National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1
un espejo que refleja el páramo y la
multitud de aves que se acercan al
agua. Más arriba solo crecen líquenes
y alguna hierba sobre la lava y las ce-
nizas. En el aparcamiento del refugio
Ribas, a 4650 m, el mundo mineral del
volcán se torna omnipresente. Unos
200 m de desnivel separan este pun-
to del refugio, donde mientras hay
quien prepara piolets, crampones y
cuerdas para salir a medianoche ha-
cia los 5897 m del cráter, otros ascien-
den hasta el cercano glaciar para acli-
matarse o simplemente para tocar la
nieve por primera vez.
En la cordillera Occidental se en-
cuentran los Illinizas –el Norte, de
5126 m, y el Sur, de 5248 m–, otro ob-
jetivo para montañeros intrépidos.
La mayoría de visitantes se atreven
solo a acercarse a la vecina caldera
del Quilotoa, ocupada por un lago
de cráter de 250 m de profundidad
con aguas color turquesa.

La Panamericana atraviesa a
continuación las ciudades de
Latacunga y Ambato y, de nuevo,
se rodea de dos gigantes volcáni-
cos. Al este se alza el Tungurahua,
«garganta de fuego» en quechua (o

quichua). Al oeste, el colosal Chim-
borazo, un volcán de 6263 m. A sus
pies está Riobamba, ciudad donde
Baltasar Ushca lleva más de 60 años
vendiendo el hielo que extrae de los
glaciares de la montaña. Se le pue-
de ver en el mercado de la Merced.
Aquí, entre el sonido de fondo de
alguien que toca la clásica zampoña
andina, unos ofrecen una variedad
asombrosa de frutas tropicales,
otros deliciosos platos locales.

El célebre Tren Crucero para dos
veces a la semana en la estación
de Riobamba. Se trata de la única
línea férrea de Ecuador y ahora
tiene un uso principalmente tu-
rístico. Atraviesa el país de norte
a sur en un singular viaje de cuatro
días, desde Quito hasta Guayaquil,
la gran ciudad de la costa del Pa-
cífico. No es necesario recorrerla
toda. El tramo más espectacular es
el de la Nariz del Diablo, 60 km al
sur de Riobamba, entre las locali-
dades de Alausí y Sibambe. La fuer-
te pendiente del terreno –500 m de
desnivel– obligó a trazar zigzags
en lugar de curvas. El resultado es
un viaje de 12,5 km de vértigo.

Un cóndor
en la región
de Riobamba.


ONDREJ PROSICKY / SHUTTERSTOCK
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