El Mundo - 09.09.2019

(National Geographic (Little) Kids) #1

EL MUNDO. LUNES 9 DE SEPTIEMBRE DE 2019


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OPINIÓN i


RIVERA no es liberal sino riveral. Toma
hoy del liberalismo lo que atacaba ayer
y temo que atacará mañana lo que
aplaude hoy. Anteayer, acudía a los
actos de Denaes de Abascal; ayer le
arrojó aquí dos trolas a la cara, tan
fresco. Dice que Vox quiere reeducar
homosexuales: falso. No está en su
programa, alguno de sus mejores
candidatos es homosexual, y la
izquierda rescató una opinión de
Monasterio, antes de Vox, que Rivera
recicla. Ortega Smith sí dijo que ese
Orgullo donde llaman putas y rocían a
las diputadas de Cs con orines de género
debería ir a la Casa de Campo y no
convertir en basurero el centro de
Madrid. Opinión muy común en Chueca.
Añade Rivera que Vox quiere «legalizar
las pistolas», sucio modo de llamar
pistolero a su ayer amigo, y la verdad es
que las armas de fuego son legales en
toda Europa, en España hay tres millones
de licencias de armas largas para caza y
tiro olímpico, y las cortas para
autodefensa se dan con licencia
renovable sólo año tras año. Sí, Abascal
criticó la condena a un anciano que mató
a un tío armado que entró en su casa y
aporreaba a su esposa. No tenía escolta
como Rivera.
Si lo de Vox es calumnioso, lo del PP es

sórdido sobre hipócrita. Ayer le atacaba
por liberalazo y yo tuve grandes trifulcas
en esRadio con Aguado y De la Torre que
criticaban la supresión del impuesto de
sucesiones en Madrid. La doctrina de Cs
era que bajar impuestos es dumping
fiscal. En cuanto a la globalización que
defiende sin matices, no siempre es
liberal. Véanse las subvenciones dopando
las exportaciones de la UE; o China,
robando propiedad intelectual a todo el
mundo y despreciando el Derecho.
Como Rivera. Diez días después de
investir a Ayuso crea con Podemos, PSOE
y Vox un tribunal político para
desgastarla, despreciando a los tribunales
de verdad, que ya la llamaron a declarar
como testigo –con otros 400– y nada
había. El juez Rivera dice que «no tapará
la basura del PP». ¿Cuál? ¿La de Garrido,
el de Cifuentes, que fichó? ¿La de la
consejera del PP de Castilla y León, que
fichó e impuso a pucherazos? ¿La de Pilar
Barreiro, a la que forzó a dejar la política
por imputada, fue absuelta y Cs ni se
disculpó? ¿Su candidato en Melilla,
pasado a Marruecos? Y no olvido su
pacto con los ultras de Libertas, ni el de
Gobierno con Sánchez.
O sea, que menos lobos, Caperucito.

‘Riverales’


y liberales


Rivera toma hoy del
liberalismo lo que
atacaba ayer y temo
que atacará mañana
lo que aplaude hoy

HACE ya 60 años, José Luis Alonso me
alentó a que acudiera, creo que al Infan-
ta Isabel, a escuchar a un actor jovencísi-
mo en El celador. Algunos años después
me llamó Cayetano Luca de Tena para
decirme: «Tengo un actor que no te lo vas
a creer. Se llama José Sacristán». Más
tarde, en Almacenados se derramaban
unas gotas del Godot que no llega mien-
tras Vladimiro y Estregón conversan so-
bre al absurdo de la vida. Gao Xingjian
ponía en marcha el autobús al que se es-
pera y no aparece. Artaud y Ionesco piso-
teaban las huellas de Miller. A pesar de
los rebuznos de ciertos críticos, Sacristán
era ya, junto a Fernán Gómez, el mejor
actor español de teatro.
Escribí que Sacristán «temblaba como
una puta virginal en Las guerras de nues-
tros antepasados»; que se aturdía en el al-
ma de un viajante americano; que se hizo
cervical cajetilla en la escenografía letri-
nal de la comedia de Desola; que se con-
virtió en carne del arte en Un picasso; es-
tremecimiento en Danza macabra; músi-
ca, entre los blancos muslos de Leda, ojos

claros de Paloma San Basilio; intelectual
kafkiano, en fin, en El proceso. Ha sido
protagonista de varias docenas de come-
dias, con recuerdo especial para El loco
de los balcones. También de un centenar
de películas, muchas de ellas excelentes.
Algunas le cubrieron de mierda, que el ac-
tor supo sacudirse delicadamente.
Así que acudí al Bellas Artes para con-
templar la interpretación de Sacristán en

Señora de rojo sobre fondo gris. No me
parece la mejor adaptación que se ha he-
cho de una novela de Delibes, a pesar del
buen trabajo de Sámano e Inés Camiña.
El espectáculo teatral, sin embargo, es so-
berbio gracias a la interpretación de José
Sacristán, que pasa la batería como un
misil; que derrama autenticidad desde su

mirada atroz; que sufre y ríe y llora ante
la muerte de la mujer amada.
Cervantes, Galdós y Delibes son los
tres primeros novelistas de nuestra lite-
ratura. A Cela le irritaba esta afirma-
ción. Varias de las novelas de Delibes
han sido adaptadas al teatro y al cine.
Señora de rojo es autobiográfica y narra
la devastación del autor ante la pérdida
de la esposa amada. Ningún aficionado

al teatro se perderá la interpretación del
mejor actor de nuestro teatro en esta
obra del sentimiento ávido y el pensa-
miento profundo. Yo salí del Bellas Artes
consternado por la emoción que des-
pierta siempre el teatro de verdad.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

CANELA FINA


LUIS MARÍA
ANSON

Sacristán,


en la cima


LOS SOCIALISTAS tienen la suerte del
pensamiento simple, el que les dice que la
ausencia de mujeres en algunas ingenierías
es culpa del precio de las matrículas, el mis-
mo que no importa para ser mayoría en
Medicina. Si no estudian Informática, va-
mos a invitarlas, como a copas, han pensa-
do las mentes en funciones del Gobierno.
A las mujeres nos conviene elegir grados
mejor pagados que los de estudios de géne-
ro, sobre todo si priorizamos el sueldo. Pa-
ra las socialistas, todo es cuestión de pasta,
mejor si financia estudios que les den la ra-
zón, con lema para camiseta. Nada de sa-
ber, por ejemplo, que en la URSS había mu-
chas ingenieras y que, desde que las em-
presas rusas se baten en el capitalismo
libre, hay menos: no es igual ser funciona-
ria que empleada de multinacional. En el
BOE no faltan mujeres en las listas de inge-
nieras de nómina estatal.
Para conseguir más vocaciones tecnoló-
gicas funciona que las niñas tengan ejem-
plos y no siempre mujeres, como demues-
tran las ingenieras hijas de ingenieros. Si
nos preocupan los estereotipos, miraría si

uno es que las chicas son mejores profeso-
ras, porque apenas hay hombres en Prima-
ria, donde se cincelan aspiraciones vagas.
A ver si son las madres y las profes las res-
ponsables de cortar las alas a las que quie-
ran ir a grados señalados como masculinos,
etiqueta que se empieza a estudiar como
culpable del descenso de alumnas informá-
ticas. «A lo mejor hay chicas que no quie-
ren estar solas en una clase», me dijo una

de 10 años. «¿Por qué? ¿Tú no podrías ser
amiga de muchos chicos?», pregunté. «Yo
sí, pero hay niñas que no quieren casi jugar
con ellos», dijo la hermana de varones. Se
educa en casa a las abejas reina.
El PSOE borra un hecho a celebrar: las
mujeres occidentales, en 2019, estudian lo
que les da la real gana y pueden con sus ap-

titudes. Como ellos. Si el éxito en igualdad
es muchas ingenieras, ahí está la URSS o
bastantes países musulmanes, donde esos
grados son la salida más rápida del infier-
no doméstico. Dudosos modelos. El nórdi-
co, ay, nos falla porque en los paraísos igua-
litarios tampoco a las mujeres les ha dado
por los ordenadores.
Mientras, se puede optar por visibilizar a
las ya ingenieras. Hablar con ellas. Qué les

parecerá la matrícula gratis. Con iniciativas
feministas de la factoría Calvo, ingeniera
social, surge la pregunta: ¿Quién nos respe-
ta más, los que nos ven incapaces de elegir
grado, tipo de vida, o los que nos creen res-
ponsables de nuestras decisiones? Los pri-
meros son los nuevos machistas y tienen
matrícula gratis en el Gobierno de Sánchez.

Hablen


con ellas


SOPLA TERRAL


BERTA GONZÁLEZ
DE VEGA

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F. JIMÉNEZ
LOSANTOS

IDÍGORAS Y PACHI

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