RELATOS DE PAPANTLA I

(Lucía Laura Muñoz Corona) #1

EDUCACIÓN


La educación de un niño era a muy temprana edad, desde los tres o cuatro


años se le advertía, por ejemplo: si la mamá dormía, no se le despertaba
aunque vinieran a visitarla, porque si la despertaban era una tunda de
varazos o cuartazos, esto ya nunca lo volvería hacer porque se acordaría
de lo que le había pasado. Le decían: “Cuando pases en medio de dos
personas tienes que pedir permiso; cuando venga una persona mayor en


la misma banqueta le vas a dar la acera, o sea que la persona ocupe el
lado que está pegado a la pared; las cosas siempre se piden por favor y
siempre se dan las gracias; cuando lo amerite la ocasión, se acomedido;
cuando alguien se caiga y tú te des cuenta, ayúdalo; jamás te rías de una
persona con burla, “porque si yo lo sé” decía la mamá te voy a castigar


(le pegaban).


A los padrinos se les respetaba mucho, eran como segundos padres. Los
padrinos contraían el compromiso de educarlos si es que faltaban los
padres. Ser padrino en ese tiempo era un verdadero compromiso porque


tenía que tratarlo como un hijo, comprándole lo necesario y llevarlo a la
escuela y educándolo (esa costumbre se acabó).


En el tiempo de los Reyes Magos los padrinos compraban juguetes, dulces,
cacahuates y los niños iban a traerlos a la casa de sus padrinos, y a su vez


los niños llevan a su casa tamales y pulacles. Sin embargo, en mi caso no
era lo mismo, mi mamá no me daba permiso para ir a ver a los padrinos
en Día de Reyes para saber que me habían traído, y me ponía triste; tenía
que esperar a que me mandaran a llamar mis padrinos, y así sí, nos
daban permiso de ir, de otra forma los padrinos mandaban el regalo (mi


mamá en ese sentido era muy estricta) porque nos decía: “Donde no te
llamen, no vayas”, y nos enseñaban a ser respetuosos con ellos, si éstos
nos reprendían no tenías que responder.

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