El Mundo - 02.09.2019

(C. Jardin) #1

EL MUNDO


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LUNES 2 DE SEPTIEMBRE DE 2019


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Los agentes de la Policía Científica retiran el coche de Blanca Fernández Ochoa del aparcamiento de Las Dehesas en la sierra de Guadarrama donde fue encontrado. ÁNGEL NAVARRETE


QUICO ALSEDO CERCEDILLA


«Ella es de picos y valles. Para cami-
nar, que le encanta, y también emo-
cionalmente, ojo». Lo dice su propia
familia de Blanca Fernández Ochoa,
que «en cuanto podía, se iba a la
montaña, a pasear, que era lo que
realmente le gustaba». Cogía el co-
che, que gustaba de conducir «en
chanclas», luego se calzaba las botas
de montaña y desaparecía. «Se solía
ir sin móvil, porque ella odia el mó-
vil, de hecho te lo decía: ‘Qué mara-
villa, sin móvil, que no me moles-
ten’», cuentan en su familia. «No co-
gía la tarjeta de crédito por una
sencilla razón: ella no tiene tarjeta de
crédito, va por la vida sin ella».
Tal vez todo esto explique por qué
desde que Fernández Ochoa, única
española medallista en unos Juegos
de Invierno aún hoy, se fue «al norte»
el sábado 24 de agosto, hasta el jue-
ves pasado, día 29, su familia no de-
nunció su desaparición. «Ella es así,
funciona así. Pasa del móvil, va a su
aire y le gusta estar sola». Para el
martes 27 su hija Olivia, internacio-
nal en rugby por España, estaba ya


preocupada. Blanca, según fuentes
familiares, había encajado muy mal
su separación –de David Fresneda,
dueño de una academia de buceo en
Murcia, con el que tiene dos hijos–,
sufre «desde pequeña» trastorno bi-
polar diagnosticado –de ahí los «pi-
cos y valles»–, y había tenido que
vender su casa, envuelta en dificulta-
des económicas –trabajaba como re-
laciones públicas en la empresa de
eventos de una de sus hermanas,
dando charlas motivacionales para
ejecutivos, etc–. La familia, alarma-
da, empezó la búsqueda.

Y la empezó, entre otros lugares,
en Cercedilla, en los parajes que
Blanca conoce como la palma de su
mano ya que aquí se crió, con sus
padres, ambos, trabajando en la es-
tación de Navacerrada y su mítico

hermano Paquito ganando su meda-
lla 20 años antes que ella, en Sappo-
ro. Blanca «sube aquí muy frecuen-
temente», admitía ayer el alcalde de
la localidad. Sus hermanos, en plena
búsqueda en esas fechas en que aún
no se había avisado a la Policía, su-
bieron hasta la zona de Las Dehesas,
de donde parten las mejores rutas de
la zona, «pero se nos olvidó subir
hasta el de más arriba», admitían
fuentes de la familia a EL MUNDO.
Justo el párking en el que uno de
sus hermanos, Luis, encontró, a las
10.30 horas de ayer, el Mercedes en
el que fue vista por última vez.
¿Accidente o desaparición volun-
taria? Esas dos hipótesis son las úni-
cas barajadas en estas horas acerca
del paradero de la mujer, de 56 años
y a quien tanto familiares como
miembros de la Policía recordaban
ayer, quizás freudiamente, en pasa-
do: «Era no, es, perdón», decía Pedro
Herranz, el jefe del dispositivo de
búsqueda. Apuntando al accidente,
desde dicho dispositivo se especula-
ba, en conversación con este diario,
con la importante granizada caída en
la zona el viernes pasado: «Si eso pi-
lla a un montañero en una posición
potencialmente peligrosa, cuidado».
Al fondo, enlanzando con la hipó-
tesis de la desaparición voluntaria, la
tristeza de Blanca en los últimos
tiempos. «Vamos a ver, ella siempre,
por la dolencia que tiene diagnosti-
cada, sube y baja emocionalmente,
pero ahora estaba bien, había pasa-
do un tiempo no tan bueno y ahora
estaba mucho mejor, es una luchado-
ra», dice un cuñado suyo, Adrián Fe-
derici, casado con su hermana Lola
y en cuya casa Blanca vivía ahora.
La Blanca de este verano no era
exactamente una mujer deprimida,

para él. «Estaba mucho mejor. El
miércoles antes de que se fuera fui-
mos al cine. En verano hizo barba-
coas con sus hijos. Yo tengo una hija
discapacitada y no veas cómo se
vuelca con ella. Blanca no estaba
mal, aunque es verdad que había pa-
sado momentos muy complicados».
Otras fuentes familiares apuntan que
incluso hubo de ser ingresada en los
meses previos, que estaba medicada
y que la separación de su ex marido
la había desorientado y entristecido.
Sea como fuere, la búsqueda de
Blanca se podría convertir hoy en

rescate ciudadano por la participa-
ción de voluntarios y por la comple-
jidad de la zona, tan boscosa que im-
pide a los helicópteros ver tierra, y
tan escarpada que hay abundantes
riscos desde los que alguien podría
caerse, queriendo o sin querer. Picos
y valles que ayer escudriñaban pal-
mo a palmo 50 agentes entre poli-
cías, guardias civiles y bomberos,
más tres perros. Los lugares en que
Blanca creció y, en estas horas, per-
manece desaparecida.

«Ella odia


el móvil»



Sigue la búsqueda de Blanca Fernández Ochoa,


cuyo coche apareció en una zona de senderismo


CLAVE Esperanza


gracias al coche


El coche, el Mercedes Clase A
en el que fue vista por última
vez, es clave. Si el vehículo,
hallado ayer a las 10.30 de la
mañana por su hermano Luis,
llevaba una semana aparcado
en el lugar, las esperanzas de
encontrar a la desaparecida se
reducen. Sin embargo, se abre
ahí la esperanza: tanto los
guardas que transitan

habitualmente por la zona
como varios excursionistas
han asegurado tanto a la
Policía como a la familia que
el coche no llevaba más de 24
ahí aparcado, por lo que
Blanca no habría estado más
de ese tiempo en la montaña y
las posibilidades de hallarla
con vida aumentarían en
horas en que la búsqueda se
va tornando cada vez más
desesperada.

Un agente de la Policía Nacional, con un perro de los usados en la búsqueda. A. N.


«Había pasado algunos
momentos complicados,
pero ahora estaba bien»,
explica un familiar

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