National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1
NADAR EN AGUA DULCE
El final del verano invita a realizar excursiones junto al curso
de los ríos, disfrutando de la naturaleza y de baños inolvidables.

RINCONES DE MONTAÑA

EXPERIENCIAS

L


as piscinas más extraordinarias
no tienen dueño y rara vez mues-
tran ángulos rectos. No son recep-
táculos artificiales diseñados para
contener agua, sino que es la propia
agua, con su continuo fluir, quien
genera sus formas y las llena. Para
mantener su transparencia y reducir
las bacterias no se precisa cloro, bro-
mo, oxígeno líquido o electrólisis sa-
lina. De eso ya se cuidan las gravas y
arenas del lecho fluvial, las plantas y,
sobre todo, el movimiento del agua,
que corre y apenas se estanca.

La vegetación pone su orla de vi-
da y verdor a estas arterias acuáticas
con todas las formas y texturas ima-
ginables, en un diálogo incesante con
las rocas y la tierra. El agua garantiza
la presencia de animales, como las
aves, tan gratas de ver o escuchar.
Una poza cambia con las lluvias y
las estaciones, dando así la razón a
Heráclito cuando afirmaba que no
podemos bañarnos dos veces en el
mismo río, pues ni él ni nosotros se-
remos los mismos. A la orilla del agua
podemos sentir que basta relajarse

para que empiecen a suceder cosas.
El recuerdo de esa experiencia nos
puede acompañar durante décadas.
El terreno por donde el río brota o
discurre –calizo, granítico, volcáni-
co...– influye incluso en el caudal. Sea
cual sea al que se acuda, resulta esen-
cial preservar la pureza del paraje.
Por esa misma razón, en muchos de
estos enclaves se limita ya el acceso
de vehículos en verano, como ocurre
por ejemplo en las Basses del Codó
que forma el río Valldarques cerca de
Coll de Nargó (en la imagen). ❚

GETTY IMAGES


Las Basses del Codó,
próximas a Coll de
Nargó (Lérida).
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