Expansión - 09.08.2019

(Sean Pound) #1

ECONOMÍA / POLÍTICA


16 ExpansiónViernes 9 agosto 2019

E


l presidente del Gobierno en
funciones cometió anteayer la
descortesía de llegar a su cita
estival con el jefe del Estado con casi
una hora de retraso. Los viejos del
lugar recordarán que hubo un tiem-
po cuando el Rey de España, de
acuerdo con un dirigente socialista
bastante más exitoso y detallista que
el actual, presidía durante el mes de
agosto un Consejo de Ministros ex-
traordinario en su sede mallorquina
de Marivent.
Aquellas reuniones eran más bien
de trámite, los asistentes informaban
al monarca de los asuntos pendien-
tes que les ocupaban, el Rey podía
ejercer su derecho de animar, acon-
sejar y advertir y se guardaba un se-
creto sepulcral sobre lo tratado. Por
el contrario el corto despacho que
mantuvo Felipe VI con Pedro Sán-
chez el miércoles debió ser tenso, la
falta de puntualidad al margen. Si
fue así, hay todavía más motivos para
que la ya prolongada parálisis insti-
tucional inquiete a unos y a otros.
Los Consejos de Ministros en Ma-
rivent eran tonificantes. Retrataban
la soberanía compartida que es pro-
pia de una Monarquía constitucio-
nal y en la cual cada uno está en su si-
tio. Los anglosajones, que después
de Oliver Cromwell limitaron sin
más alharacas el poder de la Corona,
lo describen como The King in Par-
liament. Las pompas y las circuns-
tancias de la tradición británica dis-
frazan una manera de hacer las cosas
que hasta ahora se ha distinguido
por su pragmatismo.
En Reino Unido, donde como en
España los presidentes de Gobierno
despachan semanalmente con el so-
berano, los políticos son “siervos de
la Corona” y el monarca hace suyo el
programa legislativo que ha decidi-
do “su” Gobierno en un discurso
desde el trono en la Cámara de los
Lores al comienzo de cada sesión
parlamentaria. Es el ideal de la Mo-
narquía Parlamentaria y el procedi-
miento que une el Palacio de
Buckingham con el de Westminster
ha creado la arquitectura más longe-
va en los anales de la democracia li-
beral.
Algo parecido quisieran algunos
para el sistema español, donde la fas-
tuosidad de la Corona es mucho más
reducida y la Jefatura del Estado he-
reditaria no goza de la casi unánime
admiración que ha conseguido la
británica. Para muchos la monar-
quía constitucional española sigue
siendo lo que se suele llamar un work
in progress.
La neutralidad política de la Coro-
na en España es, sin embargo, for-
malmente similar a la de Reino Uni-
do. Constituidas unas nuevas Cortes,
el candidato que propone el Rey a la
presidencia del Congreso de los Di-
putados para encabezar el Gobierno
ha de ser proclamado por un proce-

so de votaciones en el hemiciclo que
a estas alturas de la película todos ya
conocen sobradamente. Producida
la investidura, el Rey refrenda lo que
dispone el Gobierno. Es difícil limi-
tar el poder ejecutivo de la Corona
en España más de lo que lo está en la
Constitución de 1978.

Nubarrones políticos
Todo lo descrito camina sobre rue-
das mientras no se de la fatal coinci-
dencia de grandes nubarrones que
ensombrecen la vida pública y de
fuertes fracturas políticas que redu-
cen a mínimos la capacidad de ma-
niobra de los cargos electos que han
de dirigirla. El sistema se atasca en el
Reino Unido cuando un prime mi-
nister se obstina en actuar en contra
de la voluntad del parlamento. Y se
atranca en España cuando el Con-
greso de los Diputados es incapaz de
pactar la investidura del próximo
presidente del Gobierno.
En Reino Unido Boris Johnson,
que ha sido nombrado por la reina
pero que carece de una mayoría
parlamentaria efectiva, insiste en

proponer un Brexit por las bravas
que ha sido expresamente vetado
por las bancadas de la Cámara de los
Comunes. En España Sánchez, el
candidato propuesto por el Rey, se
empeña en liderar un Gobierno pro-
gresista cuando no cuenta con los
apoyos requeridos para formarlo.
Tanto en una Monarquía Parla-
mentaria como en la otra domina la
incertidumbre porque aparente-
mente ha desaparecido la cultura del
consenso político cuando más se ne-
cesita. En España falta un mes de la
Diada y, posiblemente, de dos del
anuncio por parte del Tribunal Su-

premo de las sentencias que podrían
cumplir los encausados por el gol-
pismo separatista. En Reino Unido
la fecha fatídica es el 31 de octubre
que es cuando Johnson quiere dar el
portazo a la Unión Europea.
Puede que llegada la hora del gran
reto territorial y el momento de las
movilizaciones masivas, España siga
teniendo un Gobierno en funciones
porque a Sánchez se le habrá agota-
do el tiempo para ser investido. Y
puede que Reino Unido se marche
del bloque asociativo al cual ha per-
tenecido más de cuatro décadas es-
tando su parlamento de vacaciones
porque Johnson se habrá encargado
de no iniciar el nuevo periodo de se-
siones.
El vacío regulatorio ha dado lugar
a pretensiones populistas y plebisci-
tarias que son alarmantes por su per-
sonalismo y por su desprecio de los
procedimientos políticos de todo sis-
tema constitucional. Tanto Johnson
como Sánchez se han lanzado por la
vía que apela directamente a “su
pueblo”. Eligen sus audiencias fuera
del circuito parlamentario, proyec-

tan una empatía con los problemas
de diversos sectores de la sociedad
civil y redoblan su disposición de ac-
tuar en consecuencia con los agra-
vios que les son citados. Great Bri-
tain First, promete uno; el otro habla
de la sociedad progresista.
Son circunstancias de muchas ín-
fulas cuando más que nunca la Coro-
na ha de ejercer las prerrogativas
que la permiten señalar conductas
aconsejables y recomendar cauces
políticos adecuados. La principal
prerrogativa de una Corona consti-
tucional es la de arbitrar y moderar
para asegurar el regular funciona-
miento de las instituciones.
Lo que está en la conversación en
Reino Unido es que Isabel II podría,
de acuerdo con el presidente de la
Cámara de los Comunes, exigir que
los diputados se pronuncien sobre el
Brexit duro que Johnson está dis-
puesto a dirigir sin más debates por
medio.

Bloqueo político
En España esa simbiosis veraniega
de Corona y Gobierno en tiempos
de Felipe González parece pertene-
cer a un cuento de hadas. Hoy Feli-
pe VI se encuentra en una situación
que forzosamente le ha de resultar
incómoda y que desde luego es in-
deseada. Ya tuvo, a pesar suyo, que
intervenir en el contencioso catalán
en su discurso del 3 de octubre de


  1. Ahora no ha tenido más reme-
    dio que aprovechar la ceremonia del
    retrato estival de la realeza en su
    morada de Palma de Mallorca para
    hacer pública su preocupación por
    el bloqueo político. “Sería mejor en-
    contrar una solución antes de ir a
    elecciones,” dijo el Rey a unos me-
    dios cuya misión en esta cita anual
    es obtener la imagen de la familia re-
    al de vacaciones. Se supone que eso
    mismo fue lo que le dijo a Sánchez
    cuando a los tres días el presidente
    del Gobierno en funciones llegó a
    Marivent con 50 minutos de retra-
    so.
    Es también de suponer que Sán-
    chez le dijo al Rey lo que compartió
    con los medios al acabar la audien-
    cia: Podemos, su socio de preferen-
    cia, desconfía de un gobierno mino-
    ritario socialista y él ha acabado recí-
    procamente desconfiando del parti-
    do que dirige Pablo Iglesias.
    El Rey, como todo monarca cons-
    titucional, tiene los faros largos y
    quiere evitar las cuartas elecciones
    generales en menos de cuatro años.
    Sánchez sí las quiere porque es cor-
    toplacista como comúnmente lo son
    los políticos. Don Felipe, como Isa-
    bel II en Reino Unido, quisiera un
    Gobierno centrado con un amplio
    apoyo parlamentario. Sánchez, al
    igual que Johnson, persigue su pro-
    pia agenda. La tensión en Marivent
    el miércoles es fácilmente imagina-
    ble.


Coronas constitucionales y vacíos institucionales


Tom Burns
Marañón

El Rey tiene los faros largos y quiere evitar las cuartas elecciones generales en menos de cuatro
años. Sánchez sí las quiere porque es cortoplacista como son los políticos comúnmente
y persigue su propia agenda. La tensión en Marivent el miércoles es fácilmente imaginable.

El Rey Felipe VI recibió el pasado miércoles en Marivent al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

Efe

Puede que España siga
teniendo un Gobierno en
funciones ante un otoño
caliente en lo territorial

El Rey no ha tenido
más remedio que hacer
pública su preocupación
por el bloqueo político
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