasta que su suce-
sor, Nikita Kruschev, decidió que
el dictador de las grandes purgas
fuera enterrado junto a la mura-
lla del Kremlin. Ho Chi Minh, lí-
der nacionalista vietnamita, que-
ría ser incinerado y que sus ceni-
zas fueran esparcidas como abo-
no para los campos, pero el Go-
bierno decidió glorificarlo como
héroe en un mausoleo faraónico
en el centro de Hanoi. La misma
tradición han seguido líderes tan
dispares como el chino Mao Tse-
Tung, el bolivariano Hugo Chávez
y el norcoreano Kim Jong-il. El
mantenimiento anual de cada una
de estas momias cuesta casi
200.000 euros.

eL O S G E N O C I DA S G L O R I F I CA D O S.
El primer ministro del imperio ja-
ponés de 1941 a 1944, Hideki To-

jo, fue el artífice de graves y ma-
sivos crímenes de guerra en todo
el Lejano Oriente e impulsó del
ataque a Pearl Harbor contra Es-
tados Unidos, lo que abrió el fren-
te del Pacífico durante la Segun-
da Guerra Mundial. El Tribunal
de Tokio, una suerte de juicio de
Nuremberg para los militares ni-
pones, decidió condenar a muer-
te al ideólogo de aquel expansio-
nismo sangriento. Aunque él pi-
dió ser fusilado, murió en la hor-
ca. Fue enterrado en el santuario
Yasukini, reservado para milita-
res fallecidos, incluidos los de Co-
rea y Taiwán.

eEXILIO PARA LOS CRIMINALES.
El dictador dominicano Leónidas

Hay muchas formas de gestionar el cadáver de un sátrapa, pero


todas ellas son polémicas. Si su tumba atrae a nostálgicos puede


convertirse en polo del radicalismo. Si congrega a turistas, puede


considerarse la frivolización de un capítulo negro de la Historia


POR ALBERTO ROJAS


LA MIRADA DEL
CORRESPONSAL

Dictadores sin descanso: momias,


tumbas sin nombre y mausoleos


Trujillo está enterrado en un mau-
soleo anónimo de mármol negro
en el cementerio municipal de la
localidad madrileña de El Pardo.
Su féretro llegó a España en 1970
tras morir nueve años antes en un
atentado. Antes, pasó por el ce-
menterio de Père Lachaise, don-
de primero lo sepultaron junto a
Beethoven y después dejaron la
lápida vacía con el cuerpo cami-
no de Madrid, como el cubano Ful-
gencio Batista. El exilio también
fue el destino del sanguinario sá-
trapa ugandés Idi Amin, que mu-
rió en Arabia Saudí; el cleptóma-
no congoleño Mobutu Sese Seko,
en Marruecos, y el autócrata fili-
pino Ferdinand Marcos, también
momificado, en Hawai.

eLA ÚLTIMA MORADA DE POL POT.
No es fácil llegar al lugar donde
el líder de los Jemeres Rojos fue
cremado y enterrado, pero llama
la atención que el lugar de descan-
so de uno de los mayores genoci-
das del siglo XX esté en un arro-
zal de Camboya, tapado con plan-
chas metálicas oxidadas y que un
par de funcionarios cobren dos
dólares por ver la última morada
del camarada número uno.

eMUSEO PARA SALAZAR. El dictador
del llamado Estado Novo en Por-
tugal tras un golpe en 1926, Antó-
nio de Oliveira Salazar, reposa en
el cementerio de su localidad na-
tal, Vimieiro, de 800 habitantes.
Sus vecinos llevan años intentan-
do montar un museo sobre el le-
gado del dictador para atraer más
público, pero no encuentran finan-
ciación por parte del Estado luso.

LA MOMIA
DE LENIN^
El cuerpo del
líder comunista
está expuesto al
público en un
mausoleo
situado en la
Plaza Roja.
REUTERS

Moscú

RUSIA
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