ECOS - 11.2019

(Dana P.) #1
ECOS 11/2019 VIAJES 57

Fotos: Getty Images, Alamy, iStock


Primero fue un reino y des-
pués una corona muy pode-
rosa. En sus años de gloria, la
Corona de Aragón se expan-
dió por Mallorca, Valencia,
Cataluña, la Provenza, Cerde-
ña, Córcega, Nápoles y Sicilia.
Incluso Atenas llegó a formar
parte de ella durante un tiempo. Aragón parecía devo-
rar todo lo que le salía al paso, y querer decir, como los
antiguos romanos, mare nostrum: el Mediterráneo es
nuestro. La gloria duró unos siglos, hasta que Fernan-
do de Aragón e Isabel de Castilla, con su matrimonio,
unieron las dos coronas. Aragón fue perdiendo sus
posesiones; finalmente, también las Baleares, Valen-
cia y el Principado de Cataluña.
Si algo se puede decir del Aragón de hoy, es que
no tiene mar. Ni tampoco prisas para incorporar a
su territorio nada. Por el contrario, esta comunidad
repite el mantra “descubre la lentitud”. No compite
con el sol y la playa, y entre los tesoros que nos tiene
reservados están sus iglesias románicas, sus pueblos
abandonados y sus buitres, que, como seres mitoló-
gicos, ahuyentan a los turistas fáciles.
Dos fenómenos naturales caracterizan a Aragón:
el río Ebro y los Pirineos. El Ebro lo parte en dos mi-
tades, septentrional y meridional; los Pirineos lo de-
fienden de Francia y le dan su identidad geográfica.
Nuestro viaje empieza por la mitad septentrional,
concretamente en las faldas de los Pirineos que re-
ciben ese nombre técnico y aburrido de Prepirineo.

Alquézar
La villa medieval de Alquézar se nos presenta como
una visión del pasado, con la señal distintiva de Eu-
ropa: un castillo sobre un risco. A sus pies, un montón
de casas apretadas buscan el calor y la protección de la
muralla. Todo en un magnífico color ocre. Alrededor,
barrancos y cañones. Pero lo que confundimos con
un castillo resulta ser la Colegiata de Santa María la
Mayor o, mejor dicho, una colegiata-castillo –el hibri-
dismo está también entre las señas de identidad de
Europa–. Construida en el siglo IX d. C. por Jalaf ibn
Rasid para frenar a los reinos cristianos del norte, la
fortaleza se convirtió en manos de estos en una igle-
sia románica de la Orden de los Agustinos. En el siglo
XVI fue sustituida por una iglesia gótica. Su claustro
conserva pinturas murales con escenas bíblicas.
El casco histórico de la villa retiene todo el encanto
medieval, con soportales de vigas de madera donde
anidan las golondrinas. Clavadas sobre una de las
puertas, cinco pezuñas de jabalí frescas llaman nues-
tra atención. Están ahí para alejar a las brujas y a los
malos espíritus.

El río Vero y sus seres mitológicos
Alquézar está en el mismo confín del Parque Natural
de la Sierra y los Cañones de Guara. Atraídos por los
precipicios que la rodean, dejamos la villa y traspasa-
mos ese límite, para bajar por uno de los barrancos
hasta el fondo del cañón. Un murmullo acompaña
nuestra caminata. Es el río Vero. Su apacibilidad y
color turquesa nos hacen olvidar el esfuerzo realiza-
do. Esta vez no vamos a cruzar el río, sino a caminar
dentro de él, vadeándolo. Al cabo de unos minutos si-
guiendo su cauce, advertimos que no estamos solos.
Aves de gran tamaño sobrevuelan el cañón y nuestras
cabezas. Buitres. Quien haya leído el Infierno de Dante
se sentirá, de pronto, dentro de un círculo dantesco
lleno de harpías, y no en un tranquilo cañón aragonés.
El buitre común o buitre leonado, el buitre negro,
el buitre egipcio y el quebrantahuesos son los due-
ños y señores de estos cañones. Pese a hallarse a gran
distancia, intuimos que son enormes. No tardan, sin
embargo, en desmitificárnoslos: nos cuentan que se
han vuelto perezosos y que en lugar de cazar se han
acostumbrado a que los alimenten en diversos co-
mederos. Uno de ellos está en la vecina localidad de
Santa Cilia de Panzano, donde se encuentra La Casa
de los Buitres. Cuando uno se acerca a ellos, parecen
una persona sentada. Su olor ahuyenta a cualquier ser
vivo. Algunos mitos tienen pies de barro.

El oráculo de Guara
La excursión por el río Vero termina con un paseo por
sus pasarelas, que en Aragón no tienen que ver con la
moda sino que son pasillos de metal construidos en

P


P


devorar
, verschlingen
salirle al paso
, den Weg kreuzen
ahuyentar
, in die Flucht schlagen
el/la turista fácil
, bequemer Tourist
septentrional
, nördlich
la falda
, Abhang
el Prepirineo
, Vorpyrenäen
la señal distintiva
, wesentliches Merkmal
el risco
, Felsen
apretado/a
, zusammengedrängt
la Colegiata
, Stiftskirche
el hibridismo
, das Hybride
el soportal de vigas de
madera
, Arkade mit Holzbalken
anidar
, nisten
la golondrina
, Schwalbe
la pezuña de jabalí
, Wildschweinhuf
el confin
, (hier) Ende
el precipicio
, Abgrund
la apacibilidad
, Friedlichkeit
vadear
, durchwaten
el harpía
, Harpyie
el buitre común,
el buitre leonado
, Gänsegeier
el buitre negro
, Mönchsgeier
el buitre egipcio
, Schmutzgeier
el quebrantahuesos
, Bartgeier
el comedero
, Futterstelle
los pies de barro
, (fig.) tönerne Füße
la pasarela
, Steg, Laufgang
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