Historia Spain - 09.2019

(Sean Pound) #1
LOS VECINOS SE PLANTEARON CORTAR LOS ACCESOS AL
BARRIO MEDIANTE BARRICADAS, PLANEAR UN ENCIERRO
EN LA CATEDRAL O ESCRIBIR AL REY JUAN CARLOS

Carlos para hacerle llegar la situación en la
que se encontraban las familias afectadas.
Todas esas acciones y planes para para-
lizar la expropiación dieron ciertos resulta-
dos. El 10 de agosto un grupo de vecinos
se enfrentó a una empresa constructora que
realizaba la construcción de un puente en
la calle Villaamil, ya que, según los vecinos,
dicho proyecto supondría un grave peligro
para la seguridad de los residentes de la zona.
De acuerdo con ABC, “los vecinos de Ce-
rro Belmonte, que todos los días cortan la
citada calle en protesta por una expropiación
municipal, se enfrentaron con los trabajado-

La expropiación
quedó sin efecto y las
aguas volvieron poco
a poco a su cauce.
Pero, a la hora de la
verdad, los vecinos
negociaron la venta
cada uno por su lado y
llegó el día de la
mudanza.

LA BOLSA DE DETERIORO URBANO


i


La Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento
madrileño lanzó en 1988 un plan bautizado como “Un proyecto
para Madrid”. Contenía cinco partes y una de ellas eran las llamadas bolsas de
deterioro urbano. Cerro Belmonte era la número once de las diecinueve planeadas
en todo el término municipal. Lo que se pretendía era, mediante la expropiación de
terrenos, sustituir las infraviviendas por nuevas viviendas y realojar a los afectados.
El problema estuvo en que se les ofreció demasiado poco y, además, el proyecto se vio
salpicado por las sospechas de corrupción urbanística. Según los vecinos, el proyecto
fue asignado a empresas privadas que se lucrarían comprando el terreno por poco
dinero para construir después chalés de gama alta.

Lo que los vecinos de Cerro Belmonte no
sabían era que ellos mismos estaban siendo
de gran utilidad al régimen cubano, ya que el
clima que se respiraba entre España y Cuba
era muy tenso. Por eso mismo, el propio Cas-
tro, al ser informado de la negativa de los
vecinos, optó por realizar otra sorprendente
acción: invitar a doce vecinos a visitar Cuba,
cuyo gobierno correría con los gastos.
Esta acción, realizada, como reiteramos,
en medio de unas relaciones tensas entre
ambos países, no sentó nada bien en Espa-
ña. ABC señaló el 3 de agosto de 1990 lo
siguiente: “Los originales ‘turistas’, que no
parecen amedrentarse ante la difícil situación
que actualmente atraviesan las relaciones en-
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por enterados de que Fidel Castro retuvo en
La Habana, contra su voluntad, a trescien-
tos turistas españoles durante los primeros
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país la próxima semana”.


UNOS SE FUERON A CUBA...
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lucha solo porque Fidel Castro invitase a unos
cuantos a visitar Cuba. Mientras se ultimaban
los preparativos para dicho viaje, que incluía
un sorteo para seleccionar a los doce afortu-
nados, proseguía la batalla. Casi al mismo
tiempo que se iniciaba la expedición a la isla,
los vecinos se movilizaban para cortar todos
los accesos al barrio mediante el uso de barri-
cadas, planear un encierro en la Catedral de
San Isidro o escribir al mismísimo rey Juan


res de la empresa municipal (...)”. A la dispu-
ta se sumaron diversos efectivos policiales, lo
que derivó en una serie de denuncias por vio-
lencia policial. Según declaró una portavoz
de los vecinos, los agentes “nos rompieron
las pancartas y derribaron violentamente las
vallas que habíamos colocado, que cayeron
encima de alguna de las mujeres que se es-
taban manifestando”.

EL ESTADO INDEPENDIENTE
El 20 de agosto de 1990, la prensa informaba
de que la expedición de vecinos belmonteños
en Cuba había regresado a España. A su lle-
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