El Mundo - 02.08.2019

(Jacob Rumans) #1
EL MUNDO. VIERNES 2

HOJA Nº (^30) AGOSTO DE 2019
D E V E R A N O
L A Ú LT I M A
Nuestra capacidad de
asombro, lejos de mermar,
crece como la espuma.
El miércoles llegaron de
Madrid los Reyes y,
aunque los periodistas
gráficos hicieron guardia
en trattorias y
burgerkings, ninguno dio
con el rastro de la sagrada
familia. A la mañana
siguiente (es decir, ayer),
el despertador debió de
sonar temprano: había que
alisarles el pelo a las niñas
y luego bajar al Club
Náutico para que el
Rey Felipe embarcara
en el Aifos y diera un
garbeo a modo de
precalentamiento.
Las Infantas (perdón: una
princesa y una infanta)
también trasegaron desde
buena mañana en Son Vent
al ritmo que doña Leti
imprime a sus quehaceres.
O sea, ligeritas. Cuando las
niñas llegaron al club en
compañía de sus padres,
parecían dos muñecas
vestidas para un Domingo
de Ramos: faldas-pantalón
de diferente color, como
corresponde a sus
respectivos rangos, abarcas
menorquinas para la
Princesa Leonor y sandalias
con pulsera tobillera para la
Infanta Sofía.
Algunas de las prendas
no constituían novedad
pues ya habían sido
fichadas por las cronistas
de moda en años
anteriores. La costumbre de
aprovechar la ropa de otras
temporadas es común a
muchas familias españolas.
Algunas prendas ya no
vuelven a Madrid. Se
quedan en el lugar de
vacaciones, llámese Cullera
o Marivent, para engordar
el fondo de armario.
No es una costumbre
exclusiva de las chicas
Borbón-Ortiz. Antes que
ellas ya lo hicieron las
Infantas Elena y Cristina, y
hasta su propia madre,
Sofía de Grecia. La Reina
llevó la política del
aprovechamiento con
desigual fortuna. Ella
reciclaba, ayudada siempre
por las costureras reales,
transformando vestidos
largos de floripondios en
vestidos cortos de volantes,
y así lograba que
parecieran dos campesinas
holandesas aficionadas a
los tulipanes.
En España (eso no lo
sabe la Reina Sofía pero
debería saberlo) el low cost
nació en la postguerra,
cuando las españolas
pobres pero virtuosas
aprendieron a dar la vuelta
a los abrigos para que
pudieran heredarlos todos
sus hijos. La economía
popular daba mucho de sí, y
eso que aún no existía Zara
ni Stradivarius. Amancio
Ortega, sí. Él nació en 1936
y seguramente fue un
producto de la posguerra
española, aliviada por el
estraperlo y las cartillas de
racionamiento.
Queda ya lejos la
postguerra, pero se sigue
considerando una
cuestión de buen
gusto evitar el
derroche e imponer
la moderación en las
costumbres
cotidianas, de ahí que
LZ nunca haya
podido ser criticada
por abusar de los
trajes de alta costura
y los bolsazos de
firma. Si ella no lo
hace, sus hijas
tampoco lo harán. Ni
sus primas. A
propósito: días atrás
Victoria Federica e
Irene fueron con su
abuela Sofía a ver El
Rey León. A los
reporteros no les
pasó inadvertida la
falda de Victoria
Federica, una falda hasta el
suelo que en su día fue
calificada de estilo boho
chic, una cosa mitad
bohemia y mitad hippiosa.
Un estilo inconfundible.
A propósito de estilos, se
me ocurre que nuestras
infantas podrían escribir a
Máxima de Holanda
pidiéndole que les
permitiera hacer un cursillo
acelerado de estilismo
preadolescente junto a la
princesa Alexia de
Holanda, la deliciosa
pelirroja que está dejando
boquiabiertos a todos los
holandeses. Tiene cinco
meses más que nuestra
Leonor y está dando sopas
con honda a todas las
princesas del mundo. Es un
bombazo, la chica.
Volviendo a las infantitas,
lo único que llamó la
atención, y no precisamente
para bien, fue la melena
tabla que lucieron ambas,
tanto Leonor como Sofia,
un peinado estilo Makoke
en pequeñito. No parecía el
mejor peinado para
afrontar una mañana de
calor en el Náutico, pero era
el suyo y están encantadas
de llevarlo. Supongo que
en sendas cabezas se
aplicó, voluntariosa y
gentilmente, la peluquera
de la casa, o quizás la
propia madre, que por algo
había madrugado mucho.
Ahora que ella copia a
Meghan Markle, las niñas
copian a LZ. Pero la
estilista-coach-asesora de
imagen, o como se llame la
seño que se ocupa de los
peinados de la Reina y sus
caperucitas, debería
recomendarles una cola de
caballo para bajar al
Náutico o subir al barco.
Estarían infinitamente más
monas y adecuadas, como
de aquí a Lima.
Decía antes que nuestra
capacidad de asombro
crece como la
espuma, y no es para
menos. Ayer, doña
Leti batió el récord de
permanencia en el
club, superando los
75 minutos. También
aprovechó para hacer
un máster de kiwis
sin probarlos, y ya
puesta, subió al Aifos
y pidió conocer la
parte baja, donde por
cierto no encontró
ningún tesoro.
Cuando se dirigía
hacia la salida, una
compañera le
preguntó si pensaba
seguir la regata, y
como no contestaba y
la compañera insistía
en la pregunta, la
Reina alzó la voz y lo
dejó claro: «¡Por supuesto
que seguiré la regata! ¡Es la
regata del REY!».
La Reina vestía de blanco
y toda ella era un estallido
de luz. Toda menos el bolso,
que parecía sacado del
fondo de armario de su
amada suegra.
La contracrónica.
Ayer madrugaron en
Son Vent para alisar
el pelo a las niñas,
bajar al Náutico y
que el Rey diera su primer garbeo en
el ‘Aifos’. Doña Letizia también hizo un
máster de kiwis... aunque sin probarlos
LA MELENA
ALISADA DE
LAS PRINCESAS
DE SECANO
PALMA
De gala en el jardín.
Doña Letizia, la
Infanta Sofía y la
princesa Leonor
visitaron el Real Club
de Vela de Palma.
BERNARDO PAZ
La primera salida.
El Rey inauguró sus
vacaciones con su
primer paseo a bordo
del ‘Aifos’, a modo de
precalentamiento.
BERNARDO PAZ
POR CARMEN
RIGALT

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