dad.^251 El sentido de comunidad, a su vez, implica pasar de una misión perso-
nal a una misión de grupo, y ello posibilita acrecentar las metas, objetivos y
la productividad, no solo de forma cuantitativa sino también cualitativa.^252
Tr ansi t ar d e una c o n ci en cia in di v i dual a un v erda d er o e sp ír i tu d e c o lab o r a-
ción es lo que sienta la base y el sentido del tejido social. La persona que
se siente parte de una comunidad satisface la necesidad fundamental del
sentido de pertenencia, pero también la del reconocimiento, porque en la
comunidad no solo se es parte de “algo”, sino que se es “alguien”. La vida
entonces cobra un sentido y un propósito más claros, pues nos percibimos
como agentes activos y partícipes de un proyecto común. Aprendemos a ser
para hacer y convivir.
La construcción de la ciudadanía depende en gran medida de la capaci-
dad de las personas para colaborar en función de un bienestar colectivo, más
allá de los bienes y las necesidades individuales. En este sentido, la solidaridad
y la reciprocidad, y por lo tanto la empatía, son claves para el desarrollo de las
comunidades y de las naciones.
Cultivar y fortalecer la colaboración
La colaboración guarda una relación estrecha con la socialización y la comuni-
cación humana. Una manera de fortalecer esta dimensión socioemocional es
mediante el cultivo de habilidades asociadas con la convivencia, la comunica-
ción y la negociación de conflictos.
Habilidades asociadas a la dimensión de colaboración
Comunicación asertiva
Consiste en la capacidad de entablar un diálogo a partir de escuchar activa
y atentamente al otro, al tiempo que se exponen los propios sentimientos y
puntos de vista de una manera clara pero respetuosa. Esta capacidad de aten-
ción permite estar consciente de los deseos y necesidades del otro y tratar
de armonizarlos con los propios, en una actitud de auténtica empatía, de tal
modo que el diálogo y el trabajo conjunto se posibilite y se potencie.
Responsabilidad
Garantiza que todos los integrantes de un grupo realmente se beneficien
del trabajo y aprendizaje colaborativo. Es un acto voluntario, que parte de la
autonomía y de la autorregulación, por el cual una persona está dispuesta a
responder por el cumplimiento de una tarea, o hacerse cargo de otra persona.
(^251) Véase Mungaray, Ana Marcela; Rosa María González y Miguel Ángel Ramírez, “Las comu-
nidades emocionales en la escuela”, en Xolocotzi, Ángel y José Antonio Mateos (coords.),
Los bordes de la filosofía. Educación humanidades y universidad, México, Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla-Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2013.
(^252) Véase Michel Barbosa, Sergio, En busca de la comunidad, México, Trillas, 2009, p. 40.