RELATOS DE PAPANTLA I

(Lucía Laura Muñoz Corona) #1

En estos velorios no faltaba la Sra. Pancha Jacinta ampliamente conocida,
ya que siempre jugaba a la baraja con los señores de apuesta en dinero,
tenía la costumbre de sentarse montada en las bancas, fumaba mucho,
siempre utilizaba una enagua larga con un blusón y encima llevaba un
mandil con bolsas, una era para la baraja y la otra para el dinero utilizaba
en la cintura una especie de cinturón de piel con una funda para un cuchillo
que siempre traía porque no permitía que se le hicieran trampas, era una
mujer de armas tomar. Doña Pancha Jacinta siempre asistía a los velorios.
El día en que ella falleció nadie asistió al suyo porque solo se dio la noticia
con su verdadero nombre, Doña Francisca Morgado, y no dijeron su apodo
“Pancha Jacinta”, pero cuando se enteraron de quien se trataba, hubo un
entierro multitudinario, cabe mencionar que siempre vivió en el barrio de
Santa Cruz.


El trabajo que ella desempeñaba era nacatera este consistía en matar
puercos, vendía tasajo del mismo, siempre usaba cinto de piel con funda
para el cuchillo ya que su trabajo así lo requería.


En la investigación que realicé mis informantes también me comentaron
que hubo otra señora que se llamaba Agustina Vásquez, ésta señora vendía
longaniza y siempre traía un cuchillo en la cintura traía pugna con doña
Pancha Jacinta, casi siempre se encontraban en el puente de Santa Cruz
que tenía unas banquitas que también se les llamaban pollitos donde se
podía sentar a descansar la gente. En este tiempo don Juan Márquez y
amigos se sentaban en la banquita construida con piedra y cemento y
había otra banquita enfrente, donde se sentaban los “cupertinos”, estos
jóvenes levantaban falsos y chismes diciéndole a doña Agustina que
Pancha Jacinta no se bañaba ni se aseaba y que olía mal, esto a su vez se
lo decían a doña Jacinta, por tanto en una ocasión se desafi aron ambas
con cuchillo en mano por lo que tuvieron que intervenir los mismos que
inventaron los chismes y confesaron que ninguna de las dos decía nada
una de la otra y que solo lo hacían para hacerlas pelear, ellas entonces se
pusieron de acuerdo para darles un escarmiento a los jóvenes, fi nalmente
todo quedo en paz.

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