National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1

Contemplar la isla desde el mar
es una experiencia única. Las op-
ciones abarcan desde alquilar
una lancha o un velero hasta una
canoa. Sin embargo, nada supera
la satisfacción de experimentar
el llamado «paisaje del viento» a
través del Camí de Cavalls. Con
185 km de longitud, este camino li-
toral rodea prácticamente la isla y
permite recorrerla a pie, en bicicle-
ta y a caballo a lo largo de 20 etapas
que se pueden realizar por sepa-
rado. Como todos los tramos son
hermosos, conviene elegir uno del
norte y otro del sur para apreciar las
diferencias entre ambas costas.
De Turqueta a Macarella, por
ejemplo, o de Cala Galdana hasta
Sant Tomàs, se camina entre pinos,
cruzando barrancos y sobre acan-
tilados que se asoman al mar. En el
norte, uno de los tramos más popu-
lares es el que enlaza Binimel·là con
Cala Pregonda, con un humedal al
principio, un tramo de arcilla roja,
campos verdes alrededor y un agua
transparente iluminada por la are-
na blanquísima del fondo. Contem-
plar Pregonda con sus formaciones
de roca volcánica antes de descen-
der al mar, es una de las imágenes
más recordadas de la isla.


Otro elemento típico del paisaje
interior de la isla son los barrancos,
mucho menos transitados que el
Camí de Cavalls. Sin esas heridas
que la atraviesan no existiría la hu-
medad y el verdor que la caracte-
riza. Visitar el de Algendar, el más
largo con 13 km –todos los menor-
quines conocen la leyenda del moro
que habitaba en el Pas d’en Revull–,
Cala en Porter o Binigaus cambian
para siempre la imagen que se tiene
de Menorca. También hay hume-
dales que demuestran por qué la
isla recibió en 1993 la mención de
Reserva Mundial de la Biosfera: Ses
Salines de Montgofre, de un alto ni-
vel ecológico, o el Parque Natural
de la Albufera des Grau, el ecosis-
tema más singular de la isla con 70
hectáreas que atraen a una increí-
ble cantidad de aves.

La isla cuenta con una raza de ca-
ballos autóctona que se caracte-
riza por su color negro y esbeltez
y su carácter tranquilo y obediente.
De nuevo, forman parte del paisa-
je. Se los ve pastando o entrenando
en las fincas y, al atardecer, en las
playas y caminos. Estos animales
son la parte más importante de las
fiestas de San Joan de Ciutadella.

Vista desde
el mirador del
monte Toro.
TOLO BALAGUER / AGE FOTOSTOCK

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