Posteriormente trabajó en la Editorial Panamericana de Publicidad, que en
esa época manejaba como 30 periódicos en varios estados de la República
como el Sol de García Balseca, el Sol de Tampico, el Sol de San Luis
Potosí, etc., se hacían también revistas y suplementos de los cuales existen
testimonios gráfi cos. Hizo, además, trabajos diversos para ACMEX y
otras muchas agencias. Sus dibujos se fueron constituyendo de gran valor
hasta que aparecieron en diversas portadas de revistas reconocidas como
la “Crinolina” de aquel tiempo, esto permitió que el nombre de Borromeo
fuera adquiriendo prestigio cada día.
Diseñó modas, ilustró libros y, además, se adentró en los secretos de la
decoración, siempre ejecutando trabajos paralelamente a su vocación:
la pintura.
Impulsado por su inquietud artística y cuando su posición económica era
estable, se trasladó a diferentes lugares en busca de mejores horizontes;
primero en Los Ángeles, donde pasó un largo tiempo, después en Chicago
y Nueva York. Fue precisamente en Los Ángeles en donde se le ocurrió
algo insólito al artista respecto a la pintura: se vio en la necesidad de
suplir el pincel por la brocha gorda y embadurnar fachadas residenciales
de famosos en la colonia cinematográfi ca de Beverly Hills, decorando las
casas de los artistas.
En Chicago y Nueva York estuvo como visitante técnico en varias empresas
publicitarias, siempre en busca de perfeccionamiento, en diferentes
ambientes para irse formando un criterio, fi jando su estilo y puliendo
su arte. Posteriormente se trasladó a La Habana, Cuba, y de inmediato
ingresó en el departamento de publicidad de Sears Roebuck y más tarde
en una tienda grandísima llamada “El Encanto”. En lugar de este viaje,
Don Elías pensaba trasladarse a Europa, para seguir perfeccionando su
arte, pues es sabido que este continente representa la cuna de magnífi cos
pintores reconocidos; pero debido a diversos problemas, se vio impedido
a trasladarse a Europa y es cuando se pone a trabajar en La Habana en los
lugares antes mencionados.