National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1
brazos del Ill, que en algunas vistas
hace pensar en París y que guarda
en uno de sus extremos un barrio
llamado la Petite France.
Con sus canales y sus casas à co-
lombages –que lucen entramado de
madera en la fachada– reflejándo-
se en la superficie del agua, la Peti-
te France es una de las zonas más
encantadoras del viejo Estrasbur-
go. Debe su nombre en realidad al
hospital donde se atendía a los en-
fermos de sífilis, enfermedad que
solía llamarse «el mal francés». Es
un placer perderse por las calles de
esta especie de isla, bordear los ca-
nales y dejarse llevar por el impul-

so de los paseantes que se dirigen
por la Grand Rue hacia la catedral,
ubicada en su corazón.

Tampoco encontramos una di-
ferencia nítida entre lo francés y
lo alemán en el Neustadt, literal-
mente, Ciudad Nueva. El llamado
Barrio Alemán fue edificado entre
1880 y 1914 para conmemorar una
victoria sobre Francia y ofrece,
en las construcciones del Palacio
del Rin y de la Universidad, claras
muestras del llamado estilo impe-
rial germánico. En el seno mismo
de este barrio se sitúan también
dos magníficos exponentes de la

arquitectura francesa: el palacio
que alberga el Consejo de Europa
y el Parque de la Orangerie.
Nos alojamos en un hotel del
centro histórico, en una casa típi-
camente alsaciana del siglo xviii. Su
interior, aunque renovado, abriga
el paso del tiempo y desde nuestra
habitación podemos contemplar el
antiguo colegio de los jesuitas. Esta
ubicación permite disfrutar del cas-
co histórico, con el Palacio Rohan,
los museos de Artes Decorativas,
de Bellas Artes y de Arqueología
al alcance de la mano. Pasamos la
tarde andando sin apuro por calles
estrechas o paseando junto al río.

LA PETITE FRANCE
El Pont Couvert y los
canales de este barrio
recuerdan la época en
que Estrasburgo era un
próspero puerto fluvial.

RORY MCDONALD / GETTY IMAGES

Free download pdf