El Mundo - 29.07.2019

(Barry) #1

EL MUNDO. LUNES 29 DE JULIO DE 2019
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MUNDO
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SEBASTIÁN FEST BUENOS AIRES^
«¿Cómo están todos hoy?». La vice-
presidenta, Gabriela Michetti, pasa
sonriente en su silla de ruedas mien-
tras le muestra a un grupo de invita-
dos los recovecos de la Casa Rosa-
da, el edificio decimonónico que es
la sede de los presidentes argenti-
nos. Tanta placidez impacta, afuera
se está cayendo el mundo, y no solo
porque se vivan los días más fríos y
lluviosos del inclemente invierno
austral. No, el mundo se cae, figura-
damente, en una Argentina someti-
da a tensiones crecientes a apenas
dos semanas de unas primarias que
el 11 de agosto comenzarán a defi-
nir el futuro político del país.
No hay terceras opciones con po-
sibilidades reales, todo se encamina
a una enorme polarización. O Mau-
ricio Macri sigue por cuatro años
más en la Presidencia, o Cristina Kir-
chner regresa al poder como vice-
presidenta de Alberto Fernández,
protagonista de una excentricidad
política: es la primera vez que un
candidato a presidente es elegido
por el vicepresidente. De ahí que las

encuestas reflejen que muchos ar-
gentinos están convencidos de que el
poder real estará en manos de la dos
veces presidenta si el peronismo vol-
viera a la Casa Rosada, un edificio
desde el que hoy Marcos Peña, jefe
del Gabinete de ministros, dirige pa-
ra el oficialismo una campaña elec-
toral repleta de peligros y desafíos.
La economía es el mayor de ellos:
Macri necesita que la cotización del

dólar –la clave de bóveda de la eco-
nomía argentina– no se descontrole.
Es lo que le sucedió a mediados de
2018, y el país aún está pagando la
espiral inflacionaria y el incremento
de la pobreza derivado de aquello. Es
muy simple: si el dólar se mantiene
en torno a los 45 pesos, las posibili-

dades de Macri de ser reelegido cre-
cen. Si vuelve a haber un salto deva-
luatorio, en cambio, el peronismo
puede ir frotándose las manos.
Pero hay fuego amigo también,
como el de la desconcertante diputa-
da Elisa Carrió, arquitecta de la coa-
lición Cambiemos que le permitió a
Macri llegar al poder en diciembre
de 2015. «Cristina [Kirchner] tiene
reuniones en Cuba con enviados ru-
sos para el hackeo de las elecciones.
La elección argentina es geopolítica-
mente decisiva [en la región]. Putin
lo que quiere es replicar Venezuela
en Argentina. Está trabajando para
el kirchnerismo», dijo días atrás en
televisión. El Gobierno argentino,
consultado por EL MUNDO, reaccio-
nó despegándose absolutamente del
asunto. Una pelea con Vladimir Pu-
tin es el último de los problemas que
necesita hoy. Moscú desmintió a la
diputada y la denuncia, un escánda-
lo en cualquier país, se diluyó en
cuestión de horas. Carrió, enfrasca-
da ya en la campaña, no quiso volver
a hablar del tema.
Una campaña que es bastante cu-
riosa. Mientras la coalición de Macri
vuelve a vender futuro y apuesta a la
segmentación de audiencias para de-
cirle al votante lo que necesita escu-
char, la fórmula peronista es un ma-
trimonio con camas separadas. Cris-
tina recorre el país presentando su
libro, Sinceramente, que es el mayor
éxito de ventas en años, y se dirige a
una audiencia popular hablando de
Evita Perón y de cómo en los super-
mercados se vende hoy leche que no
es leche, sino un concentrado con
apariencia de leche, y segundas mar-
cas a las que denominó «pindonga»
y «cuchuflito», debate que se sostuvo
durante una semana en los medios.

A Cristina se la ve claramente cómo-
da, a diferencia del candidato a pre-
sidente, Alberto Fernández, que qui-
so ser su propio jefe de campaña
hasta que se dio cuenta de que su
función es hoy otra. Tarde, porque
en el medio se peleó con hasta tres
periodistas en un mismo día, e inclu-
so circuló un vídeo en el que se lo ve
atacando físicamente, meses atrás, a
una persona que lo insulta en un res-
taurante. Fernández, que como jefe

del Gabinete fue durante el kirchne-
rismo uno de los hombres más pode-
rosos del país, no había estado hasta
ahora tan expuesto, y es evidente
que no le está siendo sencillo. Si a
ello se le añade que los argentinos
ven abrumadoramente a Cristina co-
mo «la jefa», las dificultades del can-

didato son claras. Se presenta como
«un hombre normal», pero la fórmu-
la que integra es cualquier cosa me-
nos eso. Ni hablar de cuando apare-
cen en escena hombres como Aníbal
Fernández, otro ex poderoso jefe de
Gabinete kirchnerista, pero dueño
de una de las peores imágenes en el
espectro político. Días atrás, Aníbal
quiso descalificar a María Eugenia
Vidal, la carismática gobernadora de
la provincia de Buenos Aires, que
también busca la reelección tras ven-
cer precisamente a Fernández cuatro
años atrás. Y, para hacerlo, no tuvo
mejor idea que decir que no dejaría
«nunca» a sus hijos con Vidal, y que
antes lo haría «con Barreda». ¿Quién
es Barreda? Ricardo Barreda, un
odontólogo que está en prisión per-
petua tras asesinar en 1992 a su es-
posa, sus dos hijas y su suegra. Has-
ta el propio kirchnerismo reaccionó
espantado ante la frase, que confir-
mó a Aníbal Fernández como un efi-
cacísimo espantavotos.
La campaña de los Fernández, es-
tá claro, necesita de ajustes impor-
tantes y urgentes. Más allá de que la
fórmula de Alberto y Cristina enca-
beza las encuestas, su ventaja se ven-
ga reduciendo respecto de la de Ma-
cri y Miguel Ángel Pichetto, el porta-
voz peronista en el Senado que de
un día para el otro saltó al oficialis-
mo. Hay encuestas –un instrumento
altamente desprestigiado en la Ar-
gentina– que hablan de nueve pun-
tos de diferencia, y otras, de apenas
tres. Cuatro años atrás, en las prima-
rias de 2015, el entonces candidato
peronista, Daniel Scioli, ganó las pri-
marias por 38% a 30%. Luego Macri
se acercaría en la elección general y
terminaría ganando el balotaje por
apenas 678.000 votos. En la Casa Ro-
sada confían en una diferencia infe-
rior a los cinco puntos esta vez. Cual-
quier resultado con menos de cinco
puntos de diferencia sería recibido

con gran alborozo en una coalición
oficialista que, pese al grave descala-
bro económico del último año, tiene
algo para celebrar: cuando complete
el período de cuatro años, el 10 de di-
ciembre, se convertirá en el primer
Gobierno democrático no peronista
en 91 años que logra llegar al final
de su mandato. Así de compleja fue
la Argentina del último siglo, y en ese
pasado abreva también la elección
de este año.

Argentina,


dividida entre


Macri y Cristina


El país se encamina hacia unas elecciones


primarias clave para el futuro político


Un cartel electoral de Alberto Fernández, candidato a las primarias del Frente de Todos, este sábado, en una calle de Buenos Aires. JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE


Derrota. La candidata a vicepresidenta argentina Cristina
Fernández de Kirchner cargó contra el Gobierno de Mauricio
Macri y vaticinó su derrota en octubre: «No creo que la gente
pueda imaginar cuatro años más de maltrato».

‘Sinceramente’. Durante la presentación de su libro
‘Sinceramente’ en Mendoza, Fernández comparó la situación
alimentaria de Argentina con la de Venezuela, informa Efe.

Hambre. «Es maltrato que la gente no pueda comer en un país
como Argentina. No estamos en África o en un páramo del
desierto. Si criamos alimentos para 400 millones de personas
no podemos tener problemas de hambre», insistió.

«CUATRO AÑOS DE MALTRATO» DE MACRI


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Años en el
Gobierno. Cristina
Fernández fue pre-
sidenta entre
2007 y 2015

Las encuestas dan
entre nueve y tres
puntos de diferencia
a ambos rivales
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