EL MUNDO. JUEVES 8 DE AGOSTO DE 2019
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OTRAS VOCES
DE LA MISMA manera que los nacionalistas no cejan
en su publicidad y propaganda, sea la estación del año
que sea, nosotros los antinacionalistas de cualquier sig-
no, y por tanto unionistas, debemos hacer lo mismo. No
solo para combatirlos, sino para convertirlos a la senda
constitucional de la que no debieron salir. Y no única-
mente a causa de su culpa, sino también por las muchas
culpas debidas a la incapacidad de varios Gobiernos es-
tatales. Por eso escribo este artículo-pasantía para, en
este ferragosto, refrescarnos la frágil memoria.
- El nacionalismo es el mayor destructor de la liber-
tad. ¿Se es hoy totalmente libre en Cataluña, no siendo
nacionalista? ¿Se es libre en los colegios, universidades,
empresas, instituciones públicas, en la calle misma? Lo
que allí está sucediendo se asemeja mucho a la pelícu-
la La vida de los otros. Una libertad vigilada sin cesar. - El nacionalismo asesinó a millones de personas a
lo largo del siglo XX. Cuando finalizó la guerra de la ex
Yugoslavia, el número de muertos rondaba los 200.000,
más dos millones de desplazados. Desde la Segunda
Guerra Mundial ningún conflicto europeo fue tan vio-
lento. Con sus características propias, la guerra en la ex
Yugoslavia fue una guerra civil de carácter étnico. En
1970, los nacionalistas croatas (cómplices del nazismo,
como quisieron serlo los nacionalistas vascos pero sin
éxito),le dijeron a Tito que su existencia estaba amena-
zada por la asimilación al resto de los pueblos yugosla-
vos. La hegemonía étnica regional acabó en una limpie-
za étnica vergonzosa para Europa. En los Balcanes la
tensión continúa. La siembra del odio se eterniza. - El nacionalismo desprecia la democracia y la se-
paración de poderes. Le molesta todo lo que no pueda
controlar. Los derechos y libertades ya están coacciona-
dos en Cataluña por una Generalitat que representa a
una parte de los ciudadanos y desprecia al resto. - El nacionalismo selecciona a sus ciudadanos,
los discrimina, e instaura en la sociedad desigualda-
des selectivas entre
ellos. Marca a quienes
son afines o no. Favore-
ce a unos sobre otros. - En el nacionalismo
solo hay súbditos de
esas ideas, como en los
antiguos regímenes ab-
solutistas, y no ciudada-
nos que es lo que somos ahora. - Excepto casos contados, ningún gran artista, es-
critor o intelectual ha apoyado jamás estas ideas.
Tampoco en Cataluña, a pesar del clientelismo; o en
el País Vasco. Siempre han defendido la convivencia.
Y esta actitud es heroica ante las presiones. - El nacionalismo étnico, y el de catalanes y vas-
cos lo es, suplanta la fe religiosa. Por cierto, la Igle-
sia Católica tiene una gran culpa por haber apoyado
a estos movimientos. Hermanos contra hermanos.
No hay ni un vasco ni un catalán puro. ¿En qué se ba-
san? ¿Por qué habría que ser absolutamente puro?
Tampoco los nazis lo eran.
- El nacionalismo no busca la libertad o la prospe-
ridad, sino que pretende que la nación se convierta en
la norma y el molde del estado político. Todo así que-
da subordinado a esta idea fanática. - El nacionalismo es una cruzada, en el peor senti-
do, contra quienes no participan de sus ideas. - El nacionalismo destruye el conocimiento. La
razón es sustituida por las emociones más primitivas
y antropológicas. Se despilfarra el saber, el trabajo y
los recursos económicos. Miseria, destrucción y hun-
dimiento en vez de ensalzar la convivencia, la liber-
tad, la vida y el progreso. - El nacionalismo es la mejor escuela de sectaris-
mo, fanatismo y barbarie. Ya se ha comprobado lo
que se ha enseñado en las escuelas catalanas a los ni-
ños, y en las del País Vasco. Y la utilización absoluta-
mente partidista de los medios de comunicación.
¿Acaso TV3 es ejemplo de imparcialidad? Ni en el pe-
or franquismo hemos visto actos semejantes de ma-
nipulación. Estos y otros medios informativos están
dedicados permanentemente al odio racial, cultural y
político. ¿Se puede a la larga vivir así? - El nacionalismo va contra el Estado de derecho.
Ya hemos visto sus peleas contra el poder judicial. No
le gusta la separación de poderes porque ejerce una
fuerza supervisora sobre ellos, y en un sistema totali-
tario esto es inconcebible. De ahí la petición al Go-
bierno que intervenga, saltándose al Tribunal Supre-
mo, para liberar a los
políticos presos. - El nacionalismo
puede llegar a ejercer
una violencia física. Pe-
ro, sobre todo, ejercer, a
diario, una extrema vio-
lencia simbólica sobre
sus ciudadanos: invade
la vida privada, señala,
marca, condena a través
de las redes sociales. Ex-
cluye, en definitiva. - El nacionalismo
ejerce una violencia ins-
titucional animando
con dinero público a
aquellas organizaciones
que llevan a cabo la la-
bor de propaganda,
enaltecimiento y movili-
zación de masas dedi-
cadas a estos fines. - El nacionalismo
va contra sus vecinos
geográficos, echándo-
les las culpas de los
males que ellos mismos provocan. No piensan que,
siendo o no independientes, tendrán que seguir con-
viviendo con ellos a lo largo de los siglos. - El nacionalismo ampara la corrupción porque
él mismo es un movimiento corrupto. - El nacionalismo impone descaradamente, y sin
prueba documental alguna, una verdad oficial, úni-
ca, al margen de la realidad histórica. - El nacionalismo no enseña a sus jóvenes e in-
defensos ciudadanos, sino que los adoctrina incluso
contra sus familiares y los hace desfilar con antor-
chas como en el Berlín de la quema de libros. - Obama, rememorando a los clásicos, dijo: «Na-
die nace odiando a otra persona por el color de su piel,
su origen o su religión. Las personas aprenden a odiar,
y si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a
amar, pues el amor es un sentimiento más natural para
el corazón humano que su opuesto». El nacionalismo
en Cataluña, y no solo allí, enseña a odiar no a amar. - El nacionalismo es un problema español y euro-
peo. Putin aguarda a que Europa desaparezca como lo
hizo la URSS. Una Europa partida en mil pedazos ¿qué
fuerza tendrá? ¿Qué es hoy de aquella potente Yugosla-
via que incluso se enfrentó a la URSS? Nada. Un con-
junto de países irrelevantes, molestos permanentemen-
te entre sí, pendientes de nuevas peleas. - El nacionalismo es cómplice de los enemigos de
Europa, de aquellos que quieren destruir su unidad, su
paz, su libertad, su democracia, su estado de bienestar,
su economía, su cultura milenaria. - El nacionalismo es un proyecto oligárquico, cla-
sista, identitario, étnico, excluyente, irracional, fanático,
sectario y emocionalmente desequilibrado. - Edward Luttwack escribió un libro titulado Gol-
pe de estado: un manual práctico. En este ensayo se
enumeran las múltiples maneras, violentas o no, en que
hoy en día se puede llevar a cabo un golpe. Por ejemplo,
hacerse con el control de la maquinaria estatal (en este
caso la Generalidad); utilizar a los funcionarios; tomar
los centros de comunicación y emitir propaganda, aun-
que esto lo llevan haciendo años, darlo por fin como he-
cho consumado; desatender los requerimientos de las
autoridades legítimamente constituidas y a las leyes que
rigen la convivencia. Nancy Bermeo clasifica los golpes
de estado modernos así. El golpe ejecutivo: quien está
en el poder y decide suspender las instituciones demo-
cráticas; el fraude en jornada electoral: amañando elec-
ciones ilegales; el golpe promisorio, pendiente de nue-
vas elecciones para legitimarse; la expansión del poder
a través de los funcionarios obligados. - Un referéndum, la panacea del nacionalismo y
de los populismos, por sí mismo, no es democrático.
Los ciudadanos, convertidos en meros espectadores,
solo pueden decir sí o no a una pregunta que ni si-
quiera se les ha consultado. Los políticos nacionalis-
tas deciden lo que los votantes han querido decir en
realidad. Además, si no están conformes con el resul-
tado, podrán hacer tantos referéndums como deseen.
- El nacionalismo es un totalitarismo de las ideas.
- Un país de más de quinientos años no se pue-
de destruir de la noche a la mañana por las ocurren-
cias de unos cuantos fanáticos fracasados. Porque la
verdadera realidad última no es la independencia de
Cataluña, sino la destrucción de España. - El nacionalismo ha envenenado a los partidos
políticos de izquierda por un malsano y enfermizo
complejo de inferioridad. - El nacionalismo utiliza a las lenguas y culturas
como armas bélicas, cuando son patrimonio común
del cual nos sentimos orgullosos y al cual todos he-
mos ayudado a salvaguardar y respetar. - El nacionalismo es racista y xenófobo. La men-
tira y el engaño son sus bellas artes. - De nada vale que el nacionalismo se gaste nues-
tro dinero en difamarnos por el mundo. El orbe sabe
que España es una de las democracias más avanzadas.
En fin, repasemos la lección para lo que se viene en-
cima este otoño. Seamos fuertes, porque somos hoy día
un importante bastión europeo contra la barbarie.
César Antonio Molina es escritor, ex director del Instituto
Cervantes y ex ministro de Cultura. Su último libro es Las
democracias suicidas (Fórcola).
El nacionalismo discrimina
a sus ciudadanos e instaura
en la sociedad desigualdades
selectivas entre ellos
AJUBEL
Partiendo de la base
de que España es un bastión europeo
contra la barbarie, el autor advierte de los
efectos envenenados del nacionalismo
para las libertades y la convivencia.
TRIBUNA iPOLÍTICA
La mal
aprendida
lección
CÉSAR ANTONIO MOLINA