Sin embargo, un exceso de responsabilidad hacia el otro puede resultar invasivo
y no dejar espacio para que la persona se desarrolle libremente.^253 Por tanto, la
responsabilidad que experimenta una persona para llevar a cabo las tareas
que le corresponden debe ir de la mano del respeto por lo que a los otros les
corresponde hacer en un trabajo colaborativo.
Inclusión
Se funda en el aprecio y el respeto por la diversidad como fuente de la riqueza
y creatividad de la interacción social, y por tanto es indispensable para fomen-
tar la colaboración. Gracias a la actitud inclusiva una persona puede reconocer
y valorar las diferencias en las personas, integrar a otros dentro de un grupo
de trabajo, apreciar sus aportes, encontrar caminos comunes; de ahí que la
inclusión favorezca que la vida en sociedad sea variada, creativa y estimulante.
Lo contrario de la inclusión es la exclusión, aquella actitud que segrega, discri-
mina y no acepta a los que se consideran como distintos o extraños. En el nivel
social más amplio, la exclusión la sufren generalmente las minorías en razón
de su religión, grupo étinico, preferencias sexuales, entre otros factores, así
como aquellos grupos que, aunque son numerosos, guardan una relación de
subordinación económica o histórico-cultural, como podría ser, por ejemplo,
la exclusión de las personas en situación de pobreza o de las mujeres. Trabajar
por un México más justo implica fomentar la actitud de inclusión desde el
salón de clases, pues contrariamente a lo que podría pensarse, el ser humano
tiende a identificarse con su propio grupo, aquel con el que guarda relaciones
cercanas, y a excluir a los que quedan fuera de él, a los que percibe como extra-
ños y le generan, por tanto, cierta desconfianza. De ahí la importancia de fomen-
tar la inclusión en la escuela de manera deliberada, pues es el lugar donde el
estudiante interactúa cotidianamente con compañeros que provienen de otras
familias, culturas y orígenes étnicos. La inclusión ayuda a reconocer y valorar
esas diferencias y a crear un mundo más equitativo y justo.
Resolución de conflictos
Es una de las habilidades más importantes para desarrollar la capacidad de
colaboración. En la relación con los demás el antagonismo es inevitable, pues
surge de la eventual oposición entre los intereses o puntos de vista del indivi-
duo y los de la colectividad, por lo cual el manejo de conflictos se vale de las
habilidades arriba descritas, la comunicación asertiva, el respeto, la respon-
sabilidad y la solidaridad, para buscar la mejor solución ante una discrepancia
de puntos de vista o de necesidades, etc. Al integrar todas estas capacidades,
puede adoptarse una actitud de “ganar-ganar”, o de satisfacción y bienestar
para ambas partes.
(^253) Véase Fromm, Erich, El arte de amar, México, Paidós, 2002.