Bordados con Historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

Hija y mamá


Su vida en el valle Colonia ha tenido de dulce y de agraz. “Aquí
me terminé de criar, de trabajar y de hacerme mujer”, relata
Malla. A los 29 años tuvo que partir desde el campo a Cochrane.
Su papá –quien le había enseñado con amor y dedicación los
oficios campesinos– había enfermado de cáncer y juntas, con su
mamá, debían cuidarlo. “Él era mi papá y amigo. Yo le contaba
todo lo que me pasaba. Estuve un año, casi dos, acompañándo-
lo”, hasta que falleció. Se casó tiempo después. Ella siguió
viajando al campo y moviendo sus animales, pero su marido
prefería el pueblo. Un accidente en el bosque se lo llevó. Antes,
ella debió cuidarlo, al igual que a su mamá. “Me levantaba de
salto a atenderlos. Atender dos enfermos no es nada bueno. El
sueño se retira del lado de uno. Casi llegaba a amanecida”,
relata recordando esos duros años. Su alegría eran sus dos hijas:
Gaby y Teresita, quienes aprendieron las puntadas textiles de su
mamá artista, pero sin cultivar la técnica de bordar directamente
de la observación de la naturaleza como su madre.


Jardinear y bordar


Su oficio es todo un arte. Con la llegada de la primavera, suele
salir en búsqueda de las flores que bordará, las cuales corta y
estudia detenidamente antes de dibujar su versión a mano sobre
la tela.

Borda con hilo y lana, dependiendo del proyecto creativo, incluso
mezcla diferentes grosores de hilados en una misma pieza, lo que
le otorga tridimensionalidad a la obra final. Sus puntadas son
prolijas, buscando siempre texturas armónicas al ojo y al tacto:
“Por un solo lado que quede parejito, sin ni una hebra sobresa-
liente así, o ponerle un color aquí y el otro allá, no tiene que ir con
todo acá”.

Como todas las bordadoras, tiene su propio sistema de bordado:
comienza por las flores más grandes y luego sigue con las peque-
ñas, asegurándose de terminar cada motivo antes de aventurarse
con el siguiente. De vez en cuando, Malla se detiene a observar el
paño completo, para ver si poner o no otra flor complementaria
donde se vea vacío, preocupándose así del detalle y de la totali-
dad de su trabajo. “Le pego una buena mirada y a esto le falta”,
cuenta sobre su modo intuitivo de crear que le permite ir evaluan-
do sus avances y tomando decisiones en el camino.
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