National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1

alemanes a finales del siglo xix y los
bombardeos de la Segunda Gue-
rra Mundial. Traspasado el portal
principal, cuyo tímpano repre-
senta escenas de la vida de Cristo
y culmina, en la parte superior, con
su ascensión celestial, se penetra
en un silencio sobrecogedor y, al
mismo tiempo, frágil.
Salimos de Estrasburgo antes
del mediodía rumbo al sur, a los vi-
ñedos y los bosques de los Vosgos.
Comienza a llover apenas aban-
donamos la ciudad,
y llueve y sigue llo-
viendo todo el tramo
que hacemos por la
autopista A35, atra-
vesando una llanura
brumosa y extraña.
¿Extraña por esta luz
pálida, como lechosa
o porque no se parece a ningún
paisaje conocido? A los 6 km, a la
altura de Wolfisheim, nos interna-
mos por carreteras departamenta-
les. El paisaje comienza a cambiar
a medida que nos acercamos a la
zona montañosa y nos rodea, en-
tre la bruma gris, a ambos costados
de la ruta, un cortejo de coníferas y
robles antiguos.


Abandonamos la llanura del Rin
para internarnos en la parte baja
de los Vosgos, el macizo montaño-
so que vertebra Alsacia, cubierto
de bosques de un verde incansa-
ble. Nos adentramos en un territo-
rio que sorprende a cada paso, con
sus árboles, casas y pueblitos típi-
cos, surgidos, se diría, del pincel de
un pintor paisajista. No podemos
dejar de citar a Victor Hugo, cuya
lectura sigue acompañándonos,
cuando señala que al viajar tanto
el cuerpo como la imaginación se
desplazan: «El capricho del pensa-
miento atraviesa los mares sin na-


vío, los ríos sin puentes y las mon-
tañas sin rutas». Y ambos viajes, el
real y el imaginario, se mezclan y se
confunden como uno solo.

Mientras nos detenemos a re-
postar combustible en un pe-
queño pueblo montañés, el em-
pleado, de rasgos asiáticos, habla
de pronto con un lugareño en una
lengua extraña que no es francés
ni alemán. En los pueblos del in-
terior y en los medios rurales se

utiliza con frecuencia el alsaciano,
que pertenece a la gran familia de
las lenguas germánicas como el
alemán moderno. Ambos idiomas
se parecen en algunos aspectos
gramaticales o fonéticos, pero el
alsaciano tiene otro cuerpo, otra
musicalidad. Segunda lengua re-
gional francesa después del corso,
se fue construyendo lentamente a
lo largo de encuentros y migracio-
nes, y se ha nutrido de los pueblos
que fueron ocupando el territorio
–celtas, romanos, galos, francos, las
tribus de alamanes– y en el período
moderno del francés y del alemán.
La particular toponimia ilustra este
inmenso fresco intercultural.
Llegamos a Molsheim, una ciu-
dad conocida por ser la sede de la
marca de automóviles Bugatti y
que abre la puerta a una zona con
innumerables atractivos tanto na-
turales como culturales. Nuestro
objetivo es recorrer el valle del río
Bruche, de unos 70 km, siguiendo
la carretera departamental 1420.

Tras visitar el fuerte de Mutzig,
escenario de enfrentamientos en
las dos guerras mundiales, conti-
nuamos hasta Heiligenberg. Este
pintoresco pueblo se alza sobre un
promontorio y nos permite acce-
der a una de las mejores vistas pa-
norámicas del valle. Se distinguen
regularmente grupos de ciclistas de
montaña y de carretera, pues esta
zona de mediana altitud es ideal pa-
ra la práctica de este deporte.
En una taberna junto a la carre-
tera tomamos un al-
muerzo tardío. Ni el
lugar ni la comida se
parece a los restau-
rantes «alsacianos»
que se anuncian en
todas las ciudades de
Francia. Sin embargo
reconocemos el gusto
típico de la cocina de países fríos,
elaborada con grasa a fuego len-
to. Es el caso de la baeckeofe, una
mezcla de carne de vaca y cordero,
adobada con vino del lugar y acom-
pañada de cebollas, ajo y hierbas
aromáticas. No puede faltar el
chucrut –del alsaciano sürkrutt,
que significa «col agria»– acompa-
ñando la charcutería tradicional.
Los paladares más delicados dis-
frutarán con la flammekueche, una
tarta de masa fina a base de crema,
cebollas y tocino.

Al atardecer divisamos el casti-
llo de Haut-Koenigsbourg, que se
encuentra casi al límite de las re-
giones del Alto y el Bajo Rin, en un
puesto elevado desde el cual po-
dían controlarse las rutas comer-
ciales que atravesaban Alsacia en
la antigüedad. Fue concebido en el
siglo xii con la disposición medieval
de una fortaleza. Propiedad de los
Habsburgo en el siglo xv, perma-
neció luego abandonado durante

COLMAR DESLUMBRA CON
SUS MURALLAS Y SUS CASAS
REBOSANTES DE FLORES QUE
SE ASOMAN A CANALES.
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