El Mundo - 08.08.2019

(Dana P.) #1

D E V E R A N O


EL MUNDO. JUEVES 8

HOJA Nº (^18) AGOSTO DE 2019 E N P O R TA DA
Yolanda Rodríguez,
esteticista malagueña,
estuvo más de un mes
aguantando en silencio su
tormento. Soportó los
picores, la hinchazón y
cómo las yemas de los
dedos se le iban
descamando poco a poco
hasta convertirse en
grietas. Entraba a su
centro de belleza en
Benalmádena con
guantes. Trataba de evitar
el dolor, pero sobre todo la
mirada asustada de sus
clientas al ver el estado de
sus manos. Hasta que, una
tarde de otoño, se le cayó
entera la uña del pulgar
izquierdo. «Esto ya no es
normal», se dijo.
Ningún guante le hacía
efecto. Con esas manos
cuarteadas, gestos tan
normales como subirse la
cremallera o chatear por el
móvil resultaban una
tortura. Y cuando su
doctor le confirmó que la
manicura permanente era
la culpable de sus lesiones,
no lo quiso creer.
A sus 44 años, Yolanda
había contraído una
alergia de por vida que la
tuvo cinco meses de baja.
Ahora, tiene que
mantenerse alejada de
estos productos. Y, en el
futuro, sus problemas
podrían agravarse.
Baratas y
aparentemente perfectas
durante casi un mes, la
fiebre de las manicuras
permanentes ha llegado a
España. Famosas como
Rosalía, Kylie Jenner o
Blanca Suárez las han
llevado al extremo. Pero
millares de mujeres de
todas las edades las usan,
especialmente en verano.
Nadie parece percibir su
verdadero riesgo ni coste:
el que están pagando con
su salud tanto
manicuristas como
usuarias. Los
dermatólogos hablan ya
de una «epidemia» y cada
vez más mujeres llegan a
sus consultas con los
síntomas clásicos de lo
que se conoce como
dermatitis alérgica de
contacto por acrilatos.
El incremento de
víctimas va ligado a la
moda y, aunque médicos
en distintas partes del
mundo llevan tiempo
investigándolo, sus
conclusiones apenas son
conocidas. En España, un
estudio encabezado por
las doctoras María Elena
Gatica y María Antonieta
Pastor Nieto, que aún no
ha visto la luz pública y al
que ha tenido acceso
Papel, ha documentado
101 casos de mujeres con
esta alergia en apenas un
año, entre 2017 y 2018.
Las afectadas eran un 70%
manicuristas y un 30%
usuarias.
Y estos casos son la
punta del iceberg. Los
médicos coinciden en que
la dimensión real del
problema es difícil de
medir, porque muchas
afectadas no acuden a la
consulta. Pero la doctora
Gatica no titubea:
«Lamentablemente,
estamos inmersos en una
epidemia de estas alergias
desde hace unos años».
Esta epidemia es
principalmente femenina y
aunque afecta a todas las
mujeres, de adolescentes a
ancianas, parece invisible.
«En la evaluación de todos
los casos recibidos hasta el
momento, no se ha
detectado ningún riesgo
grave para la salud
humana relacionado con
productos de manicura»,
aseguran desde el
Ministerio de Sanidad,
Consumo y Bienestar
Social. «En consecuencia,
no ha sido necesario
emitir ninguna alerta
sanitaria al respecto...
En la mayoría de los casos
se trataban de malos usos
de los productos».
La raíz del problema no
está ni en los precios ni en
la procedencia de estos
artículos, sino en su propia
composición: los acrilatos
y metacrilatos que
contienen todos los
productos de manicuras
permanentes y
semipermanentes, y que
no tienen los pintauñas
tradicionales. Los
metacrilatos, la clave de
este tipo de técnicas, son
unas pequeñas sustancias
derivadas del petróleo
que, si no se solidifican
correctamente con luces
ultravioleta, son altamente
irritantes y pueden
provocar alergias.
Estas sustancias no
pueden tocar la piel. La
regla, desconocida por
muchas mujeres, es tan
clara que los fabricantes
de estos productos llevan
años advirtiendo de que
no deberían usarse para
productos de uñas. Pero ni
esa advertencia, ni las
notificaciones enviadas
por doctores, ni los
estudios científicos que
demuestran que algunos
hasta pueden ser
cancerígenos, han hecho
que la Unión Europea
haya tomado cartas en el
asunto.
De hecho, el uso de
metacrilatos para
productos cosméticos es
totalmente legal. Sin
embargo, uno de los más
agresivos, el Metil
Metacrilato (MMA), está
prohibido en más de la
mitad de los estados de
EEUU, así como en
Canadá y Nueva Zelanda.
El temor de los doctores
es que el problema no se
ataja con dejar la
manicura, sino que las
consecuencias serán más
visibles en el futuro. Los
acrilatos pueden estar
presentes en productos
básicos como
esparadrapos, compresas
o pañales, pero también en
dispositivos médicos como
empastes dentales,
bombas de insulina,
audífonos o cemento para
prótesis. Aunque apenas
hay casos documentados,
un estudio de 2008 sacó a
la luz el caso de una mujer
que había sido
diagnosticada con alergia
a los acrilatos por usar
uñas permanentes y que
acabó rechazando una
prótesis de rodilla.
La predisposición
genética es clave para
desarrollar esta alergia.
Paloma Faba, asesora de
moda valenciana de 34
años, tardó ocho años.
Cada tres semanas,
pagaba religiosamente
15 euros para que sus
uñas siguieran perfectas.
Sí, sentía que se le
adelgazaban o se le
quebraban pero, lamenta,
jamás había escuchado
que se podía desarrollar
una alergia por hacerse las
uñas de gel. Pasado el
susto del brote, trata de
evangelizar a sus amigas:
«Ahora veo que fui una
inconsciente al no pensar
en que, a todas luces, eran
químicos peligrosos lo que
me estaba poniendo en las
manos».
La dermatóloga
portuguesa Margarida
Gonçalo, expresidenta de
la Sociedad Europea de
Dermatitis de Contacto y
miembro de la


MANICURA


ENVENENADA


CIENTOS
DE VÍCTIMAS
DE LA MODA
DEL VERANO

Una tendencia


peligrosa. Baratas


y perfectas durante


un mes, las uñas


permanentes


arrasan este verano.


Pero las sustancias


que se usan, como


los metacrilatos,


son irritantes,


provocan alergia


y pueden causar


lesiones a usuarias


y manicuristas


POR CAROLA SOLÉ,
MARIE TOULEMONDE
Y CARMEN ALVARADO
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