National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1
de una imagen que nunca querre-
mos olvidar, la fantástica panorá-
mica sobre el río desde los escarpes
de Lemiyon.

En el parque Manyara nos recibe
un grupo de cuatro leonas y seis
crías encaramadas a las ramas
de una acacia. A mi derecha, el fa-
rallón de la falla de Gregory parece
un tsunami ciclópeo que se hubiera
detenido al convertirse en roca. A mi
izquierda se extiende el lago Manya-
ra, un reservorio de aguas someras
sobre cuyas orillas se producen
espejismos. Y en medio, un ecosis-
tema que combina bosque tupido,
sabana, rocas volcánicas y zonas
lacustres, una explosión de energía
animal y vegetal donde saltan los
colobos azules, los cálaos caripla-
teados comen bayas y los leones
descansan sobre los árboles.

La localidad más cercana a Man-
yara es Mto wa Mbu, el Pueblo de
los Mosquitos. De aquí parte la
pista al lago Natrón. Atravesamos
el Valle del Rift acompañados por
sus vertiginosos escarpes y vien-
do correr un grupo de gerenucs o
gacelas jirafa. La planicie se rompe
por conos de toba y cráteres de ex-
plosión, como el intrigante Shimo
la Mungu (el Agujero de Dios), pre-
sidido en la lejanía por el piramidal
y solemne cono del Oldoinyo Len-
gai. Este volcán, la Montaña de
Ngai, dios supremo de los masáis,
se levanta 2960 m en el corazón
del Rift tanzano como barbacana
sagrada frente a las adversidades.
El Lengai es el único volcán en el
mundo que expele lavas de natro-
carbonatita, lo que las hace fluidas
como el agua, frías en comparación
con las de otros cráteres pues no

alcanzan los 600 ºC, negras como
el ébano durante el día y blancas al
contacto con el agua. Su presencia
solitaria es imponente entre los
farallones de las Tierras Altas y
el lago Natrón; su ascensión dura
unas 9 horas en total, tiene 1700 m
de desnivel y se realiza de noche. El
espectáculo del amanecer desde el
borde del cráter es inolvidable.

Caminamos hacia la orilla del la-
go Natron para delimitar los per-
files de la gran mancha rosa que
flota sobre la superficie. Son fla-
mencos enanos. Descansan sobre
una pata o caminan con parsimo-
nia mientras filtran con su pico las
espirulinas de las que se alimentan,
unas cianobacterias que habitan en
aguas de una alcalinidad peligrosa-
mente alta. Cerca se halla el río Sai-
toti, en cuyo cañón nos adentramos

La enorme caldera de
Ngorongoro alberga un
lago de aguas someras
donde se concentra la
vida animal.

TRAVEL STOCK / SHUTTERSTOCK

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