El Mundo - 02.09.2019

(C. Jardin) #1

EL MUNDO


D X T


LUNES 2 DE SEPTIEMBRE DE 2019


49


Hoy firmará su salida al PSG
buscando la titularidad que
en el Madrid ha perdido y un
aumento de sueldo. Su tardía
decisión, tras aceptar la pro-
puesta de ZZ de seguir en la
plantilla, obliga al club blan-
co a buscar un sustituto de
urgencia (Areola). Quizá de-
bería haberlo planteado an-
tes. Pero el inoportuno adiós
no mancha su trayectoria en
el Bernabéu, resistente siem-
pre y salvador muchas no-
ches. Con el orgullo de apa-
recer en la historia como el
portero de las tres Cham-
pions. Honores a Keylor.


París no es una ciudad futbolera. No si co-
mo tal se entienden Liverpool o Bilbao. La
actual hipertrofia del PSG tampoco deja de
ser el resultado de un capricho de jeques
respaldados por un Estado y representati-
vos de un modelo contemporáneo del cual
el viejo fútbol parece protegerse cada vez
que concede la victoria en Europa a un
equipo dinástico. A uno al que no haya que
injertarle una memoria sentimental falsa
como a un replicante. Como imitando el
This is Anfield, los parisinos rotularon en
las paredes del Parque de los Príncipes la
expresión: Ici, c’est Paris! Pero, obviamen-
te, no funciona igual porque, a diferencia
de quien es advertido de estar en Anfield,
quien lo es de estar en París no encuentra
en el recuerdo grandes noches de gloria y
atropello con capacidad intimidatoria. El
futuro puede intentar comprarse, pero el
pasado no hay forma.


La anterior edición de la Champions, que
al triunfo del Liverpool agregó la cabalgada
del Ajax, fue, en este sentido, un motivo de
alegría para los odiadores del fútbol moder-
no. Entre los cuales me cuento con una pa-
sión ochentera que va a más. El Real Ma-
drid volverá ahora a cruzarse con el PSG en
la parte tibia del calendario europeo, antes
de que la Champions empiece en serio, pues
no lo hace hasta las eliminatorias de octa-
vos en febrero. Más allá de las sorpresas de
última hora que aún pueda deparar el mer-
cado, entre los rivales del Real Madrid esta-
rá Neymar, suponiendo que por fin se resig-
ne a ser un jugador del PSG. Y, lo que aún
parece más difícil, suponiendo que sus com-
pañeros se resignen a que Neymar sea un
jugador del PSG. El último indicio acerca de
esto fue cuando Mbappé lo empujó literal-
mente para echarlo de una fotografía de
grupo con una copa doméstica recién gana-
da. No ha de extrañar. M’Bappé, que podría
haber jugado donde le hubiera dado la ga-
na, está haciendo un enorme esfuerzo por
creerse el Ici, c’est Paris! y por dotarlo de
sentido. Comparado con eso, el carácter
errático de Neymar alude a un chico con el
que no se puede contar. Y no estamos recla-
mando grandes alardes de adhesión como
el tópico de haber soñado con ese equipo en

concreto ya de niño –¿soñó alguien alguna
vez con el PSG?–.
¿Cómo se soluciona esto? Me refiero,
¿cómo es posible volver a integrar en las
dinámicas del grupo a un jugador que ha
hecho lo que Neymar? Uno que se sentía
cautivo en el equipo con el que otros tie-
nen asumido un com-
promiso. Uno que envió
mensajes de S.O.S. a
diferentes capitales fut-
bolísticas para ser res-
catado de un destino
menor en un equipo
menor. Uno que, más
allá de la mala suerte
con las lesiones, nunca
terminó de estar, sino
que sólo pensó en có-
mo marcharse. Y que
acaba de pasar el vera-
no despreciando su en-
torno hasta el punto de
declarar en una entrevista que su recuerdo
favorito es cuando el Barcelona, el equipo
al que se quería ir, destrozó con un 6-1 al
PSG, el equipo en el que no quería quedar-
se. Todo sin dejar de mantener abierto un
segundo plan de fuga hacia el Real Madrid
si el primero se torcía.

Es lunes, diez de la mañana. Eres Mbappé
o cualquier otro jugador del PSG. Te estás
anudando las botas para salir a entrenar. De
repente, se abre la puerta y aparece Neymar.
¿Cómo lo recibes después de todo esto y sa-
biendo que está allí sólo porque no ha logra-
do escaparse? No conozco bien el interior de
los vestuarios profesio-
nales y por eso ignoro
cómo se resuelven allí
estas cosas. Pero, va-
mos, en el fútbol de
campo de tierra en el
que jugué, nadie se ha-
bría levantado en ese
instante para darle a
Neymar un abrazo de
bienvenida. Sospecho
que tampoco le habría
resultado fácil volver a
un equipo con fuertes
valores e identidad, uno
que no admite agravios
ni deserciones, integrado en una ciudad fut-
bolera que se toma en serio a sí misma. El
PSG, que intenta fabricarse la leyenda que
no tiene, a lo mejor se encuentra ahora con
que el Ici, c’est Paris! es algo que sólo resulta
creíble si se lo restriega en la cara a su estre-
lla más cara, antojadiza e insoportable.

SALGAN Y DIVIÉRTANSE


DAVID GISTAU


Neymar


cautivo


Neymar Jr., en París. F. F. / AFP


STORIES


KEYLOR
NAVAS

INOPORTUNO


ADIÓS TRAS UN


CICLO DE LEYENDA


JOSEP MARIA
BARTOMEU

FIASCO FINAL


EN EL SHOW


POR NEYMAR


NAOMI
OSAKA

EL GESTO MÁS


TIERNO DE LA


NÚMERO UNO


CARLOS
SAINZ

EL MCLAREN LE


FALLA EN EL PEOR


MOMENTO DEL AÑO


JAVIER
GÓMEZ NOYA

UNDÉCIMO PODIO


MUNDIAL PARA


UN REFERENTE


BALDOMERO
HERMOSO

ENTRENADOR DEL


SORPRENDENTE


FUENLABRADA


Nunca nos confirmará si su
intentona light por traer de
vuelta a Neymar fue porque
realmente veía al brasileño
como un refuerzo necesario
o sólo por contentar a Messi.
Lo cierto es que, a falta de
un hipotético arreón hoy a
última hora, las retransmiti-
das negociaciones con el
PSG no sirvieron para nada.
Ni los franceses tenían mu-
chas ganas de vender ni us-
ted de comprar a un jugador
que abandonó el club y, enci-
ma, lo denunció. ¿Volverá a
intentarlo el próximo vera-
no? A ver Leo qué dice.

Tiene usted al público del US
Open enamorado, y no es de
extrañar. Además de cumplir
con el cartel de favorita, por
ser la número uno mundial,
sigue dejando gestos que la
ensalzan como una auténtica
campeona. El sábado prime-
ro cumplió en la pista, lleván-
dose por delante a la jovenci-
ta Gauff en dos sets, para
después cruzar la red y abra-
zar a la desconsolada rival,
rota en llanto. «Voy a apren-
der mucho del partido; Nao-
mi ha sido muy dulce conmi-
go, no lo olvidaré», dijo la ju-
gadora de sólo 15 años.

Volvió McLaren a mostrar
su peor rostro, el que lleva
demasiados años exhibien-
do en la Fórmula 1. Lo su-
frió mucho Fernando Alon-
so y ahora le toca a usted,
querido Carlos. Lástima la
rotura de su motor ayer, ese
problema que le impidió ni
siquiera acelerar bajo el se-
máforo de Spa. Un parón
en seco tras buenas carre-
ras, luciendo la mejora del
coche y, sobre todo, su des-
tacada madurez al volante
esta temporada. El séptimo
puesto que presenta en el
Mundial lo demuestra.

España no pudo conquistar
el Mundial de triatlón des-
pués de seis años seguidos
ganando alguno de los
nuestros, pero el podio de
Mario Mola y de usted, ad-
mirado Javier, demuestra la
salud del triatlón nacional.
Lo suyo tiene mucho méri-
to, con 36 años, aguantan-
do ejemplarmente en la éli-
te. Son 11 medallas mun-
diales ya: cinco oros, cuatro
platas y dos bronces. Le fal-
ta el mayor botín, ese oro
olímpico que ojalá el año
próximo pueda alcanzar en
los Juegos de Tokio.

Tres partidos, nueve pun-
tos. Qué comienzo de su
Fuenlabrada. El fútbol na-
cional debe empezar a co-
nocer su apodo, Mere. Su
equipo no podía empezar
con mejores bríos su anda-
dura por la categoría de
plata. En su estreno en Se-
gunda cuenta las jornadas
por triunfos, siguiendo en
la potente línea que demos-
tró la pasada temporada en
la división de bronce. Anda-
luz, tan sólo 44 años y las
ideas muy claras. A este rit-
mo, el milagro fuenlabrade-
ño lo veremos en Primera.
Free download pdf