Elle Decoration

(Joyce) #1

ELLE DECOARTY


H


emos convocado a estas
páginas a Arthur Rubins-
tein, Silvina Ocampo, Cecil

Beaton o Jean Michel Frank, para


hablar de Eugenia Huici de Errá-


zuriz, una guapa y rica chilena que


reinó en el París de la vanguardias


y murió pobre. Silvina Ocampo, la


gran dama de la literatura argentina,


afirma: “Todo lo que ella hizo parece


nada, pero “le tout Paris” seguía los


dictados de madame Errázuriz”. El


famoso pianista Rubinstein decla-


raba: “Ella ve, siente, huele... el valor


real, la belleza real”. Cecil Beaton


escribió: “Su efecto en el buen gus-


to de los últimos 50 años ha sido tan


inmenso que toda la estética de la


moderna decoración de interiores


y muchos de los conceptos relacio-


nados con la sencillez, han de atri-


buirse a su notabilísimo estilo”. Jean


Michel Frank, tal vez el diseñador


más influyente del siglo pasado, la


recordaba así: “En un salón de ma-


dame Errázuriz, ya sea en su casi-


tade París o en su villa de Biarritz,


las paredes siempre están pintadas


de blanco. El suelo está fregado


con agua y jabón. Hay cómodos sofás y alguna pieza de Luis XVI


con hermosas líneas arquitectónicas”. Y añade, “le debo todo”.


P


icasso –y éste es el mejor homenaje– la dibujó 24 veces (fue
su segunda madre). El álbum de la chilena, más que en fo-
tografías, se representa en lienzo o en papel y lleva la firma,

entre otros, de John Singer Sargent,Helleu, Boldini o Madrazo. Se-


ría muy simple definirla como musa o mecenas. Ella nunca se sintió


a gusto en ese papel. Simplemente apoyaba a la gente que tenía a su


alrededor. Su influencia llega hasta la moda y parece ser que el famo-


so“shocking pink”, de Schiaparelli, se debe a ella. Pero ¿quién era esta


mujer que creó un estilo? Eugenia Huici Arguedas nació en 1860 en


Bolivia, de padres chilenos. La fortuna familiar se debe a las minas


de plata. A los 18 años se casa con un aspirante a pintor –y también


rico– José Tomás de Errázuriz. En 1882, con dos niñas, se instalan


en Europa. Su primera parada es Venecia. Ahí conoce a Sargent. La


siguiente es Londres. La salud de José Tomás se resiente y pasa


largastemporadas en Suiza. En los
años siguientes, la pareja se separa,
pero nunca se divorcia. Cuando los
tambores de la I Guerra Mundial em-
piezan a sonar, ella decide instalarse
en París. Sin su marido al lado, era li-
bre para gastar sin reproches. Y así lo
hizo. Jean Cocteau y el pintor Blan-
che hacen de cicerones para ella en la
ciudad del Sena. Empieza su reinado.

E


n su primer apartamento de
la Avenue Montaigne y en
su villa La Mimoseraie de
Biarritz empieza su silenciosa revo-
lución estética. Adiós a las moldu-
ras, a los colores y a los bibelots. Las
paredes se pintan en blanco o gris.
Los suelos, de madera sin tratar –
en París– o simples baldosas de te-
rracota –en Biarritz–. Para las cor-
tinas su elección es un buen lino. En
su salón pueden convivir muebles
de estilo Luis XVI con sencillos so-
fás enfundados de club inglés. Sus
sillas de comedor habían sido “to-
madas” por Cocteau y su pandilla
en los jardines del Bois de Bologne
y vendidas a Eugenia. Estas simples
sillas de jardín la acompañaron toda su vida. En las paredes des-
nudas, eso sí, cuelga algún Picasso que adquirió para apoyar al ma-
lagueño.Era partidaria de los grandes armarios, de madera de ro-
ble –copiados de una antigua pieza china– o lacados en rojo. Eran,
según decía, “el lugar perfecto para ocultar cosas”. Hacía arreglos
con flores silvestres recogidas en su jardín. A principios de la déca-
dade los cuarenta, la situación de Eugenia cambió drásticamente.
Sus recursos financieros se agotan. Vive de la ayuda familiar o de
amigos. Empieza a vender sus obras de arte, incluidos sus Picassos.
Ha tomado los hábitos –es terciaria franciscana– aunque el suyo
lo ha diseñado Coco Chanel. Regresa a Chile con un billete que le
paga Picasso tras la guerra. Tiene cerca de 90 años. En 1949 sufre
un accidente de coche y decide dejar de comer para “ayudar a Dios
a llevársela de este mundo”. Muere dos años después. Eugenia nos
dejó máximas como “la elegancia significa eliminación”, “tirar y
seguir tirando” o “en una casa donde nada se mueve, el ojo acos-
tumbrado a la misma escena termina por no ver nada”.Ċ

LA MADRE


DEL MINIMALISMO


Viva la abstracción
EugeniayElviraAmorpodríanhabersidoamigas.
Lamadrileñadel82reivindicalavueltaalapintura.
Apuesta por la abstracción, con protagonismo de
laformayelcolor,yunatécnicamagistral.Trassu
exposición en García Galería hay lista de espera.

50 ELLE DECORATION MARZO 2O19


POR JESÚS CANO
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