básicas que incluyen, además de las actividades de lectura y escritura, valores,
actitudes, sentimientos hacia ellas, así como diferentes clases de relación social.
Barton y Hamilton señalan cinco puntos que definen la noción de alfabetización
y las prácticas de lectura:
s -BBMGBCFUJ[BDJ©O (literacy) puede ser mejor entendida como un
conjunto de prácticas que se observan en los eventos mediados por
los textos escritos y están asociadas a diferentes dominios de la vida.
s -BTQSDUJDBTEFMFDUVSB están modeladas por las instituciones
sociales y las relaciones de poder, de modo que algunas son más
dominantes, visibles e influyentes que otras.
s -BTQSDUJDBTEFMFDUVSB son propositivas y están inmersas en
prácticas culturales con objetivos más amplios.
s -BTQSDUJDBTEFMFDUVSB están históricamente contextualizadas.
s -BTQSDUJDBTEFMFDUVSB cambian y muchas nuevas prácticas se
adquieren en situaciones de aprendizaje informal.
De lo expuesto sobre las prácticas de lectura y escritura, se deriva que estas no
son habilidades que se aprendan mediante la repetición o ejercitación metódi-
cas. Por el contrario, su adquisición implica el desarrollo de conocimientos vía
la acción, la inmersión de los individuos en el uso del lenguaje escrito, de modo
que lo que se aprende no consiste solamente en los sistemas de signos, sino en
el hacer social con ellos, por lo cual los dota de significación.
Las prácticas sociales del lenguaje en la definición
de los contenidos de enseñanza
Llevar a la escuela una versión social de las prácticas de lectura, escritura y del
intercambio oral plantea dificultades inevitables, entre ellas: a) la divergencia
entre los propósitos tradicionales de la lectura y la escritura en la escuela y los
que tienen fuera de la escuela; b) la exigencia de fragmentar los contenidos para
ser graduados y distribuidos a lo largo de la escolarización; c) la necesidad de
determinar los conocimientos y estrategias que los niños deben aprender para
que sean evaluados. En la escuela, las prácticas de lectura corren el riesgo de des-
naturalizarse, porque los objetivos y requerimientos didácticos suelen relegar a
segundo plano los propósitos sociales y comunicativos.
No obstante las dificultades que conlleva su traslado a la escuela y el
proceso de transposición didáctica, las prácticas sociales siguen siendo la me-
jor opción para plantear los contenidos de la enseñanza del lenguaje y la lec-
tura porque permiten poner al alcance de los estudiantes modos de utilizar el
lenguaje culturalmente significativos, además de reunir y secuenciar conteni-
dos de diferente naturaleza en actividades socialmente relevantes para los es-
tudiantes. La definición de las prácticas sociales del lenguaje que se seguirá en
la propuesta curricular de la asignatura Lengua Materna. Español, surgió en 2006:
Pautas o modos de interacción que enmarcan la producción e interpre-
tación de los textos orales y escritos; comprenden los diferentes modos