El Mundo - 02.08.2019

(Jacob Rumans) #1

D E V E R A N O


EL MUNDO. VIERNES 2

HOJA Nº (^24) AGOSTO DE 2019 M Ú S I C A
Tocando ante 500 personas. Tras haber
sido cabeza de cartel de varios
festivales, Vetusta Morla ofreció una
actuación sorpresa en un bar de O Grove,
donde aprovechó para denunciar la crisis
de las pequeñas salas de conciertos
EL CONCIERTO
MÁS ÍNTIMO DEL
EMBLEMA INDIE


VETUSTA

A PIE DE

PLAYA

habían logrado «disfrutar
el mito». Hasta que este
verano han hecho un
break en su gira para
conocer al loco que lo ha
creado y dar un concierto
sorpresa el miércoles.
Nada más llegar,
colmaron esa sed: «Tengo
la sensación de que he
estado aquí muchas
veces».
Tras 21 años sobre los
escenarios y después de
batir todos los récords del
rock indie español con un
concierto de 38.000
espectadores junto a la
Caja Mágica de Madrid en
2018 y como cabezas de
cartel de festivales como el
Low, Mad Cool o FIB este
año, esta semana volvieron

«Por fin». Fueron las
primeras palabras que
Pucho, Guille Galván,
Juanma Latorre, David el
Indio, Álvaro B. Baglietto
y Jorge González
escucharon cuando
entraron por la puerta del
lugar que se ha
convertido en su
particular El Dorado. Es
El Náutico de San Vicente
do Mar, al que había
declarado amor eterno
Antonio Vega y con cuya
magia reeditan su
compromiso cada verano
Iván Ferreiro, Coque
Malla, Xoel López, Leiva,
Leonor Watling, Jorge
Drexler o Lori Meyers,
que este agosto lo
eligieron para su único
concierto del año.
Vetusta Morla todavía
no se había estrenado en
este local del municipio
pontevedrés de O Grove
que tras la apariencia de
un chiringuito al pie de la
playa de A Barrosa
esconde un refugio en el
que cada verano piden
asilo más artistas del
panorama musical actual.
Su propietario, Miguel de
la Cierva, les recibió «por
fin» y la banda madrileña
le devolvió el saludo.
El vocalista, Pucho,
confiesa que «había oído
hablar tanto» del Náutico
que le tenía ganas. Pese a
ser su El Dorado, nunca


a sus orígenes, a esas salas
de conciertos en las que se
iniciaron en 1998, con una
actuación para poco más
de 500 personas.
Esa vuelta a los
orígenes no fue
casualidad, sino que la

banda aprovechó esta
actuación casi familiar
para denunciar que las
salas, «aunque no lo
sepamos, se están
muriendo» por el boom
de los festivales y, sobre
todo, porque, con la

oferta ilimitada de ocio
digital, «la gente se olvida
de salir de casa».
«Están muy bien las
series», insisten, pero
lamentan que se ha
«perdido la capacidad de
comunicarnos» y la
«capacidad del amor en
un bar». Ellos reivindican
el gesto en sí de «volver a
una sala pequeña», en
invierno, en verano, «en
cualquier época», y
piden: «No abandonemos
las salas. No abandonéis
la noche».
El Náutico tiene este
agosto un cartel de 63
bolos que se ha ido
anunciando en las últimas
semanas, pero en ninguna
de sus publicaciones se
mencionaba a Vetusta
Morla. Había un runrún
de que julio terminaría
con un concierto sorpresa
y los fieles que en los
últimos días acudieron al
local recibieron el premio
a la asiduidad: les
vendieron entradas en
petit comité. 500, todas
directamente en el local.
Cuando la banda
madrileña se subió al
escenario, la noticia ya
había corrido como la
espuma por ambientes
musicales y a ese medio
millar se le sumaban otros
tantos dispuestos a seguir
el concierto desde la
playa. Se apiñaban tras la
valla, que divide el
espacio, pero no impide
disfrutar de un sonido que

todos los músicos que
actúan en el Náutico
aseguran que destaca por
su alta calidad.
Ya sobre el escenario,
‘Pucho’ les agradeció la
entrega incondicional:
«Gracias por haber creído
ese rumor que al parecer
circulaba por todo Galicia.
Y por haber venido». E
hizo una declaración de
intenciones: «en este
garito lo que manda por
encima de todo es la
música».
Para entonces ya
habían sonado algunos de
los platos fuertes de cada
actuación de Vetusta,
Deséame suerte, El
discurso del rey o Golpe
maestro, pero lo mejor
estaba por venir. Uno de
los rasgos diferenciados
de esta meca de la música
en directo es que siempre
hay tanto músico
refugiado con Miguel de
la Cierva que no se sabe
quién puede acabar sobre
las tablas y julio terminó
con Vetusta y Jairo
Zavala, conocido
artísticamente como
Depedro, compartiendo el
vals más famoso de la
banda, 23 de junio.
La banda referente del
rock indie nacional ya
había avisado de que «en
este garito pasan cosas» y
«cuando dejas el lugar y el
espacio para que las cosas
surjan, las cosas surgen».
Y así ocurrió. A Jairo lo
habían encontrado a su

POR NATALIA
PUGA PONTEVEDRA


Varios
momentos de la
actuación de
Vetusta Morla
en el Bar El
Náutico, el
pasado martes.
ROSA GONZÁLEZ

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