National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1

para permitir la comunicación en-
tre el frente norte y el sur duran-
te la Gran Guerra. Se trata de un
circuito de 83 km que va desde el
Col du Bonhomme hasta Thann y
que puede recorrerse a pie y, en ve-
rano, también en un autobús que
realiza paradas en todas las etapas.
La Ruta de las Crestas es un paseo
emocionante no solo porque pone
en contacto con la historia a tra-
vés de ruinas y monumentos, sino
también porque se adentra en la
naturaleza del Par-
que Regional de los
Ballons des Vosges.


El tema bélico ofre-
ce una buena excusa
para caminar por
los alrededores del
monte Hartmanns-
willerkopf, uno de los principales
enclaves de memoria de la última
gran guerra. Aquí reposan los res-
tos de miles de soldados franceses
y alemanes, muchos de ellos toda-
vía desconocidos. Es una cumbre
estratégica y simbólica, capturada
y perdida sucesivamente en bata-
llas muchas veces inútiles, guiadas
más por la obstinación que por la
estrategia militar. No resulta ex-
traño que los soldados le dieran a
la montaña el tétrico nombre de
Mangeuse d’hommes, la «devorado-
ra de hombres».
Llegamos a Colmar ya de noche
y cansados. La ciudad en sombras
pasó como entre sueños y la descu-
brimos a la mañana siguiente, bajo
un magnífico sol de primavera. Pa-
recía rehacer, en pocos minutos,
el milagro renacentista, de la que
es sin duda un símbolo. Colmar es
uno de los lugares míticos de Alsa-
cia. Como surgida de una pintura
romántica, deslumbra con sus mu-
rallas, sus casitas típicas llenas de


flores y sus canales. Uno de sus ba-
rrios más conocidos, que se puede
recorrer a pie pero también en bar-
cazas, se llama la Pequeña Venecia
o Petite Venise. La ciudad destaca
también por las lujosas mansiones
renacentistas, propiedad de la flo-
reciente burguesía de artesanos y
comerciantes que había en la ciu-
dad. Uno de los mejores ejemplos
arquitectónicos es la Casa Pfister,
construida –se diría que tallada–
en madera a finales del siglo xvi.

Más allá de la simple postal, Col-
mar es también una ciudad dinámi-
ca, viva, orgullosa de su patrimonio,
como lo demuestra el museo Un-
terlinden, instalado en un antiguo
convento del siglo xiii y remodela-
do recientemente. Aloja el famoso
Retablo de Issenheim (1512-1516),
obra maestra de Mathias Grü-
newald formada por nueve paneles,
entre los que sobresale el central,
que representa la Crucifixión, de
2,50 m de alto por 3 de ancho. Po-
see además obras de Hans Holbein,
Lucas Cranach, Monet, Renoir y Pi-
casso, entre otros.

El patrimonio más importan-
te de la región de Colmar pro-
bablemente lo constituyen sus
viñedos. Nos encontramos en el
centro de la llamada Ruta de los Vi-
nos, una de las más renombradas
de Francia. Para seguir su trazado
completo conviene recorrer, des-
de Marlenheim hasta Thann, sus
170 km de viñas, pintorescos pue-

blitos, castillos medievales y aba-
días con sus cavas de degustación.
En Alsacia se producen vinos de
tipo varietal, es decir elaborados
con una única uva, entre los que
destacan el riesling, el sylvaner,
el pinot blanco y el dulce y fresco
gewurztraminer.

La Ruta de los Vinos discurre a
través de verdes viñedos, entre
colinas y valles en los que emer-
gen poblaciones de trazado me-
dieval, con sus mura-
llas y calles angostas
flanqueadas por casas
à colombage. Como
Riquewihr, una de
las más fotogénicas
de la región, o la co-
queta Hunawihr. En
muchos casos portan
el título de Villes Fleuris, que se
otorga a aquellas poblaciones que
prestan especial atención a sus jar-
dines, plazas y parques y que, so-
bre todo, acogen con simpatía a los
visitantes interesados en sus tra-
diciones y su entorno natural. En
agosto, la medieval Kaysersberg
(Monte del César) acoge un ani-
mado mercado donde es posible
degustar los embutidos, quesos
y, por supuesto, vinos locales. A
poca distancia se encuentra otra
localidad de parada indispensa-
ble, Eguisheim, cuyas callecitas
giran en torno a las ruinas de un
castillo del siglo xiii.
Seguimos descendiendo hacia el
sur hasta adentrarnos en el Parque
Natural de los Vosgos, una de las
reservas ecológicas más importan-
tes del país. Nada como perderse
entre sus bosques de hayas, abetos
y robles, y alcanzar sus cumbres
redondeadas, llamadas ballons, por
algunos de los numerosos itinera-
rios que atraviesan el parque.

LA MEDIEVAL KAYSERSBERG
ACOGE EN AGOSTO UN
ANIMADO MERCADO DE
EMBUTIDOS, QUESOS Y VINOS.
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