El Mundo - 02.09.2019

(C. Jardin) #1
EL MUNDO.

HOJA Nº (^28) P A P E L LUNES 2 DE SEPTIEMBRE DE 2019
C I N E
Mostra de Venecia. Meryl Streep y
Penélope Cruz concentran los focos de
una irregular jornada evidentemente
antiimperialista de la mano de ‘The
Laundromat’, sobre los Papeles de
Panamá, y ‘La red avispa’, sobre Cuba
EL ENEMIGO AME-
RICANO, SEGÚN
SODERBERGH
Y ASSAYAS
POR LUIS
MARTÍNEZ VENECIA
aéreo de Aterriza como
puedas Steve McCroskey,
un mal día para dejar
cualquier vicio; incluido,
claro, esnifar pegamento.
Digamos que la Mostra
vivió el domingo su
particular día del señor, del
señor Trump para ser
precisos como último
exponente de la orgía
desregulatoria que
empezara allá en los 80. The
laundromat toma el testigo
de las película irónico-
pedagógicas de Adam
McKay. Recuerden La gran
apuesta, por ejemplo. En
este caso, es Soderbergh el
responsable de contarnos
con la ayuda de unos pocos
El primer paraíso fiscal,
nos explica Steven
Soderbergh en The
laundromat (La
lavandería), no estuvo
localizado en ninguna isla
exótica, sino en el corazón
mismo del imperio. En
Delaware, para más señas.
Y el país más poderoso del
mundo tan preocupado
siempre por el terror de
fuera sufrido en carne
propia, protegió, financió y
hasta armó a grupos
terroristas con residencia,
también fiscal, en Miami.
Esto último corre a cuenta
de Olivier Assayas en La
red avispa. De otro modo, y
como diría el controlador
gráficos y dos maestros de
ceremonias (Antonio
Banderas y Gary Oldman)
en qué consistió eso de los
Papeles de Panamá. La
película sigue el rastro a una
viuda encarnada por Meryl
Streep que un buen día
descubre que eso tan difícil
de definir y domesticar
como el futuro es el espacio
vital de los mentirosos. Al
fin y al cabo, como nos dejó
claro el antropólogo Peter J.
Wilson, al hombre (tanto al
bueno como al malo) le
define su capacidad para
prometer. Y mentir. La
mujer no tiene manera de
cobrar la póliza que firmó
su marido antes de fallecer
en accidente por la sencilla
razón que ya nadie sabe lo
que vale nada. Lo que sigue
es una cinta que, a su modo,
replica en la estructura el
mismo proceder laberíntico
del objeto explicado. Todo
vale: desde convertir la
pantalla en un power point a
saltarse la cuarta pared
pasando por una alegre
celebración del caos tan
cerca de la comedia como
de la tragedia. Por lo
inexplicable y lo doloroso.
El resultado es una
simpática provocación que
ilumina tanto como
desespera. En efecto, el
trabajo en 2016 de 400
periodistas que analizaron
cerca de 11,5 millones de
documentos confidenciales
para dejar al descubierto
tanto la desvergüenza de
algunos como la propia
ineficacia del sistema
parece haberse traducido
en... nada. Todo sigue igual.
Lo dicho, un mal día para
casi todo.
El trabajo de Olivier
Assayas es distinto y, sin
embargo, comparte la
misma melodía. De nuevo,
se trata de un caso real y
otra vez lo que importa es la
desvergüenza. Así en
general. La red avispa narra
la historia de cinco cubanos
infiltrados en las
organizaciones
anticastristas de Miami que
en los años 90 se dedicaban
a, entre otros menesteres,
poner bombas en los
establecimientos turísticos
cubanos. Mantiene el
director que en un tiempo
como el que vivimos de fake
news quizá se nos olvida
que la propaganda ha
existido siempre.
La de Assayas no difiere
tanto de la empleada en su


Meryl Streep y Gary Oldman en la presentación ayer en Venecia de ‘The Laundromat’, de Steven Soderbergh. AFP


obra magna Carlos, su
particular retrato
inmisericorde del terrorista
el Chacal. La cámara fluye
en tensión entre los cuerpos
de unos personajes siempre
a un segundo de estallar. Se
trata de una historia de
espías y como tal se
comporta el propio relato:
enigmático, febril y azaroso.
Bien es cierto que esta vez
todo fluye de manera algo
más accidentada y confusa
que en su trabajo anterior.
La por definición
errática historia se
deja ordenar mal en
una estructura que
se quiere ella misma
libre de esquemas y
ataduras formales.
Por momentos,
Assayas se extravía
entre la red tupida
de personajes y
vidas hasta
simplemente perder
el foco.
Eso sí, el reparto
luce en esa extraña
y vital confusión a
medio camino entre
la realidad y la
ficción que ya es
marca en la
filmografía del
director. Entre Gael
García Bernal o
Édgar Ramírez,
destaca una vez más
la facilidad de
Penélope Cruz para
ofrecerse tan
desprejuiciada-
mente libre como exige la
puesta en escena. Nadie
maneja los espacios y los
tiempos como ella. Es así.
Como diría McCroskey,
un buen día para dejar de
creer en las bajadas de
impuestos. Por ejemplo.

Sorrentino tiene nuevo
Papa. Este es inglés y el
mérito principal que
luce en su currículum
es su facilidad para
cambiar de conversa-
ción. Cuando los demás
esperan que hable de
religión, él prefiere
hacerlo de cualquier
otro asunto. El método
da sus resultados. Le
avala el índice más alto
de conversiones del
anglicanismo al
catolicismo sin pasar
por el Purgatorio. Y
quizá, quién sabe, ése
es el mérito que el Papa
interpretado por John
Malkovich (sí, él)
comparte con el
director de la serie ‘The
new Pope’ que fue
presentada ayer en el
Lido como hace unos
años lo fuera ‘El joven
Papa’, de la que es
continuación.
Sorrentino, decíamos,
siempre está a otra
cosa. Cuando todo el
mundo espera que
insista, como su Jep
Gambardella, en esos
personajes voluptuosa-
mente perdidos en el
laberinto de su condi-
ción hedonista, él
prefiere dar voz a la
más abnegada y estoica
de las criaturas. Y así,
siempre. Siempre entre
el éxtasis inmaculado y
la carne envenenada.
La nueva serie de HBO
compuesta por 10
capítulos de los que se
vieron dos empieza en
el punto exacto que
acabó la anterior: con el
Papa al que da vida
Jude Law en estado de
coma. Lo que se vio es
la historia de un Papa
de estreno convencido
de que sólo la fragilidad
esconde la posibilidad
del verdadero misterio.
Eso a la vez que el viejo
Papa permanece
inmóvil. Hasta que se
despierte. Entonces,
tendremos dos. El
papado será entonces,
uno y ‘doppio’. Como el
café. Si a Sorrentino le
preguntas por un Papa,
él prefiere hablar del
otro. Y así.

SORRENTINO
TIENE AHORA
DOS PAPAS

Penélope Cruz, ayer, en el Lido. AFP

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