El Mundo - 02.09.2019

(C. Jardin) #1

EL MUNDO. LUNES 2 DE SEPTIEMBRE DE 2019


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MUNDO


lémica en el país europeo, ante lo
que la oposición local considera un
esfuerzo sistemático del Partido
Ley y Justicia (PIS) de apropiarse
de la memoria colectiva tomando el
control de los museos que recrean
esas fechas y promoviendo una na-
rrativa más acorde con su ideario
ultranacionalista.
La controversia se ha intensifica-
do en las últimas semanas precisa-
mente tras la aprobación en el Par-
lamento –donde el PIS goza de una
cómoda mayoría– de una norma
que otorga al gobierno central el
control del simbólico enclave de
Westerplatte. Hasta ahora depen-
día de la alcaldía de Gdansk, don-
de la oposición liberal detenta la
mayoría.
Para el PIS se trata de «restaurar
la dignidad de Westerplatte», como
explica uno de los vídeos difundi-
dos por el Museo de la Segunda
Guerra Mundial, ubicado en la cer-
cana ciudad de Gdansk.
«Era un lugar que estaba repleto
de basura, no hacía honor a la gran
historia que ocurrió allí», explica el
historiador y nuevo director del ci-
tado centro, Karol Nawrocki, que
también se hará cargo del próximo
museo que el gobierno piensa
construir en ese lugar.
La pugna en torno a Westerplat-
te es tan sólo el último capítulo de
un largo listado de encontronazos
entre los representantes del Ejecu-
tivo y sus oponentes en torno a es-
te asunto, que alcanzó su clímax


con la disputa sobre el centro dedi-
cado a la memoria de la Segunda
Guerra Mundial, uno de los edifi-
cios más significados de su tipo de
todo Europa.
El proyecto fue promovido por el
principal rival político del PIS, el ex
primer ministro Donald Tusk, y, en
2013, mucho antes de su inaugura-
ción, el hombre fuerte de Ley y Jus-
ticia, Jaroslaw Kaczynski, prometió
que si volvía a gobernar alteraría la
exhibición para «expresar el punto
de vista polaco».
Construido en las inmediaciones
de los canales de Gdansk, la expo-
sición que alberga el vanguardista
edificio del Museo de la Segunda
Guerra Mundial pretende resumir
en 5.000 metros cuadrados el terror
que personificó aquel conflicto.
Sin embargo, las imágenes que
cierran la exposición no dejan lugar
a la imaginación sobre cuál es el
mensaje que pretenden transmitir
los nuevos responsables del recinto.
Tras acusar a Occidente de ha-
berles «traicionado», la grabación
–que mantiene el estilo de un cómic
cargado de escenas de «heroísmo»
polaco– concluye con una explícita
sentencia: «Porque no mendigamos
la libertad, luchamos por ella».
«Es así, no sé si es bueno o malo,
pero los polacos tenemos un geno-
ma que nos lleva a luchar incluso
contra los enemigos más podero-
sos», proclama Nawrocki.
El tono épico de la producción
contrasta con la que se mostraba en

esa misma sala hasta octubre de


  1. Entonces, los visitantes podían
    asistir a una sucesión de escenas que
    recogían diversas guerras recientes
    bajo una de las canciones más em-
    blemáticas para el movimiento con-
    trario a la de Vietnam: La Casa del
    Sol naciente del grupo The Animals.
    «Queríamos que los visitantes se
    fueran con ese mensaje, que la gue-
    rra es diabólica, pero forma parte
    del ser humano y por eso tenemos
    que estar atentos», explica el histo-
    riador Janusz Marszalec, que hasta
    junio de 2017 formó parte del perso-
    nal del Museo.
    «Sí, la guerra es terrible, pero és-
    te es un museo que se construyó
    con los impuestos de los polacos y
    lo menos que esperan esos contri-
    buyentes es poder ver a sus héroes»,
    replica el actual portavoz de la insti-
    tución, Alexander Mastowski.
    La sustitución del vídeo prepara-
    do por la dirección que apadrinó la
    apertura del Museo forma parte de
    los múltiples cambios que ha intro-
    ducido Nawrocki, un historiador
    cercano al Partido Ley y Justicia,
    que reemplazó al anterior responsa-
    ble, Pawel Machcewicz, a las pocas
    semanas de que la sala abriera sus
    puertas al público a inicios de 2017.
    Nawrocki ha intentado modificar
    el espíritu de una exposición que
    considera que no incidía de forma
    suficiente en el «heroísmo» de los
    polacos durante esos años.
    «Estoy a favor de que los museos
    enseñen patriotismo. Tras la caída


del comunismo las élites comunis-
tas siguieron presentes en las insti-
tuciones polacas y eso impidió que
se conociera la verdad histórica»,
argumenta el director en una con-
versación con este diario.
Sentado en una de las múltiples
terrazas de esta evocadora ciudad,
Janusz Marszalec opina que la na-
rración histórica que defiende el
Gobierno ultranacionalista es una
auténtica «revolución destinada a
educar a un nuevo ciudadano se-

gún sus ideas, como ocurría con los
regímenes totalitarios». «El control
de los museos forma parte de esta
política», agrega.
«Después de lo que ha pasado en
Gdansk están intentando controlar
el museo de historia de los judíos
polacos de Varsovia y el del movi-
miento Solidaridad», asevera.

Marszalec for-
ma parte del am-
plio grupo de ex-
pertos que tuvo
que abandonar el
Museo de la Se-
gunda Guerra
Mundial tras la
llegada de Nawrocki. «Sólo quedan
tres personas de una veintena»,
apostilla.
Instalado en un despacho rodea-
do de banderas y retratos de héroes
polacos, Jerzy Grzywacz es una de
esas personas que no necesitan que
le recuerden la reciente historia del
país. Él mismo la encarna.
Las nueve décadas de vida que
atesora no han impedido que se olvi-
de de las jornadas de 1939, cuando
siendo un niño iba con sus amigos
«a ver desde el puerto los combates
y las explosiones de Westerplatte».
«La derrota fue una auténtica con-
moción. Pensaba que era imposible
que perdiéramos la guerra», dice.
Después, todavía siendo un ado-
lescente, el presidente de la Asocia-
ción de Ex Combatientes del Ejér-
cito Nacional participó como «co-
rreo» de los insurgentes que
pelearon en Varsovia durante el al-
zamiento de 1944.
«Es necesario que Occidente re-
cuerde lo que sufrimos los polacos,
pero me entristece este conflicto en
torno a la Historia. El Gobierno di-
ce ser anticomunista, pero a veces
quiere controlar todo, como hacían
los comunistas», sentencia.

Soldados


veteranos


polacos, ayer


en Varsovia,


durante el 80º


aniversario


del inicio de


la II Guerra


Mundial. GETTY


Para el partido
gobernante, se trata
de restaurar la
dignidad polaca

Para la oposición, un
esfuerzo sistemático
de apropiarse de la
memoria colectiva
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