El Mundo - 13.08.2019

(Grace) #1

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DARÍO PRIETO MADRID
Pregunta.– ¡Feliz cumpleaños!
Respuesta.– Muchas gracias. Pero
con lo que me bebí anoche, que fue
un martini y dos cervezas, tengo un
resacón hoy que... uf.
P.– Intentaré no contribuir a au-
mentarlo. Pregunta fácil: ¿Tiene sen-
tido la vida?
R.– Creo que sí tiene sentido. Lo
que pasa es que, en algunas ocasio-
nes, las cosas nos parecen absurdas.
P.– ¿Qué le da más miedo del mun-
do en que van a vivir sus nietos?
R.– Ahm [suspiro pensativo]. Que
no sepan resolver los problemas rea-
les a los que se enfrenta la humani-
dad en este momento. Que tienen so-
lución, eh, aunque no exista volun-
tad de plantearla. No vivimos en el
planteamiento de soluciones por par-
te del mundo político, sino, simple-
mente, en la búsqueda del voto. Eso
me da mucho miedo. Porque esas so-
luciones tienen que plantearse a 40,
50, 60 años.
P.– ¿Por ejemplo?
R.– Una inversión en África. Un


Plan Marshall para desarrollar un
gran continente: fomentar las comu-
nicaciones, crear universidades, im-
plantar servicios... Pero como los po-
líticos tienen unos plazos de cuatro,
ocho años, no les interesa. A eso hay
que sumar el hecho de que, incluso,
podrían recoger los frutos los opo-
nentes políticos del futuro.
P.– Juanes decía aquí, hace un año,
que se ha desengañado de la política,
porque «siempre divide a la gente».
R.– Yo cumplo con mis deberes
ciudadanos. Uno de ellos es partici-
par en las elecciones: cuando se me
llama, voy y deposito mi voto. No lo
voy a denostar completamente. Lo
que pasa es que en el orden de prio-
ridades de mi existencia, de estar en
el lugar cuarto o quinto, la política ha
pasado al cincuenta y tantos. Los po-
líticos pretenden que tengamos una
dependencia continua hacia ellos y
nos obligan a ello porque les convie-
ne. Entonces, el mensaje que lanzo
es: no hay que darle la espalda a la
política, porque son las personas que
van a gestionar nuestra vida. Pero, al

mismo tiempo, leer un libro o dar un
paseo o cuidar de tus hijos o ir al tea-
tro es muchísimo más importante.
Estamos demasiado intoxicados y
envenenados por esa especie de
atracción maquiavélica que produ-
cen los políticos para que nos pegue-
mos a ellos.
P.– ¿Se arrepiente de haber presta-
do su voz y su imagen a partidos po-
líticos, como hizo en su momento
con el PSOE?
R.– No me arrepiento de nada de
lo que he hecho en mi vida. Porque
estoy bien donde estoy en estos mo-
mentos y eso es la consecuencia de
todas las cosas que he hecho a lo lar-
go de toda mi vida. ¿Que he hecho
cosas mal? Sin duda. ¿Que me he

equivocado? Un montón de veces.
Como todo el mundo.
P.– La gala del festival Starlite lle-
ga a su décimo aniversario. ¿Qué ha
pasado en estos años?
R.– Lo más loco es que continue-
mos después de 10 años, vivos y lle-
vando a cabo este proyecto. Concre-
tamente en mi caso, se reduce a algo
muy específico, que es dotar de fon-
dos a la fundación que hace casi 12
años montamos. Fondos que vienen
básicamente, en más de un 80% de
la Starlite Gala.
P.– Cuando recibió el Premio Na-
cional de Cinematografía 2017 defi-
nió a España por su «capacidad para
sobreponerse y crecer».
R.– Toda la vida he pensado en Es-
paña como un proyecto que siempre
estará inacabado. Porque estos pro-
yectos de países no se terminan nun-
ca. Como los proyectos de personas.
Pero sí, estamos obligados a sobre-
ponernos. Pensar en la perfección es
absurdo.
P.– ¿Hace falta pelearse con al-
guien para llegar a conocerlo tan
bien como para interpretarlo de la
forma en que usted encarna a Almo-
dóvar en su última película?
R.– Yo no me he peleado con Al-
modóvar. Hemos estado en desa-
cuerdo a veces desde el punto de vis-
ta artístico. Pero la amistad que nos
profesamos y el cariño que tenemos
el uno por el otro ha estado por enci-
ma de cualquier desavenencia crea-
tiva. Ya lo dije en los 80: con Almodó-
var a veces es un infierno, pero un in-
fierno creativo, donde sales a gusto.
Como ir a un gimnasio, pegarte una
paliza, sufrir y después de una ducha
sentirte muy bien.
P.– ¿También en Dolor y gloria?
R.– Ahí ha sido todo lo contrario.

También, creo, por una actitud mía,
personal, de hacer un ejercicio de
humildad que no hice en La piel que
habito. Entonces, llegué: «Mira, Pe-
dro, lo que he progresado, lo tranqui-
lo que estoy delante de la cámara, lo
que he hecho con la voz, cómo me
manejo con el cuerpo...». Y él me di-
jo que eso no le servía de nada, que
teníamos que empezar desde otro la-
do y destruir todo eso. En un primer
momento no lo entendí y me enfren-
té a él. Después cuando vi el resulta-
do de la película, comprendí que Pe-
dro había sido capaz de sacar de mí
algo que yo ni siquiera sabía que te-
nía. Con Dolor y gloria fui sin galo-
nes ni medallas, de soldado raso. Ta-
bla rasa. Y ha sido uno de los traba-
jos más apasionantes que he hecho.
P.– ¿Oscar de Hollywood o premio
al mejor actor de Cannes?
R.– De momento, Cannes, que es
lo que tengo. Lo otro, no. Y las pro-
yecciones que uno tenga, si no se
cumplen, son la madre de todas las
frustraciones. Y no me gusta vivir
frustrado.
P.– ¿Artista o artesano?
R.– Las dos cosas, dependiendo de
cada momento. Cuando trabajo con
directores que no son artistas, que
no son grandes pero saben hacer
bien el oficio, me convierto en un ar-
tesano. Y cuando estás trabajando
con alguien como Almodóvar, te me-
tes en el barro de los artistas.
P.– Ya hay memes con Banderas
besando el puño después de ver algo
satisfactorio en el ordenador.
R.– Los memes están de puta ma-
dre para los memos.
P.– ¿De qué anda falto?
R.– De todo. Me falta todo (risas).
P.– ¿Y sobrado?
R.– Últimamente he hecho un
ejercicio de detachment [desengan-
che], como dicen los americanos.
Desde que sufrí el asunto cardíaco,
todo lo que no era fundamental se
descolgó de mi vida. Y puse mucha
más atención en mi familia: en mi hi-
ja, fundamentalmente, porque mi
padre y mi madre por desgracia fa-
llecieron. También en mi hermano,
mis sobrinos, mis amigos e iba a de-
cir que en mi profesión, pero no se-
ría verdad: en mi vocación como ac-
tor. En aquella esencia que me hizo
subirme a un escenario de teatro ha-
ce ya muchos años.
P.– ¿Qué le diría a Dios?
R.– A Dios... Le diría: «Sé más es-
pecífico».
P.– ¿Quiénes son los héroes hoy?
R.– Los que saben leer la realidad
y actuar en consecuencia.
P.– Según el INE, la tercera edad
comienza a los 65, pero ¿cuándo se
hace uno viejo de verdad?
R.– Todo está en la cabeza. Voy a
cumplir 60 el año que viene.
P.– Lo pienso y flipo.
R.– 60 tacos, tío. Uno detrás del
otro. Y me encuentro mejor que
cuando tenía 20. Te lo digo de ver-
dad. Sobre todo, de aquí [se señala la
cabeza]. He tenido muchas ansieda-
des con 20 años. Recuerdo aquellos
tiempos con muchas cosas por ha-
cer, muchas inseguridades, no sabía
lo que iba a pasar. Pero si algo te da
la experiencia es tranquilizarte.

«De ser mi cuarta
prioridad, la política
ha pasado al puesto
cincuenta y tantos»

ANTONIO HEREDIA

EN CAMISA DE ONCE VARAS. Este señor que ven arriba tiene casi 60 años,


un infarto más o menos reciente y un Oscar esperando a la vuelta de la


esquina. De fama, ni hablamos. Bien podría echarse a dormir. Pero no:


anda ultimando el musical con el que abrirá en Málaga su Teatro del Soho


ANTONIO BANDERAS i ACTOR


«ESPAÑA ES UN PROYECTO


SIEMPRE INACABADO»


Antonio Banderas
descansa su resacón
el día después de
cumplir 59 años en el
hotel Ananta
Villapadierna Palace
de Marbella, antes de
la 10ª Starlite Gala.

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