ENFOQUES Lunes 29 de Julio de 2019 EL FINANCIERO 51
Antes, a los presidentes les bastaba con
cumplir con una de las condiciones para
ocupar el puesto, que era mirarse al espejo y
decirse “cuánto me gusto”, pero ahora ya no
hay nada que los limite
U
n día era Donald Trump agre-
diendo a la Constitución y lo que
se consideraba políticamente
correcto hasta su llegada. Al otro día,
todo Estados Unidos se había conver-
tido en un gigantesco set de televisión
donde el aprendiz era el pueblo esta-
dounidense y donde él no podía hacer
nada para despedirlo. La diferencia
entre lo bueno y lo malo es que antes
había países de instituciones o países
de un solo hombre.
México sabe mucho de eso, Antonio
María López de Santa Anna fue trece
veces presidente de México, vendió al
país en varias ocasiones e, incluso, si
Álvaro Obregón ofreció un brazo a la
Revolución, Santa Anna ofreció una
pierna. En el caso del trece veces presi-
dente, este ejercitaba, desde su ha-
cienda Manga de Clavo, la simulación,
que más adelante crearía una escuela
tan importante y distinguida en la vida
de la nación.
La esposa del primer embajador de
España después de 1821 y del triunfo
de Agustín de Iturbide, la marquesa
Fanny de Calderón de la Barca, definía
a Santa Anna como aparentemente me-
lancólico y de resignación filosófica,
pero también como uno de los peores
hombres del mundo, ambicioso de po-
der, ambicioso de dinero y sin princi-
pios. Fuimos un país que conquistó su
independencia frente a España para
pasar a ser un país que durante cien
años se pasó haciendo puras españo-
ladas. En ese sentido, haber heredado
la tradición golpista y la supremacía de
los militares era lo normal.
Ayer, la tierra de Oliver Cromwell,
el país donde para conservar la monar-
quía había que cortarle el cuello a un
rey, inauguró un nuevo primer minis-
tro cuyo nombre es Boris Johnson. Un
hombre cuya principal característica,
aparte de saber recitar en griego, es
AÑO CERO
Antonio
Navalón
@antonio_navalon
La hoguera
de las vanidades
ENFOQUES
que –al igual que Donald Trump– es
alguien que puede tener una vida per-
sonal absolutamente cuestionable que
jamás se la permitirían a nadie más. Un
hijo fuera de cualquiera de esos matri-
monios es lo de menos. Lo que importa
es que Boris Johnson se ha ido a caba-
llo sobre Downing Street para decir
algo que seguramente es verdad pero
que, sin duda alguna, costará sangre,
esfuerzo, lágrimas y sudor como antes
preconizó su antecesor y modelo a se-
guir, Winston Spencer Churchill.
Boris Johnson quiere rematar Eu-
ropa pero, de momento, mientras se
peina ese mechón rebelde que tiene o
en lo que le pide la fórmula a su colega
Donald Trump, lo que va a ejecutar es
Inglaterra. Pero, eso sí, las ejecuciones
con gusto y democráticas duelen me-
nos que las impuestas por la fuerza de
las armas. Boris Johnson dispara a las
formas y las modas políticas de Inglate-
rra; Donald Trump dispara al constitu-
cionalismo estadounidense, dejando
claro que nada es lo que era. Por eso,
tener gobernantes que ven a las leyes
como un condicionante absurdo, lleva
a una situación en la que el mundo no
tiene más remedio que sentarse a ver
esta película no producida por Netflix
y no asombrarse. Todo lo que conoci-
mos no existe y parece imposible que
vuelva. ¿Actualmente dónde se en-
cuentran las garantías y la manera de
hacer política? En las cabezas y las tes-
tas coronadas –con corona o sin ella–
de los dirigentes de cada país.
Ver al presidente de China o al
presidente de Rusia es como ver a las
figuras presidenciales más institu-
cionales. Xi Jinping es presidente de
un país comunista que se ha conver-
tido en el principal defensor del libre
comercio, que, a su vez, reivindica
por encima de todo la competencia. Y
que, aunque es verdad el viejo dicho
de “tienes más trampas que una pelí-
cula de chinos”, a pesar de todo hay
que reconocer que formalmente ha-
blando la posición de China, la China
comunista, es más seria al comercio
internacional que la del muy liberal y
antiguo apóstol del libre comercio que
era Estados Unidos.
¿Para quién y a quién deben de
gobernar los líderes actuales? Enté-
rese de una vez, ellos gobiernan para
sí mismos. Antes, a los presidentes les
bastaba con cumplir con una de las
condiciones para ocupar el puesto, que
era mirarse al espejo y decirse “cuánto
me gusto”, pero ahora ya no hay nada
que los limite. Si no les gustan los re-
cursos que admiten las leyes, disuel-
ven la Suprema Corte. Si no están de
acuerdo con el sentido humanitario de
no separar a los niños de sus padres,
los separan y los cuentan de a miles.
Antes, hacer esto provocaría que la
gente te catalogara como nazi; hoy, a
eso se le conoce como la nueva doc-
trina de seguridad de Estados Unidos.
Conclusión: antes decir país de un
solo hombre era como si se estuviera
diciendo un insulto. Hoy hay que saber
que el mundo está gobernado por paí-
ses de un solo hombre donde sólo el
Congreso y el partido comunista chino
siguen su lógica. Un mundo donde
también sólo la Duma Estatal del na-
cionalista Vladimir Putin –quien se ha
convertido en el principal seguidor de
la iglesia ortodoxa rusa– sigue pen-
sando que es importante respetar las
formas. El resto destruye todas las for-
mas y precipitan al mundo a que viva
en el hecho de que cualquiera puede
destruir todo lo que toca. Por eso cada
país debe de mirar al de al lado y pen-
sar que no es tan grave lo que hace su
presidente en turno. Es un virus, no
crea víctimas inicialmente personales,
sólo quema las instituciones. Nos he-
mos vuelto tan humanistas y usamos
tanto el conflicto que al final es como
una gigantesca excusa para no tener
ni sistema ni principios ni programa
para brindar alternativas a este mo-
mento tan complejo de la historia de la
humanidad.
FOTOARTE ÓSCAR CASTRO