Harper_s_Bazaar_Mexico_-_03_2019

(Marcos Rangel8XvY7R) #1

NECESITAMOS QUE LAS MUJER ES BLANCAS SE


ACERQUEN A SUS HER MANAS Y SEAN LA INFLUENCIA


QUE NECESITA N


Ieshia Evans recrea su inspirador momento de resistencia en la
protesta de Black Lives Matter, en Baton Rouge, y Tamika D. Mallory
analiza el futuro de los cambios sociales.

L


a muerte de Trayvon Martin, en
2012, ocurrió al mismo tiempo
que mi hijo entraba en sus años
adolescentes. B. Obama recono-
ció la severa familiaridad de esta
tragedia a las familias afroameri-
canas en todo el mundo, diciendo: “Si tuviera
un hijo, sería alguien como Trayvon”. Para mí,
los tiempos fueron tales que tenía miedo por la
vida de mi chico cada vez que me pedía ejer-
cer la libertad. Aunque era su modelo a seguir,
comprometida con organizaciones y activistas,
estaba simultáneamente privándolo de su humanidad cada vez que
salía de la casa: “No respondas. No los mires a los ojos. Asegúrate de
decir, ‘Sí, señor’ y ‘No, señor’ aunque tú tengas la razón”.
El movimiento feminista estadounidense ha ignorado histórica-
mente a las afroamericanas. Durante la lucha sufragista, los organi-
zadores del Women’s Suffrage Parade le pidieron a Ida B. Wells
que marchara al final. En los 70’s, el Combahee River Collective se
formó para articular las problemáticas que enfrentaban las mujeres
negras, que eran ignoradas por las feministas blancas de la época. Así,
las afroamericanas siempre han hecho lo que debían para que sus vo-
ces se escucharan. Fueron ellas quienes fundaron Black Lives Matter.
Y no es coincidencia que las imágenes más poderosas que surgieron
de la justicia racial del siglo XXI -como la imagen de Ieshia Evans,
recreada aquí por ella misma, en una protesta en 2016, ante la inter-
vención policiaca en Alton Sterling, en Baton Rouge -sean mujeres
hablando verdades. Si pudiéramos vencer a la supremacía blanca no-
sotras mismas ya lo habríamos hecho.
El feminismo actual está en una encrucijada. En un momento
cuando las mujeres están en funciones activas en números récord,
tenemos la oportunidad de redefinir el debate respecto a los derechos
de la mujer, para que se enfoque en nuestras preocupaciones y no
sólo en aquellas que aplican a las activistas blancas. Estamos peleando
por cada mujer para entender que una injusticia a cualquiera, es una
injusticia para todas. Y eso es algo que las feministas blancas necesitan
mostrar, tanto en las votaciones como en las calles, los problemas que
afectan a las personas que no son iguales a ellas.

Cuando las mujeres se unen para proteger
los derechos de los más marginados, somos po-
derosas. Me sentí muy orgullosa de ver mujeres
de todas las razas ocupando puestos políticos en
el Senado de Estados Unidos, donde aproxi-
madamente 600 personas fueron arrestadas en
protestas contra la cruel medida de separar a los
padres inmigrantes de sus hijos. Fue inspirador
contemplar a mujeres de todo el país marchan-
do al Capitolio y en los escalones de la Su-
prema Corte para protestar la confirmación de
Brett Kavanaugh. Ésa es la belleza de mujeres
organizando a otras mujeres. Aun así, me he preguntado dónde está
esa rabia cuando ocurren injusticias hacia las afroamericanas. Cuan-
do, por ejemplo, Crystal Mason, en Texas, fue sentenciada a cinco
años en prisión por simplemente votar. O el caso de Chikesia Cle-
mons, arrestada luego de haber sido ultrajada por la policía dentro
del Alabama Waffle House. Es momento de que las mujeres blancas
evalúen a quiénes están alcanzando y a quiénes no. La elección del
2016 fue una llamada de atención, con la mayoría de las anglosajonas
sufrangando por Trump o no votando. Desde entonces, un número
récord está postulándose para el gobierno, pero es difícil decir cuál ha
sido el impacto en la gran guerra de culturas. Una encuesta de Quin-
nipiac reveló que las ciudadanas blancas estaban divididas casi por la
mitad, con 43%, diciendo que “tendían a creer” las afirmaciones de
inocencia de Kavanaugh, contra un 46% que creía en Christine Bla-
sey Ford. Para que avancemos, necesitamos que las mujeres blancas
se acerquen a sus hermanas y sean la influencia que necesitan.
Frecuentemente evitamos hablar de política porque es incómodo.
Actuamos como si no importara y podemos continuar como si nada pa-
sara. Pero ésta es precisamente la actitud que nos ha llevado a momentos
tan peligrosos y a patrones de votaciones que reflejan la gran falta de em-
patía hacia la comunidad negra, las mujeres, los pobres, los inmigrantes,
y muchos sectores vulnerables. Mujer blanca, tu motivación se necesita
ahora -ya sea que te sientes con tu familia, expreses injusticias en la ofi-
cina u organizando a tu vecindario-. Si nos comprometemos a cuidar
de las personas vulnerables, no sólo por las que son similares a nosotras,
puede que siga existiendo una esperanza para todos. Q CRÉDITOS: REUTER/ JONATHAN BACHMAN, TRADUCCIÓN: ITZCÓATL YEDRA HERNÁNDEZ
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